El Santo Padre
recordó que la asamblea de este año tiene por tema “La formación litúrgica del
Pueblo de Dios”
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El Papa Francisco en la Asamblea Plenaria de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Foto: Vatican Media |
La liturgia
sagrada es “un tesoro viviente que no puede reducirse a gustos, recetas y
corrientes”, señaló el Papa Francisco durante la audiencia que concedió a la
Asamblea Plenaria de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de
los Sacramentos este 14 de febrero, donde también dijo que “para que la vida
sea verdaderamente una alabanza agradable Dios, es ciertamente necesario
cambiar el corazón”.
El Santo Padre
recordó que la asamblea de este año tiene por tema “La formación litúrgica del
Pueblo de Dios” y dijo que “en efecto, la tarea que nos espera es esencialmente
difundir en el Pueblo de Dios el esplendor del misterio viviente del Señor,
manifestado en la liturgia”.
“Hablar de
formación litúrgica del Pueblo de Dios significa, ante todo, tomar conciencia
del papel insustituible que desempeña la liturgia en la Iglesia y para la
Iglesia. Y luego, ayudar concretamente al Pueblo de Dios a interiorizar mejor
la oración de la Iglesia, a amarla como una experiencia de encuentro con el
Señor y con los hermanos y, a la luz de esto, a redescubrir su contenido y
observar sus ritos”, explicó el Papa.
De este modo,
el Pontífice reconoció que “no basta con cambiar los libros litúrgicos para
mejorar la calidad de la liturgia. Hacer esto solamente sería un engaño”
sino que “para que la vida sea verdaderamente una alabanza agradable Dios, es
ciertamente necesario cambiar el corazón”.
Por ello, el
Santo Padre destacó que “la conversión cristiana está orientada a esta
conversión, que es un encuentro de vida con el Dios de los vivientes” y
agregó que “este es también el propósito de su trabajo, encaminado a ayudar al
Papa a llevar a cabo su ministerio en beneficio de la Iglesia en oración,
extendida por toda la tierra”.
“En la comunión
eclesial, tanto la Sede Apostólica como las conferencias de obispos operan en
un espíritu de cooperación, diálogo y sinodalidad. En efecto, la Santa Sede no
reemplaza a los obispos, sino que trabaja con ellos para servir, en la riqueza
de los diversos idiomas y culturas, la vocación orante de la Iglesia en el
mundo”, afirmó.
Conferencias
Episcopales
En esta línea,
el Papa explicó que con el Motu proprio “Magnum principium”, promulgado el 3 de
septiembre de 2017, quiso “favorecer, entre otras cosas, la necesidad de una
colaboración constante, llena de confianza mutua, vigilante y creativa, entre
las Conferencias Episcopales y el Dicasterio de la Sede Apostólica que ejerce
la tarea de promover la liturgia sagrada”.
Por ello, el
Santo Padre señaló que “el deseo es continuar por el camino de la colaboración
mutua, conscientes de las responsabilidades que implica la comunión eclesial,
en la que encuentran armonía la unidad y la variedad. Es una cuestión de
armonía”.
El Papa
Francisco también abordó el desafío de la formación y dijo que “no podemos
olvidar, ante todo, que la liturgia es vida que forma, no idea para
aprender”. Y advirtió que es bueno “en la liturgia como en otras áreas de
la vida eclesial, no acabar en polarizaciones ideológicas estériles, que nacen
a menudo cuando, considerando las ideas propias válidas en todos los contextos,
se llega a adoptar una actitud de dialéctica perenne hacia quien no las
comparte”.
Por lo tanto,
el Pontífice reconoció que en ocasiones se corre “el riesgo de volver a caer en
un pasado que ya no existe o de escapar a un futuro presunto. El punto de
partida es, en cambio, reconocer la realidad de la liturgia sagrada, un
tesoro viviente que no puede reducirse a gustos, recetas y corrientes, sino
que debe ser recibido con docilidad y promovido con amor, como un alimento
insustituible para el crecimiento orgánico del Pueblo de Dios”.
“La liturgia no
es ‘el campo del hágalo usted mismo’, sino la epifanía de la comunión
eclesial”, aseguró el Papa. “Por lo tanto, en las oraciones y en los gestos
resuena el ‘nosotros’ y no el ‘yo’; la comunidad real, no el sujeto ideal.
Cuando se añoran con nostalgia tendencias del pasado o se quieren imponer otras
nuevas, existe el riesgo de anteponer la parte al todo, el ‘yo’ al Pueblo de
Dios, lo abstracto a lo concreto, la ideología a la comunión y, en la raíz, lo
mundano a lo espiritual”, precisó.
De este modo,
el Papa explicó que “dado que la liturgia es una experiencia encaminada a la
conversión de la vida a través de la asimilación de la manera de pensar y de
comportarse del Señor, la formación litúrgica no puede limitarse simplemente a
brindar conocimientos, - esto es un error- aunque sean necesarios, sobre libros
litúrgicos, ni siquiera a la defensa del cumplimiento debido de las disciplinas
rituales”, advirtió.
“Para que la liturgia
cumpla su función formativa y transformadora, es necesario que los pastores y
los laicos sean introducidos a la comprensión del significado y del lenguaje
simbólico, comprendidos el arte, el canto y la música al servicio del misterio
celebrado, también el silencio”.
Además, el
Santo Padre recordó que el Catecismo de la Iglesia Católica “adopta el camino
mistagógico para ilustrar la liturgia, valorizando las oraciones y los signos”
y explicó que la mistagógica es “un camino idóneo para entrar en el misterio de
la liturgia, en el encuentro vivo con el Señor crucificado y resucitado.
Mistagógica significa descubrir la nueva vida que a través de los sacramentos
hemos recibido en el Pueblo de Dios, y redescubrir continuamente la belleza de
renovarla”, afirmó.
Formación
permanente
Con respecto a
las etapas de la formación, el Papa Francisco recordó que “es necesario
cultivar la formación permanente del clero y de los laicos, especialmente de
aquellos involucrados en los ministerios al servicio de la liturgia. La
formación no solamente una vez, permanente”.
De este modo,
el Pontífice remarcó que “las responsabilidades educativas son compartidas,
aunque en la fase operativa interpelen más a las diócesis individuales” y
señaló que su reflexión ayudará al Dicasterio “a poner a punto pautas y
orientaciones para ofrecerlas, en un espíritu de servicio, a quienes
-conferencias episcopales, diócesis, institutos de formación, revistas- tienen
la responsabilidad de cuidar y acompañar la formación litúrgica del Pueblo de Dios”.
Al finalizar,
el Santo Padre aseguró que “todos estamos llamados a profundizar y reavivar
nuestra formación litúrgica”, porque la liturgia es, de hecho, “el camino
principal a través del cual pasa la vida cristiana en cada fase de su
crecimiento”.