A
los miembros de la Asociación Italiana de Oncología
“La
oncología de precisión, que promovéis, también se convierte en una oncología de
misericordia, porque el esfuerzo por personalizar la atención revela el interés
no solo por la enfermedad, sino por el paciente y sus características, por la
forma en que reacciona a la medicamentos, a las informaciones más dolorosas, al
sufrimiento”.
Con
estas palabras, el Papa Francisco se ha dirigido hoy, 2 de septiembre de 2019,
a los miembros de la Asociación Italiana de Oncología Médica (AIOM), médicos y
pacientes, a quienes ha recibido en audiencia.
En
su discurso, en primer lugar, el Papa Francisco reconoció la “función
inapreciable” que esta asociación desarrolla desde 1973 “en el sector de la
salud, fomentando la investigación y la prevención, esforzándose por mejorar
los diagnósticos y tratamientos, y desarrollando numerosas iniciativas de
actualización y formación para los médicos y los otros trabajadores del sector
de oncología”.
Estilo solidario y
fraterno
Igualmente,
el Obispo de Roma destacó cómo en los estatutos de la organización se
comprometen a “favorecer relaciones” y a “establecer relaciones científicas y
de colaboración” dentro del mundo científico y sanitario, algo esencial para la
“construcción del bien común” en un mundo conflictivo como en el que vivimos.
“La
elección consciente, y a menudo fatigosa, de un estilo que acomune en lugar de
dividir está representada, a lo largo de la vida del AIOM, por el cuidado de la
relación con el paciente, y hoy se manifiesta precisamente con la presencia
entre vosotros de algunos de ellos. La elección de participar juntos en esta
reunión, sentados uno al lado del otro, representa un mensaje fuerte y un signo
elocuente no solo para el mundo de la salud, sino para toda la sociedad,
llamada a renovarse en un estilo solidario y fraterno”, añadió.
Tecnología al servicio de
las personas
Por
otra parte, el Papa recordó que la tecnología está al servicio de las personas
y que no cumple esta función “cuando distingue entre el que todavía es acreedor
de cuidados y el que no, porque se le considera solamente una carga – y a veces
un descarte-.”
Así,
describió que prácticas como la eutanasia, aunque legalizadas en algunos países,
“se basan en una visión utilitaria de la persona, que se vuelve inútil o puede
equipararse a un costo, si desde el punto de vista médico no tiene esperanza de
mejorar o ya no puede evitar el dolor”. En contraposición a esta realidad,
propuso el compromiso de acompañar al paciente y a sus acompañantes durante
todas las etapas de las dolencias, ofreciendo cuidados paliativos y un ambiente
familiar en los hospicios.
Además,
frente a una sociedad parecida a un “vaso de Pandora” en la que “todo se sabe,
todo se explica, todo se resuelve”, pero en la que ha quedado escondida la
esperanza, el Papa les animó a buscarla, a traducirla y a aportarla en “los
casos más límites”.
Seguir el ejemplo de Jesús
El
Pontífice también invitó a los asistentes a tener presente, en el
compromiso con los enfermos, con la sanidad y con la sociedad, el ejemplo de
Jesús, “el maestro más grande de humanidad” para que “vuestros gestos se
inspiren en Él y lo hagáis vuestro compañero de camino”.
“Su
figura, cuya contemplación nunca se agota, tan grande es la luz que emana de
ella, inspire a los enfermos y les ayude a encontrar la fuerza para no
interrumpir los lazos de amor, a ofrecer el sufrimiento por los hermanos, a
mantener la amistad con Dios. Que inspire a los médicos -Él que de alguna
manera dijo que era un colega vuestro, como un médico enviado por el Padre para
sanar a la humanidad-, a buscar siempre el bien de los demás, a entregarse
generosamente, a luchar por un mundo más solidario. Que inspire a todos a
acercarse a los que sufren”, agregó.
A
continuación se expone el discurso completo del Papa Francisco.
***
Discurso del Santo Padre
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Dirijo
mi cordial saludo a todos vosotros: al presidente, a quien agradezco sus
palabras, a los médicos y pacientes presentes en este encuentro, y a todos los
socios.
Desde 1973, la Asociación Italiana de Oncología Médica desempeña una función inapreciable en el sector de la salud, fomentando la investigación y la prevención, esforzándose por mejorar los diagnósticos y tratamientos, y desarrollando numerosas iniciativas de actualización y formación para los médicos y los otros trabajadores del sector de oncología. Vuestro estatuto ilustra los objetivos de la Asociación que, sin fines de lucro, se propone “promover el progreso en el campo clínico, experimental y del bienestar social” (art. 2), con una colaboración activa entre médicos de diferentes especialidades, organismos e instituciones. Os comprometéis a “favorecer las relaciones” y “establecer relaciones científicas y de colaboración” (íbid.) dentro del mundo científico y de la salud, tratando de incentivar el intercambio de los objetivos alcanzados y la multidisciplinariedad, no raras veces obstaculizada por una custodia celosa de los conocimientos.
