¿Quién espera que nazca Jesús? ¿Cómo interpretar todas las
cosas difíciles que suceden en mi vida? ¿Cómo interpretar las voces de Dios que
claman ante mí?
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Geralt | CC0 |
Quisiera tener el don de saber descifrar
los signos en este mundo en el que todo sucede tan de prisa.
Hoy escucho: “Habrá
señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra”. Hay
muchas señales en mi día. Muchos signos de esperanza y otros muchos de
desesperanza.
Miro alrededor. Y veo muertes,
guerras, persecuciones. Hambre, pobreza, injusticia. Y yo tiemblo. ¿Dónde
queda la esperanza? ¿Dónde nace el reino de Dios? ¿Quién espera que nazca
Jesús?
¿Cómo
interpretar todas las cosas difíciles que suceden en mi vida? ¿Cómo interpretar las voces de Dios que
claman ante mí?
Busco respuestas.
A menudo deseo que otros me
muestren el sentido de lo que sucede. Que me lo expliquen todo. Que me hagan
ver lo que quiere Dios de mí.
Me
gustaría ser más sabio. Tener más luz en la mirada, en el alma. Me gustaría
tener más respuestas y menos preguntas.
Miro al cielo queriendo ver a
Dios escondido. Creo que, para saber leer las señales de Dios en mi
vida, tengo que estar cerca de la fuente de la que brota el agua.
Más unido a Dios.
Decía el padre José Kentenich: “En
tiempos en los que no se quiere saber nada de Dios, ¡qué hermoso es ser una
persona colmada de Dios!”[1].
Para
saber discernir necesito estar unido a Jesús, colmado de su amor. Es la luz que empieza
en el Adviento. La primera vela da un poco de luz para discernir.
Como decía el papa Benedicto
XVI: “Así
pues, el ser cristiano implica salir del ámbito de
lo que todos piensan y quieren, de los criterios dominantes, para entrar en la
luz de la verdad sobre nuestro ser”[2].
Lo que todos piensan. El
criterio que está de moda. La forma de mirar la vida. El mismo ángulo. Lo que
no desentona.
Ser cristiano implica un cambio
de perspectiva. Salir de la mirada que tienen todos para mirar la vida con los
ojos de Dios. Es un cambio radical.
Comenta el papa Francisco: “Lo
que interesa es que cada creyente discierna su propio camino y saque a la luz
lo mejor de sí, aquello tan personal que Dios ha puesto en él”[3].
Una mirada sobre la vida que me
ayude a interpretar correctamente el querer de Dios. La luz
de una vela no es bastante. Pero ya es algo. Una luz en la
oscuridad acaba con las tinieblas. Una tenue luz basta para rasgar el velo de
la noche.
A veces creo que no tengo tanta
luz en mi alma. Más bien penumbra y oscuridad. Estoy ciego y no sé ver bien
cómo soy. No sé lo que Dios ha puesto en mí como semilla, como esperanza.
Busco a tientas una salida hacia
la luz. ¿Por dónde va mi camino de Adviento? ¿Qué quiere Dios que busque y encuentre en
estos días de espera?
Me pongo en camino no con mucha
luz. Sí con esperanza. Quiero que la luz de Dios brille en mí con
fuerza.
La primera vela. A mi alrededor
quiero poner luz. Me gusta aclarar. Crear espacios abiertos llenos de
esperanza. Me gusta que mi voz anime a los demás. Unas gotas de agua fresca en
la sed del desierto. Un poco de alegría en medio de las lágrimas.
No sé si siempre mis palabras lo
logran. Me decido en este Adviento. Quiero dar luz, no sembrar sombras. Quiero
dar alegría, no contagiar tristezas. Quiero hacer de mi camino un surco de
esperanza en medio de tantos signos que quitan la ilusión.
Me gusta mirar así la vida.
Comienzo mi camino de Adviento hacia Belén. Quiero coger en mis manos la
estrella que marca el camino. Una estrella que ilumina en medio de la noche.
Quiero aspirar a lo máximo como
me dice el Padre Kentenich: “Siempre fue la misma idea, apuntar hacia
las estrellas, el radicalismo. Y cuando en el pasado hubo flores y frutos,
siempre provinieron de ese espíritu de heroísmo”[4].
Una
radicalidad, una generosidad de vida que ilumine el camino para otros. Es el sentido de mi vida.
El Adviento me da fuerzas para
mostrar a otros la esperanza. Primero yo la siembro en mi alma. Y su presencia
ilumina.
Cantamos en el Adviento: “Ostende
nobis, domine, misericordiam tuam et salutare tuum da nobis”. Muéstranos,
Señor, tu misericordia y danos tu salvación. Así comienzo el camino.
“Déjame
ver, Señor, con tu luz el sentido de mi vida”. Se lo pido a Dios en este primer domingo.
Quiero más luz y menos sombras. Más alegrías y menos tristezas. Más
esperanza y menos dolor.
[3] Papa Francisco, Exhortación
Gaudete y Exultate
Carlos Padilla Esteban
Fuente:
Aleteia