Entrevista a Álex Andreu, un psicólogo que estudia
para cura en Bilbao
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Alex Cara |
Cura y psicólogo. Que no es lo mismo… ¿Cómo
le va estudiar el alma y el espíritu?
Cada día estoy más convencido de que no
“tenemos” un cuerpo y un al alma y una mente, sino que “somos” cuerpo, alma y
mente: una unidad llamada persona.
Una unidad en la que, lo que
afecta a una parte se refleja en las otras. Por eso veo tan complementarias
estas áreas y tan necesarias, ya que afectan a lo más profundo del ser humano.
Se
dice que no hay más vocaciones porque la gente no tiene referentes. ¿Cuál fue
su caso?
Es verdad que a mí me ayudó ser
educado en un ambiente en el que se daba una grandísima importancia a la fe (y,
por lo tanto, a la familia y al compromiso social).
Sin embargo, no fue hasta que
conocí de primera mano el seminario que me
planteara yo la vocación sacerdotal
para mí.
Un compañero mío de colegio, del
que era y sigo siendo muy amigo, entró al seminario nada más terminar el
bachillerato y dos años después me invitó a acompañar a los seminaristas a
una peregrinación a Lourdes.
Yo acepté porque en aquella
época era estudiante de medicina y el mundo de la salud y la enfermedad siempre
me ha atraído…
Pero lo que encontré fue muy
diferente a lo que esperaba, solo tenía ojos para estos jóvenes que vivían su
vida y su fe de un modo que nunca se me había pasado por la cabeza.
De ahí que a día de hoy apueste
tanto por proponer la vocación a jóvenes a los que veo como posibles
sacerdotes.
No proponerla a bocajarro, por supuesto,
que eso asusta, pero sí buscar el momento -si surge, porque a veces
no hay modo y no hay que forzarlo- de ofrecer a otros lo que a mí me ha hecho
tan feliz.
¿Qué
es lo que da más miedo, cuando se entra en el seminario?
Mirándome a mí y a otros
compañeros, creo que la entrada en el seminario se vive con ilusión. El miedo
surge pasado el primer o segundo curso, cuando uno empieza a ver que sus amigos
tienen novia o un trabajo que puede parecer más interesante o gratificante que
las tareas del seminarista (www.seminariobilbao.org).
Este tipo de cosas se pueden
convertir en todo un mundo para el seminarista y, si no
tiene con quien compartirlas (compañeros, formadores, amigos de confianza,
familiares, el mismo Señor en la oración…), la pelota va creciendo y creciendo,
se pierde de vista la objetividad y el miedo puede vencerle a uno.
A mí me pasó, que apareció ese
miedo, esa envidia, pero apoyándome en Dios y en gente de confianza, pude ver
que esta vida me apasiona y que no simplemente renuncio, sino que opto y
apuesto por la felicidad, sabiendo que éste es mi modo.
¿Y
lo que procura más paz?
Lo
que más paz procura al entrar es tener gente que apoye tu decisión, la entienda o no: ese saberse querido
ayuda mucho, porque, la mayoría de veces sin saberlo, esas personas están
siendo medio del amor de Dios.
Según vas avanzando, ese amor va
creciendo y te enseña a ti mismo a amar de una manera nueva y más profunda,
y eso da la mayor paz. Suena tremendamente cursi, pero es así.
Un
futuro cura hoy, ¿puede prescindir de las redes sociales?
Un cura ha de conocer a las
personas a las que sirve y lo cierto es que la gran mayoría de esas personas
tienen algún tipo de relación con las redes sociales. Por tanto, no, no
creo que pueda prescindir de ellas, aunque sí que ha de evitar el riesgo de
llegar a pensar que su vocación es la de influencer en
vez de la de pastor.
Pues
ahí dejamos su Twitter, por si alguien se siente llamado:
@SeminarioBilbao
Miriam Díez Bosch
Fuente:
Aleteia