Para
los cristianos, recuerda el Obispo de Roma, el agua representa un elemento
esencial de purificación y de vida
Mensaje
del Papa Francisco para la Jornada Mundial de Oración por el cuidado de la
Creación 2018, que se celebró ayer 1 de septiembre, sobre dos aspectos del
agua: “El respeto del agua como elemento precioso y el acceso al agua como
derecho humano”.
“Custodiar cada día este bien valioso – el
agua – representa hoy una responsabilidad ineludible, un verdadero y auténtico
desafío: es necesaria la cooperación eficaz entre los hombres de buena voluntad
para colaborar en la obra continua del Creador… Recemos para que las aguas no
sean signo de separación entre los pueblos, sino signo de encuentro para la
comunidad humana”, lo escribe el Papa Francisco en su Mensaje para la Jornada Mundial de Oración por el
cuidado de la Creación 2018, que se celebró este 1 de septiembre,
centrado en el tema del Agua, particularmente en dos aspectos: “El respeto del
agua como elemento precioso y el acceso al agua como derecho humano”.
El don de la casa común
En
su Mensaje, el Santo Padre recuerda que esta
Jornada es un momento oportuno para agradecer al Señor por el don de la casa
común y por todos los hombres de buena voluntad que están comprometidos en
custodiarla. “Agradezco también – afirma el Pontífice – los numerosos proyectos
dirigidos a promover el estudio y la tutela de los ecosistemas, los esfuerzos
orientados al desarrollo de una agricultura más sostenible y una alimentación
más responsable, las diversas iniciativas educativas, espirituales y litúrgicas
que involucran a tantos cristianos de todo el mundo en el cuidado de la
creación”.
No hay ecología sin una
adecuada antropología
De
otro lado, el Sucesor de Pedro señala que, debemos reconocer que no hemos
sabido custodiar la creación con responsabilidad y que la situación ambiental,
tanto a nivel global como en muchos lugares concretos, no se puede considerar
satisfactoria. “Con justa razón – precisa el Papa – ha surgido la necesidad de
una renovada y sana relación entre la humanidad y la creación, la convicción de
que solo una visión auténtica e integral del hombre nos permitirá asumir mejor
el cuidado de nuestro planeta en beneficio de la generación actual y futura,
porque «no hay ecología sin una adecuada antropología»”.
El agua, un elemento tan
sencillo y precioso
En
esta Jornada Mundial de Oración por el cuidado de la creación, que la Iglesia
Católica desde hace algunos años celebra en unión con los hermanos y hermanas
ortodoxos, y con la adhesión de otras Iglesias y Comunidades cristianas, el
Papa Francisco invita a poner la atención sobre la cuestión del agua, un
elemento tan sencillo y precioso, cuyo acceso para muchos es lamentablemente
difícil si no imposible. “El acceso al agua potable y segura – subraya el
Pontífice – es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque
determina la sobrevivencia de las personas, es condición para el ejercicio de
los demás derechos humanos”.
El agua en la creación y
en el desarrollo humano
Este
elemento, señala el Papa Francisco, nos invita a reflexionar sobre nuestros
orígenes. El cuerpo humano está compuesto en su mayor parte de agua; y muchas
civilizaciones en la historia han surgido en las proximidades de grandes cursos
de agua. “Pensando en su papel fundamental en la creación y en el desarrollo
humano, siento la necesidad de dar gracias a Dios – afirma el Pontífice – por
la hermana agua, sencilla y útil para la vida del planeta como ninguna otra
cosa”. Precisamente por esto, precisa el Santo Padre, hoy más que nunca es
necesaria una mirada que vaya más allá de lo inmediato, urgen proyectos
compartidos y gestos concretos, teniendo en cuenta que es inaceptable cualquier
privatización del bien natural del agua que vaya en detrimento del derecho
humano de acceso a ella.
El agua, un elemento de
purificación y de vida
Para
los cristianos, recuerda el Obispo de Roma, el agua representa un elemento
esencial de purificación y de vida. El agua santificada por el Espíritu es la
materia por medio de la cual Dios nos ha vivificado y renovado, es la fuente
bendita de una vida que ya no muere más. Jesús, durante su misión, ha prometido
un agua capaz de aplacar la sed del hombre para siempre. Hoy, afirma el Papa,
dejemos que resuenen con fuerza en nosotros aquellas palabras que él pronunció
en la cruz: «Tengo sed» (Jn 19, 28).
“El
Señor nos sigue pidiendo que calmemos su sed, tiene sed de amor. Nos pide que
le demos de beber en tantos sedientos de hoy, para decirnos después: «Tuve sed
y me disteis de beber» (Mt 25, 35). Dar de beber, en la aldea global, no solo
supone realizar gestos personales de caridad, sino opciones concretas y un
compromiso constante para garantizar a todos el bien primario del agua”.
El imponente y maravilloso
don de las grandes masas de agua
En
esta Jornada, el Papa Francisco también invita a dar gracias al Creador por el
imponente y maravilloso don de las grandes masas de agua – de los mares y de
los océanos – y de cuanto contienen. Dirigir nuestra mente hacia las inmensas
extensiones marinas, también representa, en cierto sentido, la oportunidad de
pensar en Dios, que acompaña constantemente su creación haciéndola avanzar,
manteniéndola en la existencia.
Por
ello, custodiar cada día este bien valioso – precisa el Pontífice – representa
hoy una responsabilidad ineludible, un verdadero y auténtico desafío: es
necesaria la cooperación eficaz entre los hombres de buena voluntad para
colaborar en la obra continua del Creador. “No podemos permitir – advierte el
Papa – que los mares y los océanos se llenen de extensiones inertes de plástico
flotante. Ante esta emergencia estamos llamados también a comprometernos, con
mentalidad activa, rezando como si todo dependiese de la Providencia divina y
trabajando como si todo dependiese de nosotros”.
Jornada de oración
“Recemos
– invita el Papa Francisco – para que las aguas no sean signo de separación
entre los pueblos, sino signo de encuentro para la comunidad humana. Recemos
para que se salvaguarde a quien arriesga la vida sobre las olas buscando un
futuro mejor”. Pidamos al Señor, y a quienes realizan el eminente servicio de
la política, que las cuestiones más delicadas de nuestra época sean afrontadas
con responsabilidad. Recemos por cuantos se dedican al apostolado del mar.
Recordemos también a cuantos se ocupan de la protección de las zonas marinas,
de la tutela de los océanos y de su biodiversidad, para que realicen esta tarea
con responsabilidad y honestidad.
Finalmente,
concluye el Santo Padre, nos preocupan las jóvenes generaciones y rezamos por
ellas, para que crezcan en el conocimiento y en el respeto de la casa común y
con el deseo de cuidar del bien esencial del agua en beneficio de todos. “Mi
deseo es que las comunidades cristianas contribuyan cada vez más y de manera
más concreta para que todos puedan disfrutar de este recurso indispensable,
custodiando con respeto los dones recibidos del Creador, en particular los
cursos de agua, los mares y los océanos”.
Renato
Martínez – Ciudad del Vaticano
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