Palabras del Papa antes de
la oración mariana
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| Ángelus del 11 de noviembre de 2018, captura Vatican Media |
Durante
el Ángelus de este domingo, 11 de noviembre de 2018, el Papa Francisco afirmó
que “Dios no mide la cantidad sino la calidad, examina el corazón, mira la
pureza de las intenciones”.
Introduciendo
la oración mariana desde una ventana del palacio apostólico que da a la plaza
de San Pedro, a la que asistieron unas 20.000 personas, el Papa meditó sobre el
Evangelio del día, episodio de la viuda que dio dos pequeñas monedas en el
tesoro del templo.
“Cuando
estamos tentados del deseo de aparecer y de contabilizar nuestros actos de
altruismo, cuando estamos demasiado interesados en l mirada de los demás y, permítanme la expresión, cuando nos hacemos los ” pavos”, piensen en esta mujer,
dijo el Papa … nos ayudará a despojarnos de lo superfluo para ir a lo
que realmente importa, y seguir siendo humildes”.
Y
ha añadido: nuestro “don” a Dios en la oración y a los otros en la caridad
siempre debe tener horror al ritualismo y al formalismo, así como a la lógica
del cálculo, y debe ser una expresión de gratitud”.
Aquí
está nuestra traducción de las palabras habladas por el Papa.
A
K
Palabras del Papa antes
del Ángelus.
Queridos
hermanos y hermanas, ¡Buenos días!
El
episodio evangélico del día (ver Mc 12, 38-44) concluye la serie de enseñanzas
impartidas por Jesús en el templo de Jerusalén y resalta dos figuras opuestas:
el escriba y la viuda. ¿Por qué se oponen? El escriba representa a
las personas importantes, ricas e influyentes; la otra, la viuda, representa a
los pequeños, a los pobres, a los débiles. De hecho, el juicio resuelto de
Jesús contra los escribas no concierne a toda la categoría de escribas, sino
que se refiere a aquellos que alardean de su posición social, que se
enorgullecen del título de “rabino”, es decir, maestro, a quienes les gusta ser
venerados y ocupar los primeros lugares (ver versos 38-39). Lo peor es que
su ostentación es sobre todo de naturaleza religiosa, porque rezan, dice Jesús
“por apariencia” (v.40) y usan a Dios para que se aclamen a sí mismos como los
defensores de su ley. Y esta actitud de superioridad y vanidad les lleva a
despreciar a los que cuentan poco o se encuentran en una posición económica
desventajosa.
Jesús
desenmascara este mecanismo perverso: denuncia la opresión de los débiles
basada en motivos religiosos, diciendo claramente que Dios está del lado de los
más pequeños. Y para imprimir bien esta lección en la mente de los
discípulos, él les ofrece un ejemplo viviente: una viuda pobre, cuya posición
social era insignificante porque estaba privada de un marido que podía defender
sus derechos, y así se convirtió en presa fácil para algún acreedor sin
escrúpulos. Esta mujer, que pondrá dos piezas en el tesoro del templo, todo
lo que le quedó, y hará su ofrenda buscando pasar desapercibida, casi
avergonzada. Pero precisamente en esta humildad, ella realiza un acto de
gran importancia religiosa y espiritual. Este gesto lleno de sacrificio no
escapa a la mirada de Jesús atenta, que en él ve brillar el don total de si
mismo al que quiere educar a sus discípulos.
La
enseñanza que Jesús nos ofrece hoy nos ayuda a encontrar lo que es esencial en
nuestras vidas y promueve una relación concreta y cotidiana con Dios. Las
balanzas del Señor son diferentes a las nuestras. Pesa de manera diferente
a las personas y sus acciones: Dios no mide la cantidad sino la calidad,
examina el corazón, mira la pureza de las intenciones. Esto significa que
nuestro “dar” a Dios en la oración y a los demás en la caridad debería evitar
siempre el ritualismo del formalismo, así como a la lógica del cálculo, y debe
ser una expresión de gratuidad, como lo hizo Jesús con nosotros: nos salvó
gratuitamente, no nos hizo pagar la redención. Él nos salvó de forma gratuita. Y
nosotros, debemos hacer las cosas como expresión de gratuidad. Por eso,
Jesús señala a esta viuda pobre y generosa como modelo de vida cristiana para
imitar. De ella, no sabemos el nombre, pero conocemos su corazón, la
encontraremos en el Cielo y sin duda iremos a saludarla; y eso es lo que
cuenta ante Dios.
Cuando
nos sentimos tentados por el deseo de aparecer y contar nuestros actos de
altruismo, cuando estamos demasiado interesados en la mirada de los demás pensemos en esta mujer
y, permítanme decir, cuando nos hagamos “pavos reales”, piensen en
esta mujer. Nos hará bien; Nos ayudará a despojarnos de lo superfluo
para ir a lo que realmente importa, y seguir siendo humildes.
Que
la Virgen María, mujer pobre que se ha entregado totalmente a Dios, nos ayude a
decidir dar al Señor y a los hermanos, no algo de nosotros, sino de nosotros
mismos, en una ofrenda humilde y generosa.
Raquel
Anillo
Fuente:
Zenit






