Si
te resulta difícil conservar la atención en misa, prueba con estos simples
consejos para mantenerte presente en el momento
Concentrarte
en lo que sucede en la misa no siempre es fácil. De alguna manera, siempre
encontramos alguna distracción que nos aleja del altar a cualquier otro sitio.
Para
ayudar a poner remedio a esta situación, el monje trapense francés Dom
Jean-Baptiste Chautard compartió en su libro El alma de todo apostolado tres
útiles consejos que pueden ayudar a una persona a concentrarse en la misa y
cosechar mejores frutos espirituales.
Resumió
sus consejos en tres palabras latinas: Digne, Attente, Devote, que pueden
traducirse como “con dignidad, atención y devoción”.
Dignidad
En
este primer consejo, Chautard anima a los que asisten a misa a que lo hagan con
“una postura y un comportamiento respetuosos, una pronunciación precisa de las
palabras, más despacio en las partes más importantes”. Más concretamente, hay
que trabajar “tu tono de voz, la manera en que haces las señales de la Cruz,
las genuflexiones, etc.; tu cuerpo mismo: todo mostrará no solo que sabes a
Quién te estás dirigiendo y qué estás diciendo, sino también que tu corazón
está centrado en lo que estás haciendo”.
Y
continúa explicando: “En las cortes de los reyes terrenales, un simple siervo
considera que la función más pequeña es algo grande e, inconscientemente, asume
un aire majestuoso y solemne al realizarla. ¿No puedo adquirir algo de ese
porte distintivo que se mostrará por mi disposición mental y por la dignidad de
mi postura cuando desempeñe los deberes dentro de mi capacidad como miembro de
la guardia de honor del Rey de Reyes y del Dios de toda Majestad?”.
En
otras palabras, cosechamos lo que sembramos. La manera en que abordamos la misa
tendrá un impacto directo en nuestra recepción de la misma y en nuestra
capacidad de permanecer atentos durante ella.
Atención
Es
importante ir siguiendo la misa, notando las diferentes palabras que se usan en
las lecturas u oraciones. Chautard escribe: “Me tomo mi tiempo para meditar
sobre alguna palabra que me haya llamado la atención”.
Cuando
las distracciones desvían nuestra atención, Chautard nos da el siguiente
consejo:
En
cuanto surjan las distracciones, será mi voluntad volver al acto de adoración;
pero haré este movimiento de la voluntad sin irritación ni dureza, sin una
sacudida brusca y violenta, sino pacíficamente (ya que todo lo que se hace con
Tu ayuda, Señor Jesús, es pacífico y silencioso), pero poderosamente (ya que
todo deseo genuino de cooperar con Tu ayuda, Señor, es poderoso y fuerte).
Trata
de mantenerte centrado en las palabras y mantén un fuerte deseo de permanecer
atento en la misa.
Devoción
Una
de las claves más esenciales para mantener la atención en la misa, asegura
Chautard, es la devoción. Según explica: “Este es el punto más importante. Todo
se reduce a la necesidad de hacer de nuestro Oficio y de todas nuestras
funciones litúrgicas actos de piedad y, por consiguiente, actos que surjan del corazón”.
Chautard
continúa diciendo que, “‘la prisa mata toda devoción’; es el principio
establecido por san Francisco de Sales al hablar del Breviario, y se
aplica a fortiori a la misa”. Explica que la premura en la misa u
otras funciones litúrgicas a menudo puede inhibir nuestra capacidad de
participar en las oraciones con el corazón.
Chautard
nos insta a reducir la velocidad todo lo que podamos y a no intentar querer
terminar rápido con la misa. Aunque los laicos no siempre podemos controlar el
ritmo de la misa, sí podemos controlar algunas cosas. ¿Apresuramos nuestras
respuestas? ¿Estamos siempre ansiosos por terminar con la misa, para poder
salir corriendo de allí tan rápido como podamos? Nuestra disposición interior
juega un papel vital en nuestra atención en la misa.
Cuando
oramos con el corazón, lenta