Miguel Ponce y Nicolás
Álvarez de las Asturias ofrecen algunas repuestas a cuestiones como el
sacerdocio “ad tempus”, el acceso al sacerdocio de la mujer y el celibato
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Ordenación Sacerdotal |
Llamados y enviados. Una introducción a la teología del sacerdocio
ministerial.
Miguel Ponce Cuéllar y Nicolás Álvarez de las Asturias
Palabra
Miguel Ponce Cuéllar y Nicolás Álvarez de las Asturias
Palabra
Para empezar. No está nada mal este tándem de
autores para una introducción al estudio del ministerio sacerdotal en
tiempos de confusión. Don Miguel Ponce Cuéllar, vamos a llamarle factor
principal, es un teólogo veterano, residente en la más profunda
Extremadura, hombre de lecturas múltiples y actualizadas.
Son muy
numerosos sus trabajos de síntesis teológica, que además de síntesis
contienen una clara pedagogía. De hecho hay que conectar este manual
con su libro anterior “Teología del sacerdocio ministerial. Llamados a
servir” (BAC, Madrid 2016).
Y don Nicolás Álvarez de las Asturias es un
joven profesor de San Dámaso, una de las cabezas más bien amuebladas del
panorama teológico y canónico de hoy. Por lo tanto, a la hora de escribir,
de nuevo, sobre el sacerdocio en retornados tiempos de confusión, qué
mejor idea que unir el trabajo de dos generaciones distintas, distantes en
el tiempo, pero convergentes en una concepción del sacerdocio que debe
ser, primero, vivida, y, después, puesta en valor.
Vayamos al grano. Entre el Concilio Vaticano
II, cuyos textos sobre el sentido del ministerio sacerdotal son
meridianamente claros, y el tiempo actual, en el que vuelve cierta
confusión sobre la teología y la espiritualidad sacerdotal, media el rico
magisterio de Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y, últimamente del
Papa Francisco. Y sin embargo, algunas “especies” teológicas que
adquirieron peso público a finales de los sesenta y setenta ahora han
vuelto al protagonismo eclesial. Se habla aquí por tanto de la adecuada
respuesta, desde el punto de vista teológico, a una “crisis de identidad
sacerdotal”.
Leemos en el prólogo: “Los sacerdotes de
nuestro tiempo desarrollamos nuestro ministerio en un momento marcado
todavía por las –esperemos que- últimas oleadas de interpretaciones del
sacerdocio, surgidas como alternativas a cuanto la Iglesia había ido comprendiendo a lo largo de su historia. Esto se
traduce todavía en modos muy diversos de entender el propio ministerio y
su lugar específico en el seno de la comunidad cristiana,
independientemente que, desde el punto de vista doctrinal, las cosas
parezcan estar muy claras”.
Pongamos por caso algunas ideas a las que este
libro da una adecuada respuesta. Cuando usted lea, u oiga en alguna
homilía, algunas de las siguientes ideas que les sintetizo, recomienden
este libro. A saber que: a) Cristo no fundó la institución eclesial, porque
esperaba la inmediatez de la parusía; b) la elección de los Doce tuvo solo
un sentido escatológico y simbólico; c) la implantación del ministerio en
las comunidades eclesiales nació como fruto de las necesidades de una
Iglesia concreta; d) la asunción por parte de la Iglesia del modelo
ministerial de las comunidades, de Hechos de los Apóstoles y Cartas
Pastorales, no es la única posible y tal eclesiología no es la única
acorde con el pensamiento de Cristo; y e) la Iglesia de hoy debe estar
abierta a las diferentes posibilidades que ofrecen actualmente los
movimiento renovadores eclesiales.
Este manual introductorio tiene tres núcleos
principales: el análisis de la Sagrada Escritura respecto al ministerio
sacerdotal, la historia de la comprensión en la Iglesia del ministerio, y
un apartado final sobre cuestiones relevantes, como por ejemplo, la
identidad del sacerdote, su fundamento cristológico, la
vocación sacerdotal, la funciones ministeriales al servicio de la
comunidad o la espiritualidad sacerdotal.
Se podría aducir que este es un libro solo para
seminaristas, para estudiantes de teología o para sacerdotes. No lo creo.
Este es un libro de formación para todos los cristianos que quieran saber
sobre el sacerdocio, que respeten y valoren y cuiden el ministerio del sacerdote “in persona Christi” y a los
sacerdotes.
Es cierto que, sobre todo, en la parte final se
ofrecen algunas repuestas a cuestiones, digamos, siempre discutidas y
presentes en la opinión pública eclesial, como el sacerdocio “ad tempus”, el
acceso al sacerdocio de la mujer y el celibato.
Temas que se abordan, quizá no de forma
obsesiva, pero sí desde el claro fundamento teológico en la comprensión
del ministerio. Lo que lleva a sacar de forma clara las conclusiones a los
aludidos mantras.
Interesante, por último, un epílogo breve sobre
el ministerio ordenado y la renovación pastoral en la Iglesia, que dice
mucho más que lo que afirma. Y también muy interesante la perspectiva
histórica y teológica de la relación entre episcopado y presbiterado, entre los sacerdotes y los obispos.
Francisco Serrano Ojeda
Fuente:
ReligionConfidencial