Al
Instituto para el Diálogo Interreligioso
(Argentina)
“Nuestras
tradiciones religiosas son una fuente necesaria de inspiración para fomentar
una cultura del encuentro. Es fundamental la cooperación interreligiosa (…),
indicó el Papa Francisco.
Hoy,
18 de noviembre de 2019, el Santo Padre recibió en audiencia a los
participantes en el encuentro promovido por el “Instituto para el Diálogo
Interreligioso de la Argentina” (IDI), dedicado al Documento sobre la Fraternidad Humana firmado
en febrero en Abu Dhabi.
Construir puentes
Al
principio de su discurso, Francisco se mostró satisfecho con el hecho de que
este documento, de carácter universal, se difunda en las Américas, “convencido
de que la particularidad y la sensibilidad de países y continentes diferentes
puedan contribuir verdaderamente a una lectura detallada de este Documento y a
una mayor y eficaz comprensión del mensaje que transmite”.
El
Pontífice, remitió al contenido del documento, en el que se dice que “las
religiones, de modo especial, no pueden renunciar a la tarea urgente de
construir puentes entre los pueblos y las culturas”, subrayando que es el
momento de que “las religiones se empeñen más activamente, con valor y audacia,
con sinceridad, en ayudar a la familia humana a madurar la capacidad de
reconciliación, la visión, la esperanza y los itinerarios concretos de paz”.
Colaboración
Así,
para él, la cooperación interreligiosa, “basada en la promoción de un diálogo
sincero, respetuoso, que va hacia la unidad sin confundir, manteniendo las
identidades” es fundamental. Y se trata de una unidad “que trasciende el mero
pacto político” porque esta actitud “va al diálogo entre lo trascendente, crea
fraternidad (…)”.
El
Obispo de Roma, resaltó que el mundo observa a los creyentes “para comprobar
cuál es nuestra actitud ante la casa común y ante los derechos humanos” y exige
colaboración con todos los hombres y mujeres de buena voluntad “para que demos
respuestas efectivas a tantas plagas de nuestro mundo, como la guerra, el
hambre, la miseria que aflige a millones de personas, la crisis ambiental, la
violencia, la corrupción y el degrado moral, la crisis de la familia, de la
economía y, sobre todo, la falta de esperanza”.
El integrismo, una peste
Por
otra parte, el Papa Francisco se refirió a la fraternidad como “una realidad
humana compleja” a la que es preciso “prestar atención y tratar con delicadeza”
y resaltó la importancia de demostrar que los creyentes son “un factor de paz
para las sociedades humanas”, respondiendo “a quienes injustamente acusan a las
religiones de fomentar odio y ser causa de violencia”.
De
este modo, explicó que se trata de poner fin a actitudes “históricas” como la
escena de la Chanson de Roland, cuando los cristianos vencen a los
musulmanes y los obligan a elegir entre recibir el Bautismo o morir: “una
mentalidad que hoy no podemos aceptar, ni comprender, ni puede funcionar más”,
apuntó.
Finalmente,
exhortó a cuidar “los grupos integristas, cada uno tiene lo suyo” y a tratar
“con la fraternidad ir adelante” ante el integrismo, que es “una peste”.
A
continuación reproducimos el discurso completo del Papa.
Discurso del Santo Padre
Señoras
y señores:
Me
alegra darles la bienvenida a todos ustedes, que participan en el encuentro que
se ha centrado sobre el documento: «Fraternidad humana por la paz mundial y la
convivencia común», firmado en Abu Dhabi el 4 de febrero pasado.
Agradezco
a todos los organizadores de este encuentro, promovido por Su Excelencia el
señor Rogelio Pfirter, Embajador de la República Argentina ante la Santa Sede,
con el auspicio del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, y en
colaboración con el Instituto del Diálogo Interreligioso de Buenos Aires.
Me
complace constatar que este Documento, de carácter universal, se esté
difundiendo también en las Américas. Estoy convencido de que la particularidad
y la sensibilidad de países y continentes diferentes puedan contribuir
verdaderamente a una lectura detallada de este Documento y a una mayor y eficaz
comprensión del mensaje que transmite.
Como
había dicho durante la Conferencia Mundial de la Fraternidad Humana: «No hay
alternativa: o construimos el futuro juntos o no habrá futuro. Las religiones,
de modo especial, no pueden renunciar a la tarea urgente de construir puentes
entre los pueblos y las culturas». Ha llegado el momento en que «las religiones
se empeñen más activamente, con valor y audacia, con sinceridad, en ayudar a la
familia humana a madurar la capacidad de reconciliación, la visión, la
esperanza y los itinerarios concretos de paz» (4 febrero 2019). Nuestras
tradiciones religiosas son una fuente necesaria de inspiración para fomentar
una cultura del encuentro.
