¿Te han dicho que la Sucesión Apostólica no es bíblica? Este articulo te demostrará lo contrario
Introducción
Hace poco escuché decir en
un foro evangélico que la sucesión apostólica no tenía base bíblica, que era un
intento de la Iglesia Católica para adjudicarse una autoridad que no le
corresponde. He querido con el presente estudio de carecer apologético,
estudiar que es la sucesión apostólica, su fundamento bíblico e histórico.
¿Qué es la sucesión
apostólica?
Cuando Cristo vino a la tierra
y edificó su Iglesia, de entre sus discípulos eligió 12 de ellos, y les dio
autoridad, poder, y un ministerio que cumplir: pastorear la Iglesia. Con la
expresión sucesión apostólica se indica en teología que los Apóstoles,
conscientes de que no vivirían para siempre, y por voluntad de Cristo, estaban
destinados a tener sucesores que continuaran su ministerio, con la misma
autoridad que ellos recibieron de Cristo.
La autoridad
En la Iglesia solamente
puede ostentar autoridad aquel que la tiene por derecho propio (Dios) o aquel
al cual le ha sido conferida (delegada).
Cuando Cristo nombró a sus
apóstoles les confirió autoridad:
“Cuando se hizo de día,
llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también
apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y
Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón,
llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un
traidor” Lucas 6,13-16
“Convocando a los
Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y
para curar enfermedades” Lucas 9,1
Los apóstoles siempre
tuvieron claro que su autoridad provenía del mismo Cristo quien les había
nombrado apóstoles.
“Aunque pudimos
imponer nuestra autoridad por ser apóstoles de Cristo, nos mostramos
amables con vosotros, como una madre cuida con cariño de sus hijos.” 1
Tesalonicenses 2,7
Ellos habían sido enviados
como el Padre había enviado a Cristo (con su misma autoridad):
“Jesús les dijo otra vez:
«La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.»
Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes
perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les
quedan retenidos.» “ Juan 20,21-23
Eran los apóstoles quienes
fundaban Iglesias y quienes establecían las ordenanzas a ser obedecidas,
ordenando con toda autoridad
“Conforme iban pasando por
las ciudades, les iban entregando, para que las observasen, las decisiones
tomadas por los apóstoles y presbíteros en Jerusalén.” Hechos 16,4
En las cartas paulinas, se
ve como algo común a San Pablo ordenando en todas las Iglesias
“Por lo demás, que cada
cual viva conforme le ha asignado el Señor, cada cual como le ha llamado
Dios. Es lo que ordeno en todas las Iglesias” 1 Corintios 7,17
Solamente puede tener real
autoridad, cuando le ha sido conferida por alguien que a su vez tiene legítima
autoridad. Si bien en la Iglesia primitiva se ven casos en donde algunas
personas tratan de apropiarse de una autoridad que no les corresponde, sus
actitudes son severamente condenadas por la Biblia. Ejemplos clásicos los vemos
en las personas de Alejandro, Himeneo y Fileto, quienes por su propia cuenta
comenzaron a predicar doctrinas diferentes a las de la Iglesia, desconocieron
la autoridad del colegio apostólico y fueron excomulgados.
“Esta es la recomendación,
hijo mío Timoteo, que yo te hago, de acuerdo con las profecías pronunciadas
sobre ti anteriormente. Combate, penetrado de ellas, el buen combate,
conservando la fe y la conciencia recta; algunos, por haberla rechazado,
naufragaron en la fe; entre éstos están Himeneo y Alejandro, a quienes entregué
a Satanás para que aprendiesen a no blasfemar.” 1 Timoteo 1,18-20
“Evita las palabrerías
profanas, pues los que a ellas se dan crecerán cada vez más en impiedad, y su
palabra irá cundiendo como gangrena. Himeneo y Fileto son de éstos: se han desviado
de la verdad al afirmar que la resurrección ya ha sucedido; y pervierten la fe
de algunos.” 2 Timoteo 2,16-18
La primera sucesión
apostólica
La primera sucesión
apostólica que vemos en el Nuevo Testamento la tenemos en el capítulo 1 de los
Hechos de los apóstoles. San Pedro declara que ha quedado vacante el puesto (MINISTERIO)
de Judas Iscariote, y plantea la necesidad de que alguien le reemplace:
Uno de aquellos días Pedro
se puso en pie en medio de los hermanos - el número de los reunidos era de unos
ciento veinte - y les dijo:
«Hermanos, era preciso que
se cumpliera la Escritura en la que el Espíritu Santo, por boca de David, había
hablado ya acerca de Judas, el que fue guía de los que prendieron a Jesús.
