Ghisoni
destacó que la posición adecuada para tratar los temas de estos días sería
estar “de rodillas”
La
Subsecretaria del Dicasterio Laicos, Familia y Vida, Linda Ghisoni, sugirió
este 22 de febrero la puesta en marcha de consejos y comisiones que sostengan a
los obispos y superiores religiosos para verificar la protección de menores.
Ghisoni
dijo esto durante su intervención en el encuentro convocado por el Papa
Francisco para abordar los abusos sexuales al interior de la Iglesia.
Indicó
que dicha propuesta no debería interferir en las decisiones que caen bajo la
directa responsabilidad jurisdiccional del obispo o del superior, pero sí
constituye “un modelo de una sana colaboración entre laicos, religiosos y
clérigos en la vida de la Iglesia”.
“No
se trataría de personas que juzgan a los obispos, sino de fieles que ofrecen
su consejo y asistencia a los pastores valorando su actuación con criterios
evangélicos; y que informan a todos los fieles del territorio sobre los
procedimientos apropiados”, explicó la Subscretaria del Dicasterio Laicos,
Familia y Vida.
Además,
Ghisoni señaló que “el fundamento de la rendición de cuentas se encuentra en
la naturaleza propia de la Iglesia como misterio de comunión” en el que el
Pueblo de Dios actúa “en comunión y con corresponsabilidad”.
En
esta línea, la canonista italiana afirmó que “es aconsejable que en el
territorio de cada conferencia episcopal se creen comisiones consultivas
independientes para aconsejar y asistir a los obispos y a los superiores
religiosos”.
Escuchar a las víctimas de
rodillas
Por
otro lado, Ghisoni destacó que la posición adecuada para tratar los temas de
estos días sería estar “de rodillas”.
“De
rodillas ante las víctimas y sus familias, ante los abusadores, los
cómplices, los negacionistas, delante de todos los que han sido acusados
injustamente, ante los negligentes, los encubridores, ante los que han
intentado hablar y actuar pero han sido silenciados, ante los indiferentes”,
expresó.
También
explicó que “ante cualquier tipo de abuso perpetrado contra menores se impone,
en primer lugar, el deber de conocer todo lo que ha sucedido, junto a una toma
de conciencia de lo que significa; y el deber de verdad, de justicia, de
reparación y prevención para que no se reiteren tales abominaciones”.
“Tomar
conciencia del fenómeno y dar cuenta de la propia responsabilidad no es una
obsesión, no es una acción inquisitoria accesoria para satisfacer meras
exigencias sociales, sino una exigencia que brota de la naturaleza misma de la
Iglesia como misterio de comunión fundado en la Trinidad”, advirtió.
Una
vez más, en el Aula Nueva del Sínodo se enfatizó en que “una correcta relación
entre obispo y presbíteros conduce a que éste se haga cargo realmente, desde
el punto de vista material y espiritual, de los sacerdotes, pues sobre él
recae en primer lugar la responsabilidad de la santidad de los presbíteros”.
Sugerencias prácticas
La
Subsecretaria del Dicasterio Laicos, Familia y Vida destacó que es necesaria la
participación dinámica de todo el Pueglo de Dios: “Los laicos, los consagrados
no están llamados a ser simples ejecutores de las disposiciones de los
clérigos, sino que todos somos servidores de una única viña en la que cada
uno aporta su propia contribución y participa en el discernimiento que el
Espíritu sugiere a la Iglesia”.
Por
ello, Linda Ghisoni remarcó que “es vital para los obispos valerse de la
contribución, del consejo y del discernimiento de los que todos son capaces en
su Iglesia, incluidos los laicos”.
Entre
las sugerencias propuestas, la canonista destacó el “conocer y estudiar las
prácticas ya experimentadas que se han demostrado eficaces en otros contextos
eclesiales, en otros episcopados”.
Además,
indicó que en las directrices nacionales se debe inserir un capítulo
específico que determine “los motivos y los procedimientos de rendición de
cuentas, para que los obispos y los superiores religiosos establezcan un
sistema de verificación ordinaria del cumplimiento de lo que está previsto”
“Decir
que también el obispo debe siempre dar cuenta a alguien de su actuar no
significa someterlo a un control o desconfiar de él ‘a priori’, sino
insertarlo en la dinámica de la comunión eclesial, en la que todos los
miembros actúan de modo coordinado, según sus propios carismas y
ministerios”, explicó.
Por
ello, Ghisoni propuso la puesta en marcha, en la sede local, con base diocesana
o regional, de “consejos que operen de manera corresponsable con los obispos y
los superiores religiosos”, además de que cada conferencia episcopal tenga
“comisiones consultivas independientes para aconsejar y asistir a los obispos y
a los superiores religiosos”.
Asimismo,
sugirió revisar la normativa actual sobre “el secreto pontificio de modo que
éste tutele los valores que quiere proteger -la dignidad de las personas implicadas,
la buena fama de cada uno, el bien de la Iglesia- y, al mismo tiempo, consienta
el desarrollo de un clima de mayor transparencia y confianza”.
“Afinar
los criterios para una comunicación correcta en un tiempo como el nuestro, en
el que la exigencia de transparencia debe equilibrarse con la
confidencialidad”, explicó.
Al
finalizar, citó la Carta al Pueblo de Dios del Papa Francisco en la que
describe el desafío actual de “asumir el dolor de nuestros hermanos vulnerados
en su carne y en su espíritu. Si en el pasado la omisión pudo convertirse en
una forma de respuesta, hoy queremos que la solidaridad, entendida en su
sentido más hondo y desafiante, se convierta en nuestro modo de hacer la
historia presente y futura”.
Palabras finales del Papa
Francisco
Tras
la conclusión de la presentación, el Papa Francisco tomó la palabra y dijo que
“al escuchar a la doctora Ghisoni he sentido a la Iglesia hablar de sí misma.
Todos nosotros lo hemos hecho en todas las intervenciones, pero esta vez era la
Iglesia misma la que hablaba. No es solo una cuestión de estilo: el genio
femenino que se plasma en la Iglesia que es mujer”.
“Invitar
a hablar a una mujer no es entrar en la modalidad de un feminismo eclesiástico
porque, al final, cualquier feminismo termina siendo un machismo con falda. No.
Invitar a hablar a una mujer sobre las heridas de la Iglesia es invitar a la
Iglesia a hablar de sí misma sobre sus heridas”, indicó el Pontífice.
“Creo
que este es el paso que debemos dar con mucha fuerza: la mujer es la imagen de
la Iglesia que es mujer, esposa y madre. Un estilo. Sin este estilo hablaríamos
del pueblo de Dios pero como organización, tal vez sindical, pero no como
familia parida de la Madre Iglesia”, continuó el Santo Padre.
Francisco
explicó que “la lógica del pensamiento de la doctora Ghisoni era la de una
madre y ha terminado con el relato de lo que sucede cuando una mujer da a luz a
un hijo. Es el misterio femenino de la Iglesia que es esposa y madre”.
“No
se trata de dar más funciones a la mujer en la Iglesia –si bien es bueno, pero
así no se resuelve el problema– se trata de integrar a la mujer como figura de
la Iglesia en nuestro pensamiento. Es pensar también la Iglesia con las
categorías de una mujer. Gracias por su testimonio”, concluyó el Papa.
Fuente:
ACI Prensa