Un
vistazo al origen de las clásicas túnicas marrones de los franciscanos
Hans Splinter | CC BY-ND 2.0 |
Como
dicta el derecho canónico, todas las numerosas órdenes religiosas que existen
dentro de la Iglesia católica llevan su propio atuendo distintivo, según las
costumbres y leyes de su institución.
Aunque
a veces pueda resultar difícil estar al tanto de todos los detalles, las
túnicas religiosas más reconocibles quizás sean las gruesas marrones que visten
los frailes franciscanos, que suelen ir atadas con un cordón de tres nudos y
acompañadas de unas sandalias. Podemos reconocer las túnicas de unos franciscanos
a 100 metros de distancia, pero, ¿cómo llegó el marrón a ser el color normativo
de su orden?
Vivir con sencillez
Los
frailes franciscanos viven su vida en solidaridad con los pobres, asumiendo
votos de pobreza y viviendo con pocas posesiones. La Regla de san
Francisco no prescribe ningún color particular para la orden, pero sí invita a
sus miembros a llevar “ropas humildes”, a vestirse “con hábitos viles”. Los
franciscanos sirven al pobre a su mismo nivel y no ayudaría a su misión ir
vestidos con ropas finas mientras sirven al desprovisto.
Los tonos tierra reflejan
el cuerpo terrenal
Toda
orden que asume un voto de pobreza lo hace para demostrar que las posesiones no
son lo que nos define y para seguir las palabras de Cristo en Mateo 19,
21:
“Si
quieres ser perfecto, ─le dijo Jesús─, ve, vende todo lo que tienes y dalo a
los pobres: así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme”.
OFM.org, sitio
web oficial de la Ordo Fratrum Minorum, cita a un biógrafo que menciona la
admiración de san Francisco por la alondra común, sugiriendo que el marrón
refleja la vida terrenal y las obras de la orden para aliviar el sufrimiento
mundano:
“Su
plumaje es de color tierra. Ella da a los religiosos el ejemplo de que no deben
tener hábitos elegantes y finos, sino de color mortecino, como la tierra”.
Al principio, marrón es
todo lo que tenían
San
Francisco inició su orden hace unos 809 años, en 1209. En aquel entonces, los
campesinos suministraban de túnicas a los hermanos, unos aldeanos por cierto
que, a menudo, no eran mucho más ricos que los franciscanos. Los colores más
comunes que usaba la clase campesina de la Edad Media eran diferentes tonos de
gris y marrón, dependiendo del origen de la lana empleada. La tela sin teñir
era la más barata disponible. La túnica que llevó san Francisco conservada en
la basílica de Nuestra Señora de los Ángeles es gris. Los franciscanos, cuya
ropa debe ser funcional y duradera, no se preocuparon por el color, pero a
medida que su influencia crecía, el marrón simplemente se convirtió en “su
color”.
El
color servía también a otro propósito. Cuando la orden comenzó, los hermanos
vivían entre los leprosos en la colonia de Rivo Torto, cerca de Asís, y pasaban
gran parte de su tiempo escalando la región montañosa de Umbría con el fin de
aliviar a los necesitados. Los frailes a menudo dormían en la tierra, por lo
que el color marrón era útil para ayudarles a mantener un aspecto relativamente
limpio.
Los
Frailes Franciscanos de la Renovación, una rama más reciente de los seguidores
de Francisco, son conocidos por sus hábitos grises.
El cinturón
Otro
rasgo distintivo de la vestimenta franciscana es el cinturón, un largo cordón
con tres nudos atados que se lleva alrededor de la cintura. Mientras el
cinturón ayuda de verdad a mantener las túnicas cerradas en los días ventosos,
los tres nudos representan la Pobreza, la Castidad y la Obediencia, las tres
piedras angulares de la Orden Franciscana.
El capucho
Aunque
la mayoría de los hábitos franciscanos tienen un capucho adherido, una rama
franciscana se distingue por la longitud de estos capuchos. Los franciscanos
capuchinos reciben su nombre de este rasgo distintivo y, a su vez, han dado
nombre al mono capuchino (que parece llevar capucha) y al cappuccino, la
bebida de café que imita la coloración del hábito franciscano.
J.P.
Mauro
Fuente:
Aleteia