El
Papa Francisco clausuró el Encuentro Mundial de las Familias con una Misa
multitudinaria en el Parque Fénix de Dublín en la que explicó cómo superar
posibles resistencias a la enseñanza de Jesús
![]() |
| El Papa Francisco durante la homilía. Foto: Captura de Youtube |
El
Santo Padre señaló que “si somos honestos con nosotros mismos, también nosotros
podemos encontrar duras las enseñanzas de Jesús”.
“Qué
difícil es perdonar siempre a quienes nos hieren. Qué desafiante es acoger
siempre al emigrante y al extranjero. Qué doloroso es soportar la desilusión,
el rechazo o la traición. Qué incómodo es proteger los derechos de los más
frágiles, de los que aún no han nacido o de los más ancianos, que parece que
obstaculizan nuestro sentido de libertad”, señaló.
Sin
embargo, “es justamente en esas circunstancias en las que el Señor nos
pregunta: ‘¿También vosotros os queréis marchar?’”, como preguntó a los
discípulos. “Con la fuerza del Espíritu que nos anima y con el Señor siempre a
nuestro lado, podemos responder: ‘Nosotros creemos y sabemos que Tú eres el
Santo de Dios’. Con el pueblo de Israel, podemos repetir: ‘También nosotros
serviremos al Señor, ¡porque Él es nuestro Dios!’”.
En
su homilía, el Pontífice subrayó la inmensa necesidad que el mundo actual tiene
de la promesa del don del Espíritu Santo realizada por Jesús.
“Cuánta
necesidad tiene el mundo de este aliento que es don y promesa de Dios. Como uno
de los frutos de esta celebración de la vida familiar, que podáis regresar a
vuestros hogares y convertiros en fuente de ánimo para los demás”, enfatizó.
En
este sentido, afirmó que “vivir en el amor, como Cristo nos ha amado, supone la
imitación de su propio sacrificio, implica morir a nosotros mismos para renacer
a un amor más grande y duradero”.
“Solo
ese amor –continuó– puede salvar el mundo de la esclavitud del pecado, del
egoísmo, de la codicia y de la indiferencia hacia las necesidades de los menos
afortunados”.
“Este
es el amor que hemos conocido en Jesucristo, que se ha encarnado en nuestro
mundo por medio de una familia y que a través del testimonio de las familias
cristianas tiene el poder, en cada generación, de derribar las barreras para
reconciliar al mundo con Dios y hacer de nosotros lo que desde siempre estamos
destinados a ser: una única familia humana que vive junta en la justicia, la
santidad y la paz”.
El
Papa Francisco puso de ejemplo al misionero irlandés San Columbano, y su
importante misión evangelizadora durante la Edad Media europea: “Pienso en san
Columbano, que con su pequeño grupo de compañeros llevó la luz del Evangelio a
las tierras europeas en una época de oscuridad y decadencia cultural”.
“Su
extraordinario éxito misionero no estaba basado en métodos tácticos o planes
estratégicos, sino en una humilde y liberadora docilidad a las inspiraciones
del Espíritu Santo. Su testimonio cotidiano de fidelidad a Cristo y entre ellos
fue lo que conquistó los corazones que deseaban ardientemente una palabra de
gracia y lo que contribuyó al nacimiento de la cultura europea”, aseguró.
“Ese
testimonio permanece como una fuente perenne de renovación espiritual y
misionera para el pueblo santo y fiel de Dios”.
Finalmente,
subrayó que “la tarea de dar testimonio de la Buena Noticia no es fácil. Sin
embargo, los desafíos que los cristianos de hoy tienen delante no son, a su
manera, más difíciles de los que debieron afrontar los primeros misioneros
irlandeses”.
“Pero,
como San Columbano y sus compañeros, que afrontaron aguas congeladas y mares
tempestuosos para seguir a Jesús, no nos dejemos influenciar o desanimar jamás
ante la mirada fría de la indiferencia o los vientos borrascosos de la
hostilidad”, concluyó.
Fuente:
ACI Prensa






