Algunas
aclaraciones sobre la llamada "lengua de los ángeles"
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| Hans Memling (circa 1433 –1494) |
¿Los ángeles hablan
y manifiestan sus pensamientos a los demás? Marcello
Stanzione, en Pillole di saggezza sugli angeli (edizioni Segno) aclara
algunos aspectos del lenguaje angélico.
Ante todo, hay que aclarar que,
según varios testimonios llegados hasta nosotros, los ángeles hablan.
De san Pablo a la Virgen
San Pablo se
refiere a la “lengua de los ángeles”. De las Sagradas Escrituras deducimos que
los ángeles hablan a los hombres cada vez que son enviados como mensajeros de
Dios a este mundo. Los ejemplos son numerosos: el arcángel Rafael y Tobías,
el arcángel Gabriel y san Zacarías, y la Virgen María;
un ángel habló a san Pedro, etc.
El anuncio de Belén
Y después, el
episodio más conocido que se nos ha transmitido por los Evangelios. En el
nacimiento de Cristo, el
mensajero celestial de alegría y de la buena noticia, un ángel del Señor,
anunció el nacimiento del Salvador del mundo a algunos pastores en los campos
alrededor de Belén.
En esta ocasión,
“una multitud del ejército celestial” se escuchó cantar por primera vez himnos
y alabar a Dios, diciendo: “Gloria a Dios en
lo alto del cielo, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.”
Voces humanas y palabras mentales
La naturaleza del
lenguaje angélico sigue siendo, con todo, poco conocida. Cuando los ángeles se
aparecen a los hombres, hablan: 1) lenguaje
humano, el lenguaje hablado por el destinatario. Se produce el sonido de la
voz humana, y cuando la aparición angélica es sensible, tangible, se pronuncian
palabras humanas; 2) las palabras
mentales, la transmisión de ideas, en cambio, se usan en el caso de
imaginaciones y visiones mentales.
“lluminación”
Los ángeles no
conversan entre sí con un lenguaje humano, con palabras que fluyen de la boca,
pues son incorpóreos e inmateriales. ¿Cuál es, entonces, su lenguaje? De las
varias teorías elaboradas por los académicos para explicar el lenguaje de los
ángeles, la propuesta por santo Tomás de Aquino parece ser la más aceptable.
Santo Tomás
sostiene que los ángeles hablan entre sí por
un sencillo acto de voluntad, abriendo sus mentes y revelando cualquier
idea que quieran transmitir a los demás de su misma naturaleza. Este lenguaje angélico, o conversación, se
llama iluminación.
La explicación de Dionisio
Dionisio se refiere a esta manera de hablar cuando
escribe: “Las órdenes inferiores de los seres celestiales (o sea, los ángeles)
reciben la comprensión de las obras divinas por parte de los seres superiores
de una manera adecuada, y los más altos son proporcionalmente iluminados en los
Misterios Divinos por el mismo Dios altísimo”.
Esta forma de expresión, el
lenguaje angélico, puede parecernos demasiado débil y confuso a nosotros que
estamos acostumbrados al sonido material y a las palabras de la boca. Sin
embargo, es mucho más fuerte, claro y perfecto que cualquier otro lenguaje
humano, aun cuando
éste sea usado por los hombres más cultos y expertos.
Transmisión “angélica” de las ideas
Nuestras palabras
que salen de la boca no son sino símbolos de las ideas que tenemos en nuestra
mente y que intentamos manifestar a los demás. Los símbolos y las palabras a
menudo son inadecuados para expresar todo el pensamiento, o bien ambiguos o no bien
comprendidos por el que escucha.
Ser capaces de
abrir la propia mente y de revelar todo el pensamiento, tal como es, sin el
canal del simbolismo, el sonido y las palabras, es la más alta y mejor forma de
expresión. Este, en
resumen, es el intercambio de ideas sin palabras, el lenguaje de los ángeles.
Dulce melodía
Igual que, con el
consentimiento o la orden de Dios, los ángeles pueden asumir formas humanas
cuando se aparecen a los hombres, de la misma forma se les permite producir una
voz humana y hablar nuestro lenguaje humano, tal
y como revelan las apariciones angélicas documentadas.
Por el mismo consentimiento
divino, y en virtud de sus poderes naturales, los ángeles pueden
reproducir lo que al oido humano parece una dulce melodía o una música encantadora, como
se sabe por las vidas de algunos santos.
Gelsomino del Guercio
Fuente:
Aleteia