Porque él era uno de los nuestros y obtuvo un puesto en este ministerio.
«Conviene, pues, que de entre los hombres que anduvieron con nosotros todo el
tiempo que el Señor Jesús convivió con nosotros, a partir del bautismo de Juan
hasta el día en que nos fue llevado, uno de ellos sea constituido testigo con
nosotros de su resurrección.» Presentaron a dos: a José, llamado Barsabás, por
sobrenombre Justo, y a Matías. Entonces oraron así: «Tú, Señor, que conoces los
corazones de todos, muéstranos a cuál de estos dos has elegido, para ocupar en
el ministerio del apostolado el puesto del que Judas desertó para irse adonde
le correspondía.» Echaron suertes y la suerte cayó sobre Matías, que fue
agregado al número de los doce apóstoles. Hechos 1,16-17.21-26
Evidencia bíblica de la
institución de los presbíteros con autoridad por medio de los apóstoles u otros
presbíteros previamente ordenados
Como hemos visto, está
clarísima la conciencia que tenían los apóstoles de que el ministerio del
apostolado no quede vacante (posteriormente este ministerio será desempeñado
por los obispos). Los apóstoles también estaban conscientes de la obligación
que tenían de que sus sucesores pudieran ejercer su ministerio de forma cabal,
de organizar Iglesias y poner al frente hombres capaces. Así vemos como en el
libro de los hechos de los apóstoles se nos narra como una de las principales
actividades de los apóstoles era fundar Iglesias y designar en ellas
presbíteros:
“Designaron presbíteros
en cada Iglesia y después de hacer oración con ayunos, los
encomendaron al Señor en quien habían creído.” Hechos 14,23
Los presbíteros eran en un
comienzo nombrados exclusivamente por los apóstoles, posteriormente también por
otros presbíteros ya ordenados, y no cabía aquí lo que suele verse las Iglesias
protestantes donde alguien con carisma simplemente funda una Iglesia y toma el
puesto de pastor.
Ejemplos claros los vemos
en las cartas paulinas, donde Pablo hace mención de la ordenación de Timoteo
como presbítero por medio de la imposición de manos, y le exhorta a no
instituir presbítero a cualquiera (queda claro que alguien no podía
auto-proclamarse presbítero):
“Por esto te recomiendo que
reavives el carisma de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.
Porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de timidez, sino de fortaleza,
de caridad y de templanza. No te avergüences, pues, ni del testimonio que has
de dar de nuestro Señor, ni de mí, su prisionero; sino, al contrario, soporta
conmigo los sufrimientos por el Evangelio, ayudado por la fuerza de Dios, que
nos ha salvado y nos ha llamado con una vocación santa, no por nuestras obras,
sino por su propia determinación y por su gracia que nos dio desde toda la
eternidad en Cristo Jesús,” 2 Timoteo 1,7-9
“No descuides el carisma
que hay en ti, que se te comunicó por intervención profética mediante la
imposición de las manos del colegio de presbíteros.” 1 Timoteo 4,14
“No te precipites en
imponer a nadie las manos, no te hagas partícipe de los pecados ajenos.
Consérvate puro.” 1 Timoteo 5,22
Por: José
Miguel Arráiz
Fuente:
ApologeticaCatolica.org