Palabras
del Papa antes del Ángelus
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Ángelus, 18 agosto 2019. Captura de pantalla YouTube |
El
Papa Francisco ha comentado el Evangelio de este domingo, 18 de agosto de 2019,
al rezar el Ángelus: “Jesús revela a sus amigos y a nosotros su deseo más
ardiente: Traer a la Tierra el fuego del amor del Padre, que ilumina la vida y
a través del cual el hombre se salva”.
El
Pontífice ha rezado la oración mariana este domingo, 18 de agosto de 2019, a
las 12 horas, desde el balcón del Palacio Apostólico, frente a cientos de
peregrinos congregados en la plaza de San Pedro, en el Vaticano.
“El
testimonio del Evangelio quema”, ha anunciado Francisco. “Quema toda forma de
particularismo y mantiene la caridad abierta a todos, con una sola preferencia:
la de los más pobres y los excluidos”.
El
Santo Padre ha asegurado que adherirse al fuego del amor que nos Jesús trajo a
la Tierra “envuelve toda nuestra existencia” y también “requiere la voluntad de
servir al prójimo”. En este sentido, ha indicado que el Evangelio se
manifiesta verdaderamente “con la adoración y sirviendo al prójimo”, el
Evangelio “se manifiesta verdaderamente como el fuego que salva, que cambia el
mundo, a partir del cambio del corazón de cada uno”.
Asimismo,
el Papa ha recordado que “Jesús vino a separar con fuego. ¿A separar qué?
El bien del mal, lo correcto de lo injusto”. En este sentido, ha explicado
Francisco: “Llegó a dividir, a poner en crisis pero de manera saludable la vida
de sus discípulos, rompiendo las ilusiones fáciles de aquellos que creen que
pueden combinar la vida cristiana y la mundanidad”.
El
Pontífice ha observado: “¡Cuántos cristianos autodenominados van al adivino o
al adivino para ser leídos de la mano! Y esto es superstición, no de Dios. Se
trata de no vivir hipócritamente, sino de estar dispuestos a pagar el precio
por elecciones coherentes en la actitud que cada uno de nosotros tiene que
tratar de buscar en la vida: la coherencia”.
A
continuación, reproducimos las palabras del Papa antes de rezar el Ángelus:
***
Palabras del Papa antes del Ángelus
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En
el pasaje del Evangelio de hoy, Jesús advierte a los discípulos que ha llegado
el momento de la decisión. Su llegada al mundo, de hecho, coincide con el momento
de las decisiones decisivas. La opción por el Evangelio no puede posponerse.
Para comprender mejor su llamado, usa la imagen del fuego que Él mismo vino a
traer a la Tierra. Y dice así: He venido a traer fuego a la Tierra y cuanto
desearía que ya estuviera ardiendo. Estas palabras tienen el propósito de
ayudar a los discípulos a abandonar toda actitud de pereza, apatía,
indiferencia, y cierre, para recibir el fuego del amor de Dios. Ese amor que,
como nos recuerda san Pablo: “ha sido derramada en nuestros corazones por el
Espíritu Santo” (Rom 5, 5). Porque es el Espíritu Santo que nos hace amar a
Dios y amar al prójimo. Y es el Espíritu Santo que todos tenemos dentro.
Jesús
revela a sus amigos y a nosotros su deseo más ardiente: Traer a la Tierra el
fuego del amor del Padre, que ilumina la vida y a través del cual el hombre se
salva. Él nos llama a difundir este fuego en el mundo, gracias al cual seremos
reconocidos como verdaderos discípulos. El fuego del amor encendido por Cristo
en el mundo a través del Espíritu Santo es ilimitado, universal. Esto se ha
visto desde los primeros días del cristianismo. El testimonio del Evangelio se
ha extendido como un fuego beneficioso, superando todas las divisiones entre
individuos, categorías sociales, pueblos y naciones. El testimonio del
Evangelio quema. Quema toda forma de particularismo y mantiene la caridad
abierta a todos, con una sola preferencia: la de los más pobres y los excluidos.
Adherirse
al fuego del amor que nos Jesús trajo a la Tierra envuelve toda nuestra
existencia y también requiere la voluntad de servir al prójimo. Adoración y la
disponibilidad a servir al prójimo. La primera: Adorar a Dios, significa
también aprender la oración, que normalmente olvidamos. Por eso invito también
a todos a descubrir la belleza de la oración.
Y
después la segunda disponibilidad a servir al prójimo. Pienso con admiración en
tantas comunidades y grupos de jóvenes que incluso durante el verano se dedican
a ese servicio a favor de los enfermos, los pobres y las personas con
discapacidad para vivir de acuerdo con el espíritu del Evangelio es necesario
que ante las nuevas necesidades que se avecinan en el mundo haya discípulos de
Cristo que sepan responder con nuevas iniciativas de caridad. Así, el Evangelio
se manifiesta verdaderamente con la adoración y servir al prójimo, el Evangelio
se manifiesta verdaderamente como el fuego que salva, que cambia el mundo, a
partir del cambio del corazón de cada uno.
Desde
esta perspectiva, también podemos entender la otra afirmación de Jesús que se
informa en el pasaje de hoy, que a primera vista puede desconcertar. “¿Piensan
acaso que he venido a traer paz a la Tierra? No, os digo. He traído la división”
(Lc 12, 51). Él vino a separar con fuego. ¿A separar qué? El bien del mal, lo
correcto de lo injusto. En este sentido, llegó a dividir, a poner en crisis
pero de manera saludable la vida de sus discípulos, rompiendo las ilusiones
fáciles de aquellos que creen que pueden combinar la vida cristiana y la
mundanidad. Vida cristiana y compromisos de todo tipo. Prácticas y actitudes
religiosas contra el prójimo. Para combinar, algunos piensan, la verdadera
religiosidad con prácticas supersticiosas: ¡cuántos cristianos autodenominados
van al adivino o al adivino para ser leídos de la mano! Y esto es superstición,
no de Dios.
Se
trata de no vivir hipócritamente, sino de estar dispuestos a pagar el precio
por elecciones coherentes en la actitud que cada uno de nosotros tiene que
tratar de buscar en la vida: la coherencia. Y pagar el precio de ser coherentes
con el Evangelio, porque es bueno llamarnos cristianos pero sobre todo ser
cristianos en situaciones concretas dando testimonio del Evangelio, que es
esencialmente amor por Dios y por nuestros hermanos.
Que
María Santísima nos ayude a dejar que el corazón sea purificado por el fuego,
traído por Jesús para propagarlo con nuestra vida a través de decisiones
decisivas y valientes.
Rosa
Die Alcolea
Fuente:
Zenit