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31.5.19
DE LA ANSIEDAD Y LA ANGUSTIA A LA PAZ
Dios es
quien nos regala el valor para seguir adelante enfrentando las dificultades
Jesús me deja su paz: “La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo
como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde”. Una
paz diferente a la que el mundo me da.
Comenta el papa Francisco:
“La paz
de Jesús es un don. No podemos obtenerla con medios humanos.
La paz de Jesús es otra cosa: nos enseña a soportar, a llevar sobre los
hombros la vida, las dificultades, el trabajo, todo; y a tener el valor de
seguir adelante”.
Es la paz que
anhela mi corazón. No quiero que tiemble. No quiero vivir con ansiedad y angustia. Una
paz honda. Una paz que me capacite para enfrentar la vida.
Estoy lejos de esa paz que sueño. Deseo
llegar a vivir con el corazón en calma. Necesito hacer vida lo que dice una canción:
“Soy
Yo, conozco tu vida, con agua pura tu sed saciaré. Soy Yo, te busco a ti. Le
hablaré a tu corazón. Ningún mal te abatirá. A tu Dios no deberás temer. Si Yo
en ti escribo mi ley, a mi corazón te uniré. Y me adorarás en Espíritu y en
verdad”.
Jesús me habla así. Inscribe su ley en mi corazón. Para que no tema. ¿Prefiero
que me amen o me teman? Si no consigo el amor busco que me teman.
Para que se dobleguen a mi querer.
Me siento
seguro de mi criterio. Yo sé lo que está bien y mal. Y tomo decisiones para
conseguirlo. ¿Conciencia mesiánica? Me creo imprescindible. Si yo estoy las
cosas irán bien. Si me ausento fracasarán. No tengo paz.