Sus palabras en la audiencia general de ayer
“Pronunciar el nombre de Dios quiere decir
asumir su realidad, entrar en íntima relación con él. A nosotros cristianos,
este mandamiento nos recuerda que hemos sido bautizados en el nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo, y que debemos vivir nuestra vida cotidiana en
comunión real con Dios, sin hipocresía, como los santos, cuyo ejemplo de vida
toca el corazón de todos y hace más creíble el anuncio de la Iglesia”.
Lo dijo el papa Francisco en la Audiencia General del cuarto miércoles de agosto de 2018, continuando con su ciclo de catequesis dedicadas a los Mandamientos.
“Hoy
afrontamos el mandamiento No pronunciarás en vano el nombre del
Señor, tu Dios (Ex 20,7). Justamente –afirmó el Pontífice–
leemos esta Palabra como una invitación a no ofender el nombre de Dios y a
evitar usarla inapropiadamente”.
Escuchémoslos
mejor, invitó el Papa: la versión “No pronunciarás” traduce una expresión que
literalmente significa, en hebreo como en griego, “No tomarás sobre ti, no te
harás cargo”.
Y la
expresión “en vano” es más clara, agrega el Santo Padre y significa: “sin
carga, en vano”. Se refiere a un sobre vacío, a una forma sin contenido. Es la
característica de la hipocresía, del formalismo y la mentira.
El nombre señala la verdad
íntima de las cosas y de las personas
En la Biblia el nombre señala la verdad
íntima de las cosas y de las personas. Con frecuencia indica la misión, así
Abrahán y Simón Pedro cambian su nombre cuando reciben su nueva misión.
“Conocer
verdaderamente el nombre de Dios conduce a la transformación de la propia vida
–precisó el papa Francisco– desde el momento en que Moisés conoce el nombre de
Dios, su historia cambia”.
En los ritos
hebreos, el nombre de Dios solo es proclamado solemnemente en el Día del Gran
Perdón. El pueblo es perdonado, porque a través del nombre entra en contacto
con la vida de Dios mismo que es misericordia.
Pronunciar el nombre de Dios quiere decir
asumir su realidad, entrar en íntima relación con él.
A nosotros
cristianos, este mandamiento nos recuerda que hemos sido bautizados en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y que debemos vivir nuestra vida
cotidiana en comunión real con Dios, sin hipocresía, como los santos, cuyo
ejemplo de vida toca el corazón de todos y hace más creíble el anuncio de la
Iglesia.
Una invitación a vivir una
relación con Dios sin hipocresía
Pero, para hacer creíble este anuncio, el
Papa Francisco se pregunta: ¿es posible asumir el nombre de Dios de manera
hipócrita, como una formalidad, vacía?
“La
respuesta, señala el Obispo de Roma, es por desgracia, positiva: sí, es
posible. Se puede vivir una falsa relación con Dios”.
“Y esta
Palabra del Decálogo es precisamente la invitación a una relación con Dios sin
hipocresía, una relación en la que nos encomendamos a Él con todo lo que
somos”.
“En el fondo,
hasta el día en que no arriesgamos nuestra existencia con el Señor, tocando con
la mano que en Él se encuentra la vida, hacemos sólo teorías”. Este es el
cristianismo que toca los corazones.
¿Por qué los santos son tan capaces de
tocar el corazón? Porque
en los santos vemos lo que nuestro corazón desea profundamente: autenticidad,
relaciones verdaderas, radicalidad.
Y esto se ve
también en aquellos “santos en la puerta de al lado” que son, por ejemplo,
padres que dan a sus hijos el ejemplo de una vida coherente, sencilla, honesta
y generosa.
“Si se
multiplican los cristianos que toman sobre sí el nombre de Dios sin falsedad
–practicando así la primera pregunta del Padre Nuestro, afirma el Papa, que tu
nombre sea santificado– el anuncio de la Iglesia es más escuchado y más
creíble”.
El nombre de cada uno de nosotros está sobre los hombros de
Cristo
En la cruz, Cristo ha llevado sobre sus
espaldas nuestros nombres, también todo el mal que hay en nosotros, para poner
su amor en nuestro corazón.
Así en este
mandamiento, subrayó el Pontífice, descubrimos que vale la pena tomar con nosotros
el nombre de Dios porque él nos ha llevado consigo hasta el final.
“Porque el
nombre de cada uno de nosotros está sobre los hombros de Cristo. Vale la pena
tomar sobre nosotros el nombre de Dios porque Él tomó nuestro nombre hasta el final,
incluso del mal que hay en nosotros, para poner en nuestros corazones su amor”.
“Por eso Dios
proclama en este mandamiento: Tómame sobre ti, porque yo te he tomado sobre
mí”.
Cualquiera puede invocar el santo nombre
del Señor, que es Amor fiel y misericordioso, en cualquier situación que se
encuentre. Dios nunca dirá “no” a un corazón que lo invoca sinceramente.
Antes de
concluir su catequesis, el papa Francisco saludó a los peregrinos de lengua
española provenientes de España y América Latina.
“En la fiesta
de la Coronación de la Virgen María, pidámosle a nuestra Madre del Cielo que
nos ayude a invocar el nombre de Dios en todo momento, sabiendo que Dios nunca
dejará de escuchar a quien acude a él con fe y esperanza -invitó-. Que el Señor
los bendiga. Muchas gracias”.
Vatican Media
Fuente:
Aleteia






