Palabras
antes de la oración mariana
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| Ángelus © Vatican Media |
De
acuerdo a las palabras del Papa Francisco, el Señor nos invita a que no
busquemos “por nuestra propia iniciativa la atención y la consideración de los
demás, sino, más bien, dejar que sean los otros las que nos las presten”, y a
seguir “el camino de la humildad”, “porque es el más auténtico, el camino
de la humildad, que también nos permite tener relaciones auténticas”.
Antes
del rezo del Ángelus, el Santo Padre se ha referido hoy, 1 de septiembre de
2019, al evangelio dominical que muestra a Jesús participando en un banquete en
casa de unos fariseos y en el que Jesús observa como los invitados corrían para
ocupar los primeros puestos.
Francisco
resaltó que, también hoy, “habitualmente se busca el primer lugar para afirmar
una supuesta superioridad sobre los demás. En realidad, esta carrera hacia los
primeros puestos perjudica a la comunidad, tanto civil como eclesial, porque
arruina la fraternidad”, expresó el Papa Francisco.
En
dicho pasaje, Jesús ofrece dos parábolas, a las que el Pontífice ha remitido.
La primera de ellas está dirigida a aquel que es invitado a un banquete, a
quien Jesús propone que se siente siempre en último sitio, y que sea el
anfitrión el que le pida ponerse delante, demostrando la citada humildad.
En
la segunda parábola, Jesús apela al que invita y le exhorta a convidar a “los
pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos y serás bienaventurado porque
no tienen nada para devolverte” y porque “recibirás en efecto tu recompensa en
la resurrección de los justos”. Así, el Papa recuerda que el que se comporte de
este modo “tendrá la recompensa divina, mucho más alta que el intercambio
humano que uno se espera” y, frente al interés personal que suele surgir en las
relaciones humanas, resalta la generosidad desinteresada a la que invita Dios
“para abrirnos el camino hacia una alegría mucho mayor: la alegría de ser
partícipes del amor mismo de Dios, que nos espera a todos nosotros en el
banquete celestial”.
A
continuación ofrecemos íntegramente las palabras del Santo Padre antes del
Ángelus.
***
Palabras del Papa Francisco
El
Evangelio de este domingo nos muestra a Jesús, participando en un banquete en
casa de un jefe de los fariseos. Jesús miraba y observaba como los invitados
corren para conseguir los primeros lugares, una actitud bastante difundida en
nuestros días, y no solo cuando se nos invita a una comida. Habitualmente se
busca el primer lugar para afirmar una supuesta superioridad sobre los demás.
En realidad, esta carrera hacia los primeros puestos perjudica a la
comunidad, tanto civil como eclesial, porque arruina la fraternidad. Todos
conocemos a estas personas que siempre quieren trepar para ir cada vez más
arriba y dañan la fraternidad. Ante esta escena, Jesús cuenta dos breves
parábolas.
La
primera parábola se dirige al que es invitado a un banquete y lo exhorta a no
ponerse en el primero puesto, porque, dice, “no haya otro invitado más digno
que tú y el que te invito a ti y a él venga a decirte: ‘Cédele tu lugar’.
Entonces deberás ocupar con vergüenza el último puesto”. Jesús, en cambio,
enseña a tener una actitud opuesta: “Cuando te conviden, vete a sentarte en el
último puesto, para que cuando venga el que te ha invitado te diga: ‘Amigo, ven
más adelante’” (v. 10). Por lo tanto, no debemos buscar por nuestra propia
iniciativa la atención y la consideración de los demás, sino, más bien, dejar
que sean los otros las que nos las presten. Jesús, nos muestra siempre el
camino de la humildad, porque es el más auténtico, el camino de la humildad,
que también nos permite tener relaciones auténticas. El camino de la humildad,
no la humildad ficticia, la verdadera humildad.
En
la segunda parábola, Jesús se dirige al que invita y, refiriéndose al modo de
seleccionar a los invitados a la fiesta, le dice: “Cuando ofrezcas un banquete
invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos y serás
bienaventurado porque no tienen nada para devolverte. También aquí, Jesús va
completamente a contracorriente, manifestando como siempre la lógica de Dios
Padre. Y añade también la clave para interpretar su razonamiento, y ¿cuál es la
clave?: si tú haces esto “recibirás en efecto tu recompensa en la resurrección
de los justos” (v. 14). Esto significa que el que se comporta de esta manera,
tendrá la recompensa divina, mucho más alta que el intercambio humano que uno
se espera: yo te hago un favor esperando que tú me hagas otro, no, la
generosidad humilde.
El
intercambio humano, de hecho, suele distorsionar las relaciones, introduciendo
el interés personal en una relación que debería ser generosa y gratuita. En
cambio, Jesús, nos invita a la generosidad desinteresada para abrirnos el
camino hacia una alegría mucho mayor: la alegría de ser partícipes del amor
mismo de Dios, que nos espera a todos nosotros en el banquete celestial.
Que
la Virgen María “humilde y elevada más que una criatura” (Dante, Paradiso,
XXXIII, 2), nos ayude a reconocernos como somos, es decir, pequeños, y a
alegrarnos en el dar sin reciprocidad.
Larissa
I. López
Fuente:
Zenit






