Es importante y necesario
dar testimonio de la misericordia de Dios para vivir como verdaderos discípulos
de Jesucristo
“Paz
a ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo” (Jn 20, 21),
dijo Jesucristo a sus discípulos enviándolos a ser anunciadores de su Divina
Misericordia, capacitando así bajo la acción del Espíritu Santo la obra
misionera de los apóstoles.
En
la actualidad también se perciben puertas cerradas, como en aquella ocasión
estaban los discípulos por miedo. Es un llamado para el bautizado, anunciar la
Divina Misericordia siendo testigos de la paz que Cristo dona con la
resurrección y viviendo la pascua con el deseo firme de la reconciliación.
En
la bula Misericordiae Vultus el Papa Francisco recuerda las palabras de San
Juan Pablo II que motiva “la urgencia de anunciar y testimoniar la misericordia
en el mundo contemporáneo: Ella está dictada por el amor al hombre, a todo lo
que es humano y que, según la intuición de gran parte de los contemporáneos,
está amenazado por un peligro inmenso. El misterio de Cristo... me obliga al mismo
tiempo a proclamar la misericordia como amor compasivo de Dios, revelado en el
mismo misterio de Cristo. Ello me obliga también a recurrir a tal misericordia
y a implorarla en esta difícil, crítica fase de la historia de la Iglesia y del
mundo” (n. 11).
Hoy
sigue siendo necesario implorar la misericordia de Dios, y dar testimonio de
ella. Luego del encuentro de los discípulos con Jesús (Jn 20, 19-31), ellos
empezaron a tener vida en Él, anunciando su palabra e imitando sus obras; ser
testigos de la misericordia de Dios significa vivir como verdaderos discípulos
y misioneros de Jesucristo.
Por: P. Johan Pacheco
Fuente:
http://es.radiovaticana.va/