Ahí
donde Jesús encontró a la samaritana todavía hoy es posible sacar agua del pozo
Todavía
hoy es posible sentarse en el borde de piedra del antiguo pozo de Sicar,
conocido por la narración evangélica de Jesús y la samaritana. No sólo, sino
que se puede sacar agua con el cubo que un monje ortodoxo sumerge en la cavidad
de la roca y beber agua fresca que en su tiempo apagó la sed del Señor Jesús.
Una luz colocada para iluminar el hoyo del pozo, ayuda a apreciar la profundidad de unos 30 metros (correspondientes a la medida de 14 brazos que se cita en el Evangelio de Juan).
Una luz colocada para iluminar el hoyo del pozo, ayuda a apreciar la profundidad de unos 30 metros (correspondientes a la medida de 14 brazos que se cita en el Evangelio de Juan).
El
pozo de Sicar se encuentra en la cripta de la Iglesia ortodoxa de Nablus, en el
corazón de Samaría. Un lugar que tiene referencias bíblicas muy antiguas,
empezando por el tiempo de Jacob que, de regreso de Mesopotamia, adquirió un
terreno y mandó construir el pozo para dar de beber a su familia y a sus
rebaños (c.f Gn 33, 19-20). Campo que vinculó a su hijo José, que fue sepultado
cuatro siglos más tarde, cuando el pueblo judío regresó del éxodo en Egipto.
Y
precisamente en el pozo descansó Jesús, en el camino de regreso de Judea,
mientras sus discípulos iban al pueblo en busca de comida. Es muy conocida la
narración evangélica del diálogo entre el Señor y la mujer samaritana que había
ido al pozo a sacar agua (Jn 4, 5-42): “Si conocieras el don de Dios y quién es
el que te dice: «Dame de beber», tú misma se lo hubieras pedido, y él te habría
dado agua viva”.
Así,
el pozo de Sicar, sagrado para los judíos unidos al recuerdo de Jacob, se
volvió un lugar santo también para los cristianos que reconocen el signo del
paso de Jesús y la revelación de su mensaje en el agua de la vida.
Desde
entonces, las fuentes hablan de una tradición ininterrumpida de devoción, en un
primer momento dentro de una iglesia en forma de cruz ya en la época
pre-constantina, es decir, un templo de tres naves en la época de los cruzados
y, después de algunos siglos en que el santuario quedó en ruinas, se restauró
la antigua cripta por parte de los griegos ortodoxos, que adquirieron la
propiedad en 1860.
Los
trabajos de construcción de la iglesia actual comenzaron sólo en el tiempo del
primer conflicto mundial y se concluyeron en los años sucesivos.
La
iglesia presenta señales del pasado antiguo, sobre todo en las columnas que
conservan aún capiteles romanos. Son muy preciados los numerosos iconos dedicados
al encuentro de Jesús con la mujer samaritana, pero también a algunos santos.
Por Chiara
Tamagno a través de Holy Land Review
Il
Timone
Fuente: Aleteia