En la Exhortación Apostólica Christus Vivit, Cristo vive, el Papa Francisco se dirige a toda la Iglesia, pero en especial a los jóvenes del mundo
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Papa y jóvenes |
Se
trata de una reflexión que busca estimular a todos y ofrece planteamientos
generales para el discernimiento eclesial en esta materia. Fue firmada el
pasado 25 de marzo en Loreto, Italia
Francisco comienza la Exhortación con esta
frase: “Cristo vive. Él es nuestra esperanza y la juventud más hermosa de este
mundo. Todo lo que toca se hace joven, se hace nuevo, se llena de vida … ¡Él
vive y te quiere vivo!”.
Estructura: nueve
capítulos
El
Papa hace un breve recuento del camino seguido para llegar a este documento:
“Me he dejado inspirar por la riqueza de las reflexiones y diálogos del Sínodo
del año pasado. Y añade: “De ese modo, mi palabra estará cargada de miles de
voces de creyentes de todo el mundo que hicieron llegar sus opiniones al
Sínodo. Aun los jóvenes no creyentes, que quisieron participar con sus
reflexiones, han propuesto cuestiones que me plantearon nuevas preguntas”.
Capítulo 1
La
Exhortación Apostólica Cristo Vive está compuesta de nueve capítulos. En el
primero retoma las Sagradas Escrituras y responde a la pregunta ¿Qué dice la
palabra de Dios sobre los jóvenes? Su respuesta recorre el Antiguo
Testamento y recuerda figuras como Gedeón, Samuel, el Rey David, Jeremías, Rut.
Sin embargo, cita el Nuevo Testamento para plantear: “El que es mayor entre
vosotros, se hace como el más joven” (Lc 22,26). Para él, la edad no establecía
privilegios, y que alguien fuera más joven no significaba que valiera menos”.
Capítulo 2
El
capítulo segundo está dedicado a ver la figura de “Jesucristo siempre joven”.
Inspirado en el pasaje de la visita de Jesús y sus padres al templo de
Jerusalén, Francisco recuerda que Jesús no es un solitario. Por ello, “gracias
a la confianza de sus padres... se mueve libremente y aprende a caminar con todos
los demás”. De este hecho el Papa infiere que:
«Jesús
tenía una confianza incondicional en el Padre, cuidó la amistad con sus
discípulos, e incluso en los momentos críticos permaneció fiel a ellos.
Manifestó una profunda compasión por los más débiles, especialmente los pobres,
los enfermos, los pecadores y los excluidos. Tuvo la valentía de enfrentarse a
las autoridades religiosas y políticas de su tiempo; vivió la experiencia de
sentirse incomprendido y descartado; sintió miedo del sufrimiento y conoció la
fragilidad de la pasión”.
El
Papa llama la atención en este capítulo a la Iglesia, por el peligro de perder
el entusiasmo y compromiso: “Nos hace falta crear más espacios donde resuene la
voz de los jóvenes”. Ellos ayudarán a mantenerla joven. “A través de la
santidad de los jóvenes la Iglesia puede renovar su ardor espiritual y su vigor
apostólico”. Finalmente, recuerda el Papa a figuras como María, san Sebastián,
San Francisco y otros muchos, jóvenes que apostaron y creyeron en el proyecto
de Jesús.
Capítulo 3
El
capítulo tres, el Papa lo titula: “Ustedes son el ahora de Dios” y comienza
valorando el aporte de los jóvenes a sus iglesias locales: “cuando la Iglesia
abandona esquemas rígidos y se abre a la escucha disponible y atenta de los
jóvenes, esta empatía la enriquece, porque permite que los jóvenes den su
aportación a la comunidad, ayudándola a abrirse a nuevas sensibilidades y a
plantearse preguntas inéditas”.
El
Papa invita a tomar conciencia que no se puede hablar de una sola juventud.
Esta es una realidad variada, multicultural y no se expresa de la misma manera
donde los jóvenes son mayoría que donde los jóvenes son minoría. Tampoco es
igual donde los jóvenes están más cerca de las oportunidades que ofrece la
globalización, que aquellos que viven en los márgenes y amarguras de las
sociedades. Aquellos que tienen familias y viven con ellas y de aquellos que,
por migraciones y guerras, se encuentran solos.
En
este capítulo, el Papa expresa sobre el tema de los abusos: “quiero expresar
con cariño y reconocimiento mi gratitud hacia quienes han tenido la valentía de
denunciar el mal sufrido: ayudan a la Iglesia a tomar conciencia de lo sucedido
y de la necesidad de reaccionar con decisión”.
El
Papa les anima, recordando que “Cuando se entusiasman por una vida comunitaria,
son capaces de grandes sacrificios por los demás y por la comunidad. En cambio,
el aislamiento los debilita y los expone a los peores males de nuestro tiempo”.
Capítulo 4
En
el capítulo cuarto, el Papa expone “tres grandes verdades que todos necesitamos
escuchar siempre, una y otra vez”: La primera es: “Dios te ama. Nunca lo dudes,
más allá de lo que te suceda en la vida. En cualquier circunstancia, eres
infinitamente amado”. La segunda verdad es que “Cristo, por amor, se entregó hasta
el final para salvarte”. Nunca olvides que «Él perdona setenta veces siete”. La
tercera verdad consiste en que “Mataron al santo, al justo, al inocente, pero
Él venció. El mal no tiene la última palabra. En tu vida el mal tampoco tendrá
la última palabra, porque tu Amigo que te ama quiere triunfar en ti. Tu
salvador vive”. “El Espíritu Santo te hace entrar cada vez más en el
corazón de Cristo para que te llenes siempre más de su amor, de su luz y de su
fuerza”.
