Abrir la Biblia puede ser muy útil cuando las preocupaciones
te quitan el sueño por la noche
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En el momento en que sostenemos a nuestro
hijo en brazos, prometemos amarlo con todo nuestro ser por el resto de nuestra
vida. El único problema con esa profundidad de amor es que llega con una enorme
cantidad de miedo: miedo de que nuestros hijos sean heridos, se pierdan, se
enfermen, se mueran, miedo de nuestra falta de habilidad como padres… La lista
es interminable y esos miedos continúan durante mucho tiempo después que
nuestros hijos salen de casa.
Como
frecuentemente pasa con miedos infundados – o preocupaciones por cosas que
están más allá de nuestro control – estos generalmente vienen de noche,
llenándonos de pensamientos sombríos que empeoran a medida que las horas pasan.
De esa
manera, aunque podamos ser tentados con abrir un libro y distraernos, recomendamos
acudir a la Biblia para ayudar a amenizar nuestros miedos y ponernos
en un camino de confianza y esperanza.
En 1 Jn 4,18,
se nos recuerda buscar consuelo en el Padre celestial. Finalmente, Dios es amor
y la fuerza de su amor puede expulsar el miedo que podamos sentir:
“En el amor no hay temor. El amor perfecto
echa fuera el temor, pues hay temor donde hay castigo. Quien teme no conoce el
amor perfecto”.
Este pensamiento es evocado en los Hechos de los Apóstoles, donde Pedro resalta
que a través de nuestro bautismo nos es dado el gran don del Espíritu Santo y
Él permanece con nosotros siempre:
“Pedro
les contestó: ‘Arrepiéntanse, y que cada uno de ustedes se haga bautizar en el
Nombre de Jesús, el Mesías, para que sus pecados sean perdonados. Entonces
recibirán el don del Espíritu Santo. Porque el don de Dios es para ustedes y para sus hijos, y también para
todos aquellos a los que el Señor, nuestro Dios, quiera llamar, aunque estén
lejos'”. – Hch 2, 38-39
Si miramos el
mensaje de Pablo a los Filipenses 4, 6-7, él nos anima a abandonar nuestros
miedos compartiendo nuestras necesidades con Dios y
enfocándonos en la gratitud con el fin de
encontrar la paz:
“No se
inquieten por nada; antes
bien, en toda ocasión presenten sus peticiones a Dios y junten la acción de
gracias a la súplica. Y la paz de Dios, que es mayor de lo que se
puede imaginar, les guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús”.
Para
renunciar a nuestros miedos sobre nuestros hijos, debemos seguir profundizando
en nuestra propia confianza y fe en Dios, que ama a nuestros hijos más de lo
que nosotros mismos podríamos. Leer la Biblia nos ayuda a hacer eso.
Cerith Gardiner
Fuente:
Aleteia