El 7º mandamiento significa “ama con tus bienes”
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| Audiencia General, 7 Nov. 2018 © Vatican Media |
“Lo que nos
hace ricos no son los bienes sino el amor”, ha indicado el Papa Francisco esta
mañana, en la audiencia general celebrada a las 9:30 horas en la Plaza de
San Pedro, antes miles de peregrinos y fieles de Italia y de todo el mundo.
El Santo Padre,
continuando el ciclo de catequesis sobre los mandamientos ha hablado del
séptimo mandamiento: “No robarás” a la luz del pasaje bíblico de la Primera
carta de San Pablo apóstol a Timoteo 6, 7-10).
En la doctrina
social de la Iglesia se habla del destino universal de los bienes.
“¿Qué significa esto?”, ha planteado Francisco. El Catecismo
dice: “El destino universal de los bienes continúa siendo
primordial, aunque la promoción del bien común exija el respeto de la propiedad
privada, de su derecho y de su ejercicio”.
El Papa
advierte de que empieza por “el amor al dinero”, la “fama que hay que poseer”;
luego llega la vanidad: “Ah, soy rico y presumo de ello”; y al final, el
“orgullo” y la “soberbia”. Así actúa el diablo en nosotros.
Si no puedo dar
algo, es porque eso me posee, “tiene poder sobre mí y me esclaviza”, ha
señalado el Pontífice. La posesión de los bienes es una “oportunidad para
multiplicarlos con creatividad y usarlos con generosidad, y así crecer en amor
y libertad”.
«No robarás» significa: ama con tus bienes, aprovecha tus medios para amar como
puedas. Entonces tu vida será buena y la posesión se convertirá verdaderamente
en un don. Porque la vida no es el tiempo de poseer sino de amar, ha comentado
Francisco.
RD
A continuación,
ofrecemos el texto de la catequesis traducida al español por la Oficina de
Prensa del Vaticano.
***
Catequesis del
Papa Francisco
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Continuando con
la explicación del Decálogo, hoy llegamos a la Séptima Palabra: “No
robarás”. Al escuchar este mandamiento, pensamos en el robo y el
respeto por la propiedad de otros. No hay cultura en la que el robo y el abuso
de bienes sean lícitos; en efecto, la sensibilidad humana es muy
susceptible por lo que respecta a la defensa de la posesión.
Pero vale la pena
abrirnos a una lectura más amplia de esta Palabra, centrándonos en el tema de
la propiedad de los bienes a la luz de la sabiduría cristiana.
En la doctrina
social de la Iglesia se habla del destino universal de los bienes.
¿Qué significa esto? Escuchemos lo que dice el Catecismo: “Al comienzo Dios
confió la tierra y sus recursos a la administración común de la humanidad para
que tuviera cuidado de ellos, los dominara mediante su trabajo y se beneficiara
de sus frutos (cf. Gen 1, 26-29). Los bienes de la creación
están destinados a todo el género humano “(No. 2402). Y nuevamente: “El destino
universal de los bienes continúa siendo primordial, aunque la
promoción del bien común exija el respeto de la propiedad privada, de su
derecho y de su ejercicio”. (No. 2403).
La Providencia,
sin embargo, no ha organizado un mundo en “serie”, existen diferencias,
condiciones diversas, culturas distintas, por lo que se puede vivir ayudándose
unos a otros. El mundo es rico en recursos para asegurar a todos los bienes
primarios. Sin embargo, muchos viven en una situación de pobreza escandalosa y
los recursos naturales, mal utilizados, se van deteriorando. ¡Pero el mundo es
uno solo! ¡La humanidad es solo una! La riqueza del mundo, hoy, está en manos
de una minoría, de pocos, y la pobreza, todavía más, la miseria y el
sufrimiento, de tantos, de la mayoría.
Si hay hambre
en la tierra, ¡no es porque falten alimentos! De hecho las necesidades del
mercado a veces llevan a destruirlos, a tirarlos. Lo que falta es una
iniciativa empresarial libre y con visión de futuro, que garantice una
producción adecuada y un enfoque solidario que asegure una distribución
equitativa. El Catecismo también dice: “El hombre, al servirse de esos bienes,
debe considerar las cosas externas que posee legítimamente no sólo como suyas,
sino también como comunes, en el sentido de que puedan aprovechar no sólo a él,
sino también a los demás” ( Nº 2404). Toda riqueza, para ser buena, debe tener
una dimensión social.
En esta
perspectiva, aparece el significado positivo y amplio del mandamiento No
robarás. “La propiedad de un bien hace de su dueño un
administrador de la providencia” (ibíd.). Nadie es dueño
absoluto de los bienes: es un administrador de los bienes. La posesión es
una responsabilidad: “Pero yo soy rico de todo…” – esta es una
responsabilidad que tienes-. Y todo bien sustraído a la lógica de la
Providencia de Dios es traicionado, traicionado, en su sentido más profundo. Lo
que poseo realmente es lo que sé dar. Esta es la medida para saber si
administro bien o mal las riquezas; esta palabra es importante: lo que
realmente poseo es lo que sé dar. Si yo sé dar, si estoy abierto, entonces soy
rico, no solamente de lo que poseo, sino también de generosidad, generosidad
también como un deber de dar riqueza para que todos participen de ella. De
hecho, si no puedo dar algo, es porque eso me posee, tiene poder sobre mí y me
esclaviza. La posesión de los bienes es una oportunidad para multiplicarlos con
creatividad y usarlos con generosidad, y así crecer en amor y libertad.
Cristo mismo, a
pesar de ser Dios, “no retuvo ávidamente el ser igual a Dios, sino que se
despojó de sí mimo” (Fil. 2, 6-7) y nos enriqueció con su pobreza (cf. 2 Co 8, 9).
Mientras la
humanidad se afana por tener más, Dios la redime haciéndose pobre: ese Hombre
Crucificado ha pagado por todos un rescate inestimable por parte de Dios Padre,
“rico en misericordia” (Ef. 2, 4, ver St.5, 11). Lo que nos hace ricos no son
los bienes sino el amor. Muchas veces hemos escuchado lo que dice el Pueblo de
Dios: “El diablo se cuela por los bolsillos”. Se empieza por el amor al dinero,
la fama que hay que poseer; luego llega la vanidad: “Ah, soy rico y presumo de
ello”; y al final, el orgullo y la soberbia. Así actúa el diablo en nosotros.
Pero la puerta son los bolsillos.
Queridos
hermanos y hermanas, una vez más Jesucristo nos revela el pleno sentido de las
Escrituras. «No robarás» significa: ama con tus bienes,
aprovecha tus medios para amar como puedas. Entonces tu vida será buena y la
posesión se convertirá verdaderamente en un don. Porque la vida no es el tiempo
de poseer sino de amar. Gracias
Rosa Die Alcolea
© Librería Editorial Vaticano
Fuente: Zenit






