El
Cardenal alemán Gerhard Müller, quien fue Prefecto de la Congregación para la
Doctrina de la Fe entre 2012 y 2017, publicó una “Declaración de Fe” que busca hacer
frente a la creciente confusión sobre la enseñanza de la doctrina católica
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Cardenal Gerhard Muller - Foto: Daniel Ibáñez (ACI Prensa) |
“Ante
la creciente confusión en la enseñanza de la doctrina de la fe, muchos obispos,
sacerdotes, religiosos y laicos de la Iglesia Católica, me han pedido dar
testimonio público de la verdad de la Revelación”, comienza el texto del
Cardenal titulado: “Declaración de fe: ¡No se turbe vuestro corazón! (Juan
14,1)”.
“Hoy
en día muchos cristianos ya no son conscientes ni siquiera de las enseñanzas
básicas de la fe, por lo que existe un peligro creciente de apartarse del
camino que lleva a la vida eterna”, prosigue el Purpurado.
El
Cardenal recordó que el texto principal para orientar a los fieles, y que
sirvió de base para su declaración, es el Catecismo de la Iglesia Católica publicado
en 1992 durante el pontificado de San Juan Pablo II. El Catecismo, afirmó,
responde a los cuestionamientos de la dictadura del relativismo.
El
primer punto del manifiesto recuerda que Cristo es el único mediador entre Dios
y los hombres, la revelación de Dios uno y trino, por lo cual “la recaída en
antiguas herejías, que veían en Jesucristo solo a un buen hombre, a un hermano
y amigo, a un profeta y a un moralista, debe ser combatida con clara
determinación”.
El
segundo punto de la declaración recuerda que fue el mismo “Jesucristo quien
fundó la Iglesia como signo visible e instrumento de salvación, que subsiste en
la Iglesia Católica”.
El
texto también subraya que “la Iglesia no es una asociación fundada por el
hombre cuya estructura es votada por sus miembros a voluntad. Es de origen
divino”. “La mediación de la fe está indisolublemente ligada a la credibilidad
humana de sus mensajeros, que en algunos casos han abandonado a los que les
fueron confiados, los han perturbado y han dañado gravemente su fe”, agrega.
El
tercer punto se refiere a los sacramentos confiados a la Iglesia. Sobre la
Eucaristía, la presencia real de Cristo, explica que para recibirla los fieles
deben estar en gracia. “De la lógica interna del sacramento se desprende que
los fieles divorciados por lo civil, cuyo matrimonio sacramental existe ante
Dios, los otros cristianos, que no están en plena comunión con la fe católica
como todos aquellos que no están propiamente dispuestos, no reciben la Sagrada
Eucaristía de manera fructífera porque no les trae la salvación. Señalar esto
corresponde a las obras espirituales de misericordia”.
Sobre
la Confesión, sacramento que todo católico debe recibir al menos una vez al
año, el Cardenal Müller indica que “cuando los creyentes ya no confiesan sus
pecados ni reciben la absolución, entonces la redención cae en el vacío, ya que
ante todo Jesucristo se hizo hombre para redimirnos de nuestros pecados”.
El
Purpurado alemán lamenta que “la práctica actual de la confesión deja claro que
la conciencia de los fieles no está suficientemente formada. La misericordia de
Dios nos es dada para cumplir sus mandamientos a fin de convertirnos en uno con
su santa voluntad y no para evitar la llamada al arrepentimiento”.
Sobre
el sacerdocio, el Cardenal destaca que, “en cuanto a la recepción de la
consagración en las tres etapas de este ministerio, la Iglesia se reconoce a sí
misma ‘vinculada por esta decisión del Señor. Esta es la razón por la que las
mujeres no reciben la ordenación’. Asumir esto como una discriminación contra
la mujer solo muestra la falta de comprensión de este sacramento, que no se
trata de un poder terrenal, sino de la representación de Cristo, el Esposo de
la Iglesia”.
El
cuarto punto de la declaración se titula “la ley moral” y en este el Prefecto
Emérito recuerda que todo fiel católico debe observarla ya que es necesaria
“para la salvación de todos los hombres de buena voluntad. Porque los que
mueren en pecado mortal sin haberse arrepentido serán separados de Dios para
siempre”.
“La
ley moral no es una carga, sino parte de esa verdad liberadora por la que el
cristiano recorre el camino de la salvación, que no debe ser relativizada”,
señala.
El
quinto punto de la declaración se titula “La vida eterna” y aquí el Cardenal
Müller resalta que “muchos se preguntan hoy por qué la Iglesia está todavía
allí, aunque los obispos prefieren desempeñar el papel de políticos en lugar de
proclamar el Evangelio como maestros de la fe”.
A
continuación recuerda que toda persona tiene un alma inmortal “que es separada
del cuerpo en la muerte, esperando la resurrección de los muertos. La muerte
hace definitiva la decisión del hombre a favor o en contra de Dios. Todo el
mundo debe comparecer ante el tribunal inmediatamente después de su muerte”.
“O
es necesaria una purificación o el hombre llega directamente a la
bienaventuranza celestial y puede ver a Dios cara a cara. Existe también la
terrible posibilidad de que un ser humano permanezca en contradicción con Dios
hasta el final y, al rechazar definitivamente su amor, ‘condenarse
inmediatamente para siempre’”, en el “castigo de la eternidad del infierno”.
“Ocultar
estas y otras verdades de fe y enseñar a la gente en consecuencia, es el peor
engaño del que el Catecismo advierte enfáticamente. Representa la prueba final
de la Iglesia y lleva a la gente a un engaño religioso de mentiras, al ‘precio
de su apostasía de la verdad’; es el engaño del Anticristo”, alerta el
Purpurado alemán.
El
Cardenal Müller afirma que es importante formar a los fieles sobre estas
verdades, obedeciendo los mandamientos de Dios. Esta tarea se hace más urgente
ante la advertencia que está en las Escrituras en 2 Tm 4, 1-5:
“Vendrá
un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana, sino que,
arrastrados por sus propias pasiones, se harán con un montón de maestros por el
prurito de oír novedades; apartarán sus oídos de la verdad y se volverán a las
fábulas. Tú, en cambio, pórtate en todo con prudencia, soporta los sufrimientos,
realiza la función de evangelizador, desempeña a la perfección tu ministerio”.
“Que
María, la Madre de Dios, nos implore la gracia de aferrarnos a la verdad de
Jesucristo sin vacilar”, concluye su declaración el Cardenal Müller.
El
texto completo puede leerse AQUÍ.
Fuente:
ACI Prensa