Una docena de seminaristas relatan su experiencia vocacional en el
libro Se buscan rebeldes. Y luego…, que sea lo que Dios quiera,
escrito por su compañero Ignacio Amorós y publicado recientemente por Ediciones
Rialp
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| Ignacio Amorós en Burundi |
Para el autor, «encontrar el camino de rebeldía que propone Jesús, es
encontrar el camino de la verdadera felicidad».
A Jairo Calero
Sequeira, de Nicaragua, le disparó Dios en medio de una pelea. La bala impactó
físicamente en uno de sus amigos, que cayó al suelo pocos segundos después de
que un narcotraficante desenfundara su pistola.
Pero él recibió un impacto del
Señor directo al alma: «Apoyado sobre un poste de luz en medio de la calle, sin
creerme lo que acababa de pasar, me pregunté qué hacía yo allí, a qué estaba
dedicando mi vida, a dónde me llevarían las consecuencias de esa vida
desenfrenada… Podían ser irreversibles.
Dios me golpeaba la conciencia y sentí
el vacío de tenerlo muy lejos de mí. Pero, ¿podría hablarme en medio de una
pelea? Sí, y sentí su presencia, y su protección». Poco después, Jairo inició
un camino de conversión que le terminó llevando al seminario.
Su historia,
así como la de un seminarista Indonesio de familia conversa del islam, la de un
japonés ateo que se convirtió estudiando la historia de la Iglesia o la de un
cordobés que rechazó la posibilidad de jugar en el Real Madrid por irse al
seminario, son algunas de las experiencias vocacionales recogidas en el
libro Se buscan rebeldes. Y luego…, que sea lo que Dios quiera. La
obra, escrita por Ignacio Amorós –compañero de todos los protagonistas en el
Seminario Internacional Bidasoa– en colaboración con Alfonso Sánchez-Rey,
párroco de Nuestras Señora de la Moraleja, acaba de ser publicada recientemente
por la editorial Rialp.
«En estas
historias personales a las que te vas a asomar, descubrirás mucha magnanimidad
y valentía. Pero te equivocarías si interpretases que estos testimonios han
sido escogidos entre gente de otra pasta; una especia de selección de
“supermanes”… De eso nada. La explicación es otra. Al ser humano le atrae todo
lo grande, pero no por vanidad o por vanagloria, sino porque llevamos inscrita
en nuestro ADN la vocación al infinito», escribe el obispo de San Sebastián,
monseñor José Ignacio Munilla, en el prólogo.
Desde la
perspectiva del autor, el testimonio de sus compañeros revela que «Jesús sigue
triunfando en el mundo, en todos los países y culturas del mundo, y en la vida
de muchas personas». Sigue triunfando, incluso, «a pesar de los escándalos de
la Iglesia o del enfriamiento vocacional que se vive en Occidente», asegura.
En esta misma
línea, el seminarista es optimista respecto al descenso del número de
sacerdotes en España y en Europa. Los datos, bien es cierto, «hablan de una
caída importante del número de presbíteros», que provoca que en la actualidad
estemos «viviendo una situación dramática». Sin embargo, «en términos globales,
el panorama es muy esperanzador», opina Amorós. «Según el Anuario Pontificio
hay cerca de 420.000 sacerdotes. Nunca ha habido tantos sacerdotes católicos en
el mundo como ahora».
Respecto de los
escándalos de la Iglesia, el autor reconoce el «momento convulso» que vive la
institución y confiesa que «hemos sufrido mucho a causa de los pecados de
algunos ministros, que realmente han cometido barbaridades». Al mismo tiempo,
cree que con los sacerdotes pasa «como con los aviones, que no son noticia los
miles de aviones que están surcando al cielo y llevando gente de un lado para
otro y solo es noticia el que se estrella».
Rebeldes del
amor de Dios
Frente a una
cosa y la obra, el libro pretende «dar gloria a Dios» y «presentar la vocación
al sacerdocio como lo que es, la aventura de unos rebeldes del amor de Dios que
quieren dar la vida por Jesús, el mayor rebelde de la historia, y llevar a las
almas del cielo». Así, Ignacio Amorós piensa que «hoy hay que ser rebelde para
irse al seminario», dice aludiendo al título del libro.
En este
sentido, recuerda «a un chaval joven que un día me dijo: “Chete, yo quiero ser
buen católico, pero es muy difícil porque soy muy rebelde”». Parafraseando a
san Josemaría Escrivá, el seminarista contestó: «Rebelde soy yo, que no me da
la gana vivir como un egoísta; rebelde soy yo, que no me da la gana vivir como
un animalito; rebelde soy yo, que no vivo solo para el dinero; rebelde soy yo,
que procuro dar soluciones a los problemas; rebelde soy yo, que intento vivir
como un hijo de Dios; que intento dar la vida por los demás…».
Sínodo de los
jóvenes
Chete Amorós se
refiere por último al Sínodo de los jóvenes, un evento que revela que «tanto el
Papa como la Iglesia están preocupados de ver a muchísimos jóvenes que no
tienen un sentido en su vida, que están vacíos; preocupados por el gran número
de jóvenes que acaban en la cárcel o se suicidan».
Ante tales
circunstancias, «en el Sínodo ha destacado la fuerza y la alegría del Papa
Francisco para anunciar a los jóvenes que la felicidad la encontramos en el
amor de Dios», asegura. «Encontrar ese camino de rebeldía que propone Jesús, en
el fondo, es encontrar el camino de la verdadera felicidad».
José Calderero
de Aldecoa
Fuente: Alfa y
Omega