Capítulo 5
Caminos
de Juventud se titula el capítulo quinto. En él responde a la pregunta: ¿Cómo
se vive la juventud cuando nos dejamos iluminar y transformar por el gran
anuncio del Evangelio? Para el Papa la juventud es un tiempo bendito para el
joven y una bendición para la Iglesia y el mundo. Es una alegría, un canto de
esperanza y una bienaventuranza. Apreciar la juventud implica ver este tiempo
de la vida como un momento valioso y no como una etapa de paso donde la gente
joven se siente empujada hacia la edad adulta. Por esta razón les invita:
“Remen mar adentro, salgan de ustedes mismos”.
Jesús
puede unir a todos los jóvenes de la Iglesia en un único sueño, «un sueño
grande y un sueño capaz de cobijar a todos. Ese es el sueño por el que Jesús
dio la vida en la cruz y que el Espíritu Santo desparramó y marcó con fuego el
día de Pentecostés en el corazón de cada hombre y cada mujer” para que seamos
hermanos, comprometidos contra la violencia y defensores de la vida.
Capítulo 6
Jóvenes
con raíces, titula el Papa el capítulo sexto. Para él esta es una cuestión
fundamental. Tener raíces es estar conectado a una historia, a una familia, a
una cultura, a unos amigos, a unos viejos a los que hay que escuchar, aunque no
siempre seguir. No se trata de caer en la adoración de la juventud, pues corremos
el peligro de llevar una vida superficial, afirma el Papa y prosigue:
“Queridos
jóvenes, no acepten que usen su juventud para fomentar una vida superficial,
que confunde la belleza con la apariencia. Mejor sepan descubrir que hay
hermosura en el trabajador que vuelve a su casa sucio y desarreglado, pero con
la alegría de haber ganado el pan de sus hijos. Hay una belleza extraordinaria
en la comunión de la familia junto a la mesa y en el pan compartido con
generosidad, aunque la mesa sea muy pobre. Hay hermosura en la esposa
despeinada y casi anciana, que permanece cuidando a su esposo enfermo más allá
de sus fuerzas y de su propia salud”.
Capítulo 7
El
séptimo capítulo está dedicado a la pastoral de los jóvenes. El Papa afirma:
“se está creciendo en dos aspectos: la conciencia de que es toda la comunidad
la que los evangeliza y la urgencia de que ellos tengan un protagonismo mayor
en las propuestas pastorales”.
El
Papa anima a encontrar nuevos caminos, creativos y audaces, donde la Iglesia
institucional, sea más flexible y sinodal, y “les ofrezcan, a los jóvenes, un
lugar donde no sólo reciban una formación, sino que también les permitan
compartir la vida, celebrar, cantar, escuchar testimonios reales y experimentar
el encuentro comunitario con el Dios vivo”.
Capítulo 8
El
octavo capítulo está dedicado a la vocación. Para el Papa: “Lo fundamental es
discernir y descubrir que lo que quiere Jesús de cada joven es ante todo su
amistad”. En esa amistad, afirma, “Somos llamados por el Señor a participar en
su obra creadora, prestando nuestro aporte al bien común a partir de las capacidades
que recibimos”.
La
vocación, por tanto, “es un camino que orientará muchos esfuerzos y muchas
acciones en una dirección de servicio. Por eso, en el discernimiento de una
vocación es importante ver si uno reconoce en sí mismo las capacidades necesarias
para ese servicio específico a la sociedad”.
Capítulo 9
El
capítulo noveno está dedicado al tema del discernimiento. El Papa parte del
hecho que “sin la sabiduría del discernimiento podemos convertirnos fácilmente
en marionetas a merced de las tendencias del momento”. Por eso, considera:
“Formar la conciencia es camino de toda una vida, en el que se aprende a nutrir
los sentimientos propios de Jesucristo, asumiendo los criterios de sus
decisiones y las intenciones de su manera de obrar” (cf. Flp 2,5).
El
Papa recuerda que “El regalo de la vocación será sin duda un regalo exigente”
Por eso, “Cuando el Señor suscita una vocación no sólo piensa en lo que eres
sino en todo lo que junto a Él y a los demás podrás llegar a ser”. En este
camino, el Papa presenta una metodología para el discernimiento de la vocación:
atención a la persona. Esta acción es ayuda para el discernimiento personal y,
sensibilidad a escuchar los impulsos que el otro experimenta y ayudar a que el
otro escuche estos impulsos. Así, el discernimiento es un instrumento para
seguir al Señor.
El
Papa termina con un deseo: “Queridos jóvenes, seré feliz viéndolos correr más
rápido que los lentos y temerosos. Corran, «atraídos por ese Rostro tan amado,
que adoramos en la Sagrada Eucaristía y reconocemos en la carne del hermano
sufriente. El Espíritu Santo los empuje en esta carrera hacia adelante. La
Iglesia necesita su entusiasmo, sus intuiciones, su fe. ¡Nos hacen falta! Y
cuando lleguen donde nosotros todavía no hemos llegado, tengan paciencia para
esperarnos».
Manuel
Cubías – Ciudad del Vaticano
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