Es
fundamental la cooperación interreligiosa, basada en la promoción de un diálogo
sincero, respetuoso, que va hacia la unidad sin confundir, manteniendo las
identidades. Pero una unidad que trasciende el mero pacto político. Una vez, a
propósito de este Documento, al inicio de febrero pasado, un hombre muy sabio,
un político europeo muy sabio, me dijo: “esto trasciende la metodología del
pacto para mantener el equilibrio y la paz, que es muy buena, pero estos
documentos van más allá”. Y me dijo este ejemplo: “pensemos en el fin de la
segunda guerra mundial, pensemos en Yalta; en Yalta se hizo un equilibrio para
salir del impasse, un equilibrio débil pero posible. Se repartieron la
torta, y se mantuvo un periodo de paz, pero estos documentos, esta actitud que
va al diálogo entre lo trascendente, crea fraternidad, supera los pactos,
supera lo político; es política en cuanto que es humano, pero la supera, la
trasciende, la hace más noble”. Este es el camino. Y mientras tanto, sí, a
nivel político hacer lo que se puede, porque también es importante.
El
mundo nos observa a nosotros, los creyentes, para comprobar cuál es nuestra
actitud ante la casa común y ante los derechos humanos; además nos pide que
colaboremos entre nosotros y con los hombres y mujeres de buena voluntad, que
no profesan ninguna religión, para que demos respuestas efectivas a tantas
plagas de nuestro mundo, como la guerra, el hambre, la miseria que aflige a
millones de personas, la crisis ambiental, la violencia, la corrupción y el
degrado moral, la crisis de la familia, de la economía y, sobre todo, la falta
de esperanza.
La
intención del Documento es adoptar: la cultura del diálogo como vía; la
colaboración común como conducta; el conocimiento recíproco como método y
criterio. De ahora en adelante se puede afirmar que las religiones no son un sistema
cerrado que no se puede cambiar, sino que con su propia identidad. Y esto es
clave: la identidad no se negocia, porque si vos negociás la identidad ya no
hay diálogo, hay sometimiento. Con su propia identidad están en camino.
La
fraternidad es una realidad humana compleja, a la cual se debe prestar atención
y tratarla con delicadeza. Cuando Dios nos pregunta: «¿Dónde está tu hermano?»,
la primera pregunta sobre la fraternidad que está en la Biblia «¿Dónde está tu
hermano?», nadie podrá responder: No sé, no soy el custodio de mi hermano
(cf. Gn 4,9).
Entonces
surgen distintas preguntas: ¿Cómo cuidarnos recíprocamente en la única familia
humana de la que todos somos hermanos? ¿Cómo alimentar una fraternidad para que
no sea teórica, para que se traduzca en fraternidad? ¿Cómo podemos hacer
prevalecer la inclusión del otro sobre la exclusión en nombre de la propia
pertenencia? ¿Qué podemos hacer para que las religiones sean canales de
fraternidad en lugar de barreras de división? Un poquito de historia nos tiene
que espantar: las guerras religiosas, las cristianas, pensemos en la de los 30
años, solamente pensemos en la noche de San Bartolomé. El que no siente espanto
adentro que se pregunte por qué.
Es
importante demostrar que los creyentes somos un factor de paz para las
sociedades humanas y así responderemos a quienes injustamente acusan a las
religiones de fomentar odio y ser causa de violencia. En el mundo precario de
hoy, el diálogo entre las religiones no es un signo de debilidad. Este
encuentra su propia razón de ser en el diálogo de Dios con la humanidad. Se
trata de cambiar actitudes históricas. Me viene como símbolo una escena de la
Chanson de Roland, cuando los cristianos vencen a los musulmanes y los ponen
todos en fila delante de la pila bautismal, y uno con una espada. Y los
musulmanes tenían que elegir entre el bautismo o la espada. Eso hicimos los
cristianos. Era una mentalidad que hoy no podemos aceptar, ni comprender, ni
puede funcionar más. Cuidemos los grupos integristas, cada uno tiene lo suyo.
En Argentina hay algún rinconcito integrista por ahí. Y tratemos con la
fraternidad ir adelante. El integrismo es una peste y todas las religiones
tienen algún primo hermano integrista ahí, que se agrupa.
Espero
que este Mensaje de Fraternidad sea recibido por la comunidad internacional,
para el bien de toda la familia humana, que debe pasar de la simple tolerancia
a la verdadera convivencia y coexistencia pacífica. Sigan trabajando.
Y,
por favor, no se olviden de rezar por mí, que lo necesito. Gracias.
Larissa
I. López
©
Librería Editorial Vaticana
Fuente:
Zenit