Comúnmente se entiende por maleficio, la capacidad de una persona de realizar un mal sobre otra, en base a metodologías mágicas
¿Qué hay de verdad en el
maleficio?
Puede
ser de utilidad el siguiente artículo del Lic. José María Baamonde, de la
Fundación SPES.
En
muchas sectas y nuevos movimientos religiosos, como así también en varias de
las disciplinas promovidas por la New Age o Nueva Era, puede observarse que subyace
en mayor o menor medida, una concepción mágica.
La
palabra magia, deriva del vocablo persa mag, cuya una de sus acepciones es
el de sabiduría. La magia consiste en una concepción mecanicista basada en
el convencimiento de que existiría una fuerza en la naturaleza, susceptible de
ser captada merced a diversos rituales, y utilizada en beneficio o detrimento
de los hombres.
En
base a lo expuesto podemos sostener, de manera sencilla, que el concepto de la
magia se asienta en la creencia paralela y recíproca de dos mundos (visible e
invisible), con sus respectivas fuerzas y correspondencias. De tal manera que
lo actuado en uno de estos mundos (visible), tendrá una correspondencia
determinada en el otro (invisible), y viceversa.
Tipos de Magia
Si
bien son muchas las posibles clasificaciones de la magia, popularmente se
conocen dos variantes, especialmente en lo que hace a su metodología o formas
de operación y sus fines.
En
lo que respecta a la metodología se destacan las de carácter homeopático o analógico,
y las de carácter transitivo o de contigüidad.
La
primera se basa en el principio de similitud o concepción de que lo semejante
actúa sobre lo semejante. Un ejemplo de ella sería aquel ritual en el que para
curar una afección cardíaca, se realiza un emplasto con una planta cuyas hojas
tienen forma similar al corazón. Es importante destacar que el ejemplo dado en
la magia homeopática o analógica, no debe ser confundido con aquellos
tratamientos que, basados en una vieja sabiduría popular, reconoce el efecto
terapéutico de los componentes de ciertos vegetales y que es denominado
como fitoterapia.
Por
su parte la segunda, se basa en el principio que sostiene que los elementos una
vez en contacto, continúan operando uno sobre otro. Este es el tipo quizás, más
popularmente conocido y un ejemplo sería cuando se confecciona una figura de
arcilla a la que se anexa algún elemento u objeto de la persona sobre la que se
quiere actuar (v.gr.: un cabello, una uña, una foto o un pañuelo). Estos
elementos u objetos de la persona, por pertenecer a ella, la implicarían en su
totalidad. De esta manera las acciones realizadas sobre la figura de arcilla
(presionarla, clavarle alfileres, quemarla con fuego), producirían efectos
similares sobre la persona de la que se ha tomado el elemento u objeto y puesto
en contacto con la figura.
Finalmente
y en lo que respecta a su fines, habría básicamente dos tipologías, conocidas
como magia blanca y negra, aunque algunos autores sostienen
que esta definición es artificiosa. La primera de ellas tendría fines
positivos, mientras que la restante, sólo fines negativos y es la asociada a la
brujería y los maleficios.
El Maleficio
Comúnmente
se entiende por maleficio, la capacidad de una persona de realizar un mal sobre
otra, en base a metodologías mágicas.
En
nuestra sociedad y no distinguiendo clases o niveles intelectivos, la pregunta
de si existe la posibilidad del maleficio, surge de tanto en tanto. Esta
pregunta suele venir convenientemente respaldada, de un folklore que hunde sus
raíces en creencias populares, cuentos, películas, libros e historias, que han
creado un campo fértil a la fantasía o la exageración y, siempre, a un sordo
temor que se manifiesta en el dicho popular: ‘¡Las brujas no existen, pero que
las hay, las hay!’
A
esta pregunta debemos responder que, sin descartar la posibilidad de una
intervención preternatural, sólo que esta ocurre en rarísimas ocasiones, sólo
cuando es permitido por Dios y nunca con la asiduidad con que se cree, la
concreción del maleficio debe ser generalmente descartada.
No
obstante ello ciertas prácticas tienden a confundir a muchos, por los efectos
que parecen derivar de ellas y que, ante el desconocimiento, fácilmente son
atribuidas a consecuencias de un maleficio.
Tanto
la Iglesia como la ciencia, sostienen un principio de economía, que al mismo
tiempo es de prudencia y objetividad, y que estipula que ‘frente a un hecho
extraordinario, nunca debe darse una respuesta de orden preternatural o
sobrenatural, si puede ser explicado naturalmente’. Sólo cuando se acaban las
posibilidades de una explicación natural, se puede empezar a pensar en la
posibilidad, y no certeza, de una de orden no natural.
De
esta manera podemos decir que el maleficio surte un efecto, entre otras
razones, por autosugestión. Si uno cree en la posibilidad de un maleficio, es
muy posible que le termine ocurriendo algo. O para decirlo de otra manera: todo
lo malo que nos pasa a todos, todos los días, si creemos en el maleficio, se lo
adjudicaremos a él.
Si
una persona cree que han ejercido sobre ella un maleficio, aumentará su tensión
nerviosa, manteniendo una situación de alerta constante, lo que repercutirá en
una secreción mayor de lo habitual de adrenalina y un aceleración del ritmo
cardiorespiratorio, contracciones musculares, gastritis, insomnio, angustia,
ansiedad y demás disfunciones, que pueden llegar a provocar cuadros clínicos
serios.
Otra
de las formas por las que el maleficio suele surtir un efecto, es a raíz de
algún engaño encubierto. En ocasiones los objetos que se utilizan, cuentan con
sustancias tóxicas que al tomar contacto con la persona, producen una serie de
efectos que fácilmente pueden ser adjudicados a lo preternatral, cuando las
causas son perfectamente naturales.
Al
respecto se suele mencionar como ejemplo cuando se colocan cánulas de bambú
embadurnadas en curare, entre las plumas de algún gallo muerto. La persona a la
que está destinada el maleficio, al tomar el gallo con sus manos se pincha con
las cánulas de bambú, ingresando el curare a su organismo. El curare es un
veneno que actúa sobre el sistema nervioso y puede producir la muerte por paro
cardiorrespiratorio. En otras ocasiones, las sustancias tóxicas son preparadas
en pócimas o infusiones que, sin conocimiento del afectado, se dan a beber
produciendo diversos efectos.
Algunas consideraciones
La
creencia popular en la magia y el temor atávico frente a la posibilidad de un
maleficio, es explotado por números nuevos movimientos religiosos de
características sectarias y los clasificados de los periódicos dan sobrada
prueba de ello.
Movimientos
relacionados con la New Age o Nueva Era y, especialmente, cultos afrobrasileños
de lo más diversos que prometen solución a todos los problemas, laborales,
familiares y sentimentales, recurren a la concepción mágica en su proselitismo.
¿Cuántas
veces escuchamos a diario a personas que desesperadas por dificultades
económicas y laborales, acuden a estos movimientos y por respuesta no reciben
explicaciones relacionadas con la actual situación socio-económica, sino que
les han hecho un maleficio y que, para deshacerlo, deben oblar sumas que van
desde los doscientos a los cinco mil dolares o más? O, preocupados por la
enfermedad propia o de algún familiar cercano, reciben igual respuesta,
abandonando tratamientos médicos con graves consecuencias.
En
el mejor de los casos sólo pierden el dinero, en otros, se puede perder también
la vida del alma y del cuerpo
Por:
Lic. José María Baamonde






