“El mundo y la Iglesia están muriendo porque
faltan adoradores”… “El Occidente ha negado a Dios para darse gloria a sí
mismo”: Card. R. Sarah
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Robert Cardinal Sarah hablando en
Église Saint François-Xavier en París.
(Imagen: François Xavier / Cardinal Sarah)
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Extracto
de la conferencia sostenida por el Cardenal Robert Sarah en la Iglesia de San
Francisco Xavier en París, el 25 de mayo de 2019, pocas horas después de haber
visitado la Catedral de Notre Dame
El Occidente ha rechazado a Dios para
darse gloria a sí mismo. Y también la Iglesia parece que debería adaptarse a la
nueva ética globalista, pero así se refleja sólo a sí misma. “Si quieren
reconstruir la Iglesia pónganse de rodillas” ha dicho el card. Sarah en París.
«(…) Fundamentalmente, creo que el hombre
occidental se niega a ser salvado por la misericordia de Dios. Se niega a recibir la salvación,
queriendo construirla por sí mismo. Los “valores fundamentales”
promovidos por la ONU se basan en un rechazo de Dios que comparo con el joven
rico del Evangelio. Dios miró a Occidente y lo amó porque ha hecho cosas
maravillosas. Le invitó a andar de diferente manera, pero el Occidente se
volvió para atrás. Prefería el tipo de riqueza que debía sólo a sí mismo.
Las grandes catedrales de Occidente
pueden haber sido construidas sólo por hombres de gran fe y de gran humildad,
que estaban profundamente felices de saber que eran hijos de Dios. Son como un
canto de alegría, un himno a la gloria de Dios esculpida en la piedra y pintada
en vidrio. ¡Son la obra de los hijos que aman y adoran a su Padre celestial!
Todos estaban contentos de esculpir en la piedra una expresión de su fe y amor
por Dios, y no por la gloria de ellos mismo. Sus obras de arte tenían el propósito de
dar gloria y alabanza sólo a Dios. El hombre occidental moderno está demasiado
triste como para realizar tales obras de arte.
Éste ha elegido ser un huérfano solitario: ¿Cómo puede él recitar la gloria del
Padre eterno por quien ha recibido todo? Bien, ¿qué hará entonces? Ante las
ruinas de la catedral de Notre Dame, algunos se sintieron tentados a decir:
“Vean, este edificio ha logrado su propósito. Construyamos algo nuevo, más
moderno. ¡Construyamos algo a nuestra imagen!”. Un edificio que habla, no de la
gloria de Dios, sino de la gloria del hombre, del poder de la ciencia y de la
modernidad.
De la misma manera, algunas personas
miran a la Iglesia católica y dicen: Esta Iglesia ha servido su propósito, cambiémosla, hagamos
una nueva Iglesia según nuestra imagen. Piensan: La Iglesia ya
no tiene credibilidad, ya no escuchamos su voz en los medios. Está demasiado
afectada por los escándalos de pederastia y de homosexualidad en el clero.
Muchos de su clero son malvados. Es necesario cambiarla, reinventarla.
El celibato sacerdotal es muy difícil
para nuestros tiempos: ¡Conviértanlo en una elección opcional! La enseñanza del Evangelio es demasiado
exigente: ¡Háganlo más fácil! Dilúyelo con el relativismo y la laxitud. En el
futuro, preocúpate más por las cuestiones sociales.
¿La doctrina católica no está adaptada a
los medios? ¡A cambiarla! Adáptala
a la mentalidad y a las perversiones morales de nuestro tiempo. ¡Adoptemos la
nueva ética globalista promovida por la ONU y por la ideología de género!
Hagamos de la Iglesia una sociedad humana
y horizontal, ¡que
hable un lenguaje mediático que la haga popular! Amigos míos, una Iglesia
semejante no interesa a nadie. Mis queridos amigos, ¡al mundo no le sirve una
Iglesia que no ofrece nada diferente a un reflejo de la propia imagen propia!
La Iglesia es interesante sólo porque nos
permite encontrar a Jesús.
Es legítima sólo porque nos transmite la Revelación. Cuando la Iglesia se
sobrecarga de estructuras humanas, obstruye la luz de Dios que brilla en ella y
a través de ella. La Iglesia debería ser como una catedral. Todo en Ella
debería cantar a la gloria de Dios. Ésta debe dirigir nuestra mirada
incesantemente hacia Él, así como la aguja de Notre Dame apuntaba hacia el
cielo.
Mis queridos amigos, debemos reconstruir
la catedral. Debemos reconstruirla exactamente como era antes. No tenemos necesidad de inventar una
nueva Iglesia. Debemos dejarnos convertir de manera que la
Iglesia pueda brillar todavía una vez más, que la Iglesia pueda ser todavía una
vez más una catedral que canta la gloria de Dios y conduce a los hombres hacia
él. Entonces, ¿qué es lo primero que hay que hacer?
Digo esto sin dudarlo: ¿Quieren
reconstruir la Iglesia? ¡Debemos ponernos de rodillas!
¿Quieren reconstruir esta hermosa
catedral que es la Iglesia Católica? ¡Pónganse de rodillas! Una catedral es
antes que nada un lugar donde los hombres pueden arrodillarse, una catedral es
donde Dios está presente en el Santísimo Sacramento.
¡La tarea más urgente es recuperar un
sentido de adoración! La
pérdida de un sentido de adoración de Dios es la fuente de todos los incendios
y las crisis que están sacudiendo al mundo y a la Iglesia.
¡Necesitamos adoradores! ¡El mundo se está muriendo porque
faltan adoradores! ¡La iglesia está reseca por la falta de adoradores para
calmar su sed! (…)».
Cardenal Robert Sarah
Prefecto de la Congregación para el Culto
Divino.
[Traducción de Dominus
Est. Artículo original
Fuente : Dominus est