Un sacerdote ha propuesto cinco vías que pueden ayudar al católico a reconocer el rostro de Cristo que se manifiesta diariamente a su Iglesia, es decir, cinco maneras objetivas en las que podemos constatar que el Señor está presente en la vida del hombre de forma real y concreta
Estas
cinco vías, que presenta el National Catholic Register en el artículo titulado
“These
Are the Five Faces of Christ” (Estos son los cinco rostros de Cristo), no solo
se mencionan en el Catecismo de
la Iglesia Católica, sino también en el mismo Evangelio.
1. Comunidad de creyentes
Jesús
dijo: “Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de
ellos”. Por lo tanto, se puede experimentar a Cristo dentro y por medio de la
Iglesia.
“Es en
mis hermanos creyentes y en nuestra adoración conjunta que Cristo es conocido.
Mi
experiencia subjetiva personal debe ser validada por la realidad de Cristo en
la Iglesia”, indicó el autor del artículo, el P. Dwight Longenecker, párroco de
Our Lady of the Rosary en Carolina del Sur, Estados Unidos.
2. La Eucaristía
El pan
y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo. “Esto es mi
cuerpo”, enseñó el Señor.
El P.
Longenecker indica que esta realidad es simple, porque “conocemos a Cristo por
medio de la comunión y de la adoración eucarística. En esa acción nos movemos
de nosotros mismos y en comunión con la realidad objetiva de Cristo en la Eucaristía,
hecha presente en y a través de su Cuerpo la Iglesia”.
3. Las Sagradas Escrituras
“El
Verbo se hizo carne”. Por lo tanto, –indica el presbítero– “venimos a conocer a
Cristo a través del estudio de la Escritura y del escuchar la palabra de Dios. Aquí
hay otro ‘misterio de piedad’ en el que Dios me habla a través de la meditación
de su Palabra”.
4. La persona del sacerdote
Jesús
dijo a sus apóstoles: “Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a
vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que
me ha enviado”; “como el Padre me ha enviado, yo os envío”.
“Cristo
no solo envió a los apóstoles, pero está presente en ellos a través del milagro
de la ordenación y la sucesión apostólica. Es un misterio, pero allí está. Más
que nada, vemos a Cristo cuando ese sacerdote frágil y humano está celebrando
la Misa,
oyendo confesiones y haciendo lo que solo un sacerdote puede hacer”, indicó el
P. Longenecker.
5. Los pobres
“¿Quieres
experimentar el misterio de un encuentro con Cristo? ¿Quieres saber quién es
realmente Jesús? Entonces vea su rostro en la cara de los pobres. No solo
escriba un cheque a su organización benéfica favorita. Salgan, encuéntrenlos y
conocerán a Cristo. Porque ‘cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis
hermanos, lo hicieron conmigo’”, concluyó el P. Longenecker.
Fuente: ACI