En
un mundo como el nuestro, a menudo empujado a la contraposición en todas las
esferas de la convivencia humana, un compromiso esencial para la construcción
del bien común es el de crear y fomentar relaciones. La elección consciente, y
a menudo fatigosa, de un estilo que acomune en lugar de dividir está
representada, a lo largo de la vida del AIOM, por el cuidado de la relación con
el paciente, y hoy se manifiesta precisamente con la presencia entre vosotros
de algunos de ellos. La elección de participar juntos en esta reunión, sentados
uno al lado del otro, representa un mensaje fuerte y un signo elocuente no solo
para el mundo de la salud, sino para toda la sociedad, llamada a renovarse en
un estilo solidario y fraterno.
El
Congreso Nacional, que celebraréis dentro de pocas semanas, estará dedicado
precisamente a la atención de cada paciente, a la “mejor atención para cada
paciente”, en función de las características biológicas y clínicas de cada uno.
Así es como la oncología de precisión, que promovéis, también se convierte en
una oncología de misericordia, porque el esfuerzo por personalizar la atención
revela el interés no solo por la enfermedad, sino por el paciente y sus
características, por la forma en que reacciona a los medicamentos, a las
informaciones más dolorosas, al sufrimiento. Una oncología de este tipo va más
allá de la aplicación de los protocolos y revela un uso de la tecnología que
está al servicio de las personas.
La
tecnología no está al servicio del hombre cuando lo reduce a cosa, cuando
distingue entre el que todavía es acreedor de cuidados y el que no, porque se
le considera solamente una carga – y a veces un descarte- .
La
práctica de la eutanasia, que ya es legal en varios estados, solo aparentemente
busca alentar la libertad personal; en realidad se basa en una visión
utilitaria de la persona, que se vuelve inútil o puede equipararse a un costo,
si desde el punto de vista médico no tiene esperanza de mejorar o ya no puede
evitar el dolor. Por el contrario, el compromiso de acompañar al paciente y a
sus seres queridos en todas las etapas de la enfermedad tratando de
aliviar su sufrimiento mediante paliación u ofreciendo un ambiente familiar en
los hospicios, que son cada vez más numerosos, contribuye a crear cultura y
prácticas más atentas al valor de cada persona.
No
os desaniméis nunca por la incomprensión que podáis encontrar, o
ante la insistente propuesta de caminos más radicales y apresurados. Si se
elige la muerte, los problemas se resuelven en cierto sentido; ¡Pero cuánta
amargura hay detrás de este razonamiento y qué rechazo de la esperanza implica
la opción de renunciar a todo y romper todos los lazos! A veces estamos en una
suerte de vaso de Pandora: todo se sabe, todo se explica, todo se resuelve,
pero ha quedado escondido solamente algo: la esperanza. Y también tenemos que
buscarla. Como traducir la esperanza, todavía más, como darla en los casos más
límites.
Vuestro
servicio se convierte entonces en un trabajo de sensibilización en una
sociedad poco consciente y a veces distraída. Le recordáis, de muchas maneras,
la importancia de la prevención, que debe entenderse sea como un diagnóstico
precoz, capaz de reducir significativamente la peligrosidad de las enfermedades
oncológicas, seas como respeto por el cuerpo y sus necesidades. De hecho, la
mejor y más verdadera prevención es la de un ambiente saludable y un estilo de
vida que respete el cuerpo humano y sus leyes. Como sabemos, esto depende no
solo de las decisiones individuales, sino también de los lugares donde vivimos
que, especialmente en los grandes centros, someten al cuerpo a un estrés
constante debido a los ritmos de vida y a la exposición a los
contaminantes. Esto dirige nuestra atención al cuidado del medio ambiente
natural, nuestra casa común a la que debemos respeto, para que a su vez nos
respete. La protección del medio ambiente y la lucha contra los tumores se
convierten, pues, en las dos caras del mismo problema, dos aspectos
complementarios de la misma batalla de civilización y de humanidad.
En
vuestro compromiso con los enfermos, con el sistema de salud y con toda la
sociedad, os invito a tener siempre presente el ejemplo de Jesús, que ha
sido el maestro más grande de humanidad, para que vuestros gestos se inspiren
en Él y lo hagáis vuestro compañero de camino. Su figura, cuya contemplación
nunca se agota, tan grande es la luz que emana de ella, inspire a los
enfermos y les ayude a encontrar la fuerza para no interrumpir los lazos de
amor, a ofrecer el sufrimiento por los hermanos, a mantener la amistad con
Dios. Que inspire a los médicos -Él que de alguna manera dijo que era un
colega vuestro, como un médico enviado por el Padre para sanar a la humanidad-,
a buscar siempre el bien de los demás, a entregarse generosamente, a luchar por
un mundo más solidario . Que inspire a todos a acercarse a los que sufren. La
cercanía, esa actitud tan importante y tan necesaria.
También
la puso en práctica el Señor, la cercanía en medio de nosotros. Que inspire a
cada uno a acercarse al que sufre, sobre todo a los pequeños, y a poner a los
débiles en primer lugar, para que crezcan en una sociedad más humana y
establezcan relaciones marcadas por la gratuidad, en lugar de por la
oportunidad.
En
cada actividad vuestra invoco la bendición de Dios y os encomiendo a la Virgen
María, para que con el afecto de una madre vele sobre vosotros, sobre los
médicos y sobre todos los enfermos. Asegurándoos que os acompaño con mi
oración, os pido también a vosotros que recéis por mí. ¡Gracias!
Larissa
I. López
©
Librería Editorial Vaticana
Fuente:
Zenit






