En honor de nuestra Madre Santísima, es la más popular de todas las Letanías, llamada así porque se usó por primera vez en el Santuario de Loreto
Letanía es una palabra griega que significa
oración, especialmente oración hecha en común, significa también procesión,
porque esta manera de orar se usa en las procesiones. El uso de las Letanías es
antiquísimo, se remonta a los primeros siglos de la Iglesia. La más antigua es
la Letanía de los santos, pero hay otras también aprobadas por la Santa
Iglesia.
En
honor de nuestra Madre Santísima, conocemos la más popular de todas las
Letanías, la Lauretana, que es llamada así en las Constituciones de los Sumos
Pontífices: Sixto V, Clemente VIII, Alejandro VII, etc., porque se usó por
primera vez en el Santuario de Loreto.
La
Letanía Lauretana se compone de una serie de invocaciones a María, de títulos
de honor que los santos Padres le dieron, títulos que se fundan principalmente
en la única e incomunicable dignidad de María Madre de Dios. Con ellos honramos
su persona e invocamos su poderosa intercesión.
Las
primeras invocaciones son a Dios adorable Trinidad ... y a Cristo Redentor,
para dar a entender que de Dios nos llega todo bien y que Cristo es la fuente
de toda gracia.
Las
invocaciones a María, pueden dividirse en seis grupos:
1°.
- Las primeras abarcan, en resumen, todas sus grandezas (Santa María, etc.).
2°.
- Siguen sus atributos como Madre (Madre de Jesucristo, etc..).
3°.
- Se saluda luego a María Virgen (Virgen prudentísima, etc.).
4°.
- Las prerrogativas de nuestra Señora son representadas por imágenes o símbolos
(espejo de justicia, etc.).
5°.
- Se le exalta en sus relaciones con la Iglesia Militante (salud de los
enfermos, etc.).
6°.
- Finalmente, se celebra su gloria en la Iglesia triunfante (Reina de los Ángeles,
Reina de los Patriarcas, Profetas, etc.)
Esta
bellísima oración a María se cierra con una triple invocación a su Divino Hijo,
CORDERO DE DIOS que quita los pecados del mundo, para que nos perdone, nos
escuche y tenga misericordia de nosotros que tantas veces hemos pecado.
En
el transcurso de los años, los Papas añadieron algunas invocaciones, ej. Cuando
Europa fue invadida por los turcos, se añadió: Auxilio de los cristianos:
después de la definición del Dogma de la Inmaculada Concepción: Reina concebida
sin pecado original; después de haber sido consagrado el mes de Octubre al
Santo Rosario. Reina del santísimo Rosario: cuando ardía la primera Guerra
mundial: Reina de la Paz: con motivo de la definición del Dogma de la Asunción:
Reina llevada al cielo en cuerpo y alma.
Recitar
la Letanía es ante todo dar gloria a Dios que tanto ensalzó a su Madre
Santísima; es darle gracias a Ella y por Ella. Es alabarla, admirarla y pedirle
su protección, es reconocer y meditar sus virtudes, movernos a imitarla, en
cuanto es posible a nuestra humana debilidad, es pedir a Dios y a Ella gracia y
protección para llevar a cabo lo que es imposible a nuestras propias fuerzas.
Es
una oración corta y muy fácil para quien la medita, es una oración rica de
santos pensamientos y de afectos sobrenaturales.
Señor,
ten piedad de nosotros (al Padre). Cristo, ten piedad de nosotros (al Hijo).
Señor,
ten piedad de nosotros (al Espíritu Santo). Así empiezan las Letanías.
Antes
de abrir los labios para alabar a María hemos de preocuparnos ante todo, de
conseguir de la misericordia de Dios que se apiade de nosotros ... que nos
conceda su gracia y su perdón.
"Cualquier
cosa que pidiereis al Padre, os la concederá", pero recordemos que
Jesucristo añade "en mi nombre"
Interpongamos
conscientemente esta mediación de Cristo, el Único que puede darle eficacia.
Repitamos con ardorosa fe y con humildad el grito de PIEDAD ¡Señor, ten piedad'
¡Cristo, ten piedad!, Señor, ten piedad!
CRISTO, ÓYENOS - CRISTO,
ESCÚCHANOS
Para
que Jesús nos oiga es necesario tener un corazón contrito. Si no estamos
actualmente en gracia de Dios, propongámonos reconquistarla y apartemos el
corazón de la culpa. Si tenemos odio, si alimentamos venganza, etc., no podemos
pretender que El nos oiga. Hagamos el propósito de recibir el sacramento de la
Confesión lo más pronto posible.
Ser
escuchados no es lo mismo que ser oídos. Ser escuchados es como el colmo de la
bondad de Cristo para nosotros. El desea que lo que le pedimos sea con
atención, no estar distraídos, que lo que pronuncian nuestros labios esté en la
mente y en el corazón.
PADRE CELESTIAL QUE ERES
DIOS, TEN PIEDAD DE NOSOTROS.
Le
decimos Padre Celestial .... Esta palabra nos hace admirar la Infinita grandeza
y la Infinita benignidad de Dios que aun habitando en una Luz inaccesible,
atiende a la voz suplicante de sus criaturas ... de sus hijos .... con su amor
Paterno.
HIJO REDENTOR DEL MUNDO
QUE ERES DIOS, TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Invocamos
al Hijo no solamente como Dios, sino también como Hombre - Dios ... como
REDENTOR.
El
Hijo de Dios vino a librarnos de la esclavitud del pecado. Él es el Cordero de
Dios que quita los pecados del mundo. Con su Pasión y Muerte nos mereció el
perdón y ahora por medio de la gracia obtenemos mucho más de lo que habíamos
perdido. ¡Divino Redentor! ... ¡Amado Redentor! Líbranos de la esclavitud de
nuestras culpas actuales.
ESPÍRITU SANTO QUE ERES
DIOS, TEN PIEDAD DE NOSOTROS.
Dios
es amor, dice San Juan (1 J 4, 16). En la admirable obra de la reconciliación
del hombre con Dios, entre todos los atributos de la divinidad, está el Amor
Infinito de Dios que busca la oveja descarriada y como el perdón de los pecados
es obra del AMOR y de la BONDAD Infinita de Dios se atribuye al Espíritu Santo,
Amor substancial del Padre y del Hijo.
La
misericordia de Jesús para los pecadores y las parábolas en las cuales quiso
expresarla en páginas eternas para consuelo de todas las ovejas descarriadas,
son la expresión más bella del AMOR que perdona. Dios nos perdona siempre y nos
llama, nos sale al encuentro, nos acoge, nos retorna su amistad y nos devuelve
la dignidad de hijos suyos ... Dios AMOR ... Dios Espíritu Santo.
SANTÍSIMA TRINIDAD QUE
ERES UN SOLO DIOS, TEN PIEDAD DE NOSOTROS.
Después
de haber invocado a las tres Divinas Personas pasamos a invocarlas en unidad,
bajo el nombre de Augusta Trinidad. La Iglesia pone en nuestros labios esta
invocación para recordarnos el Misterio inefable de la Unidad y Trinidad de
Dios. Este Misterio es el fundamento y el origen de toda la fe revelada. El
Misterio de la Encarnación del Verbo lo supone y emana de él y, del Misterio de
la Encarnación derivan todos los misterios y todas las verdades de nuestra fe:
el misterio de las dos naturalezas y de la Persona Divina de Jesucristo, los
Misterios de la Redención, de la Santa Iglesia, de la Gracia, de los
Sacramentos, etc.
Por: Redacción Mercaba
Fuente:
www.mercaba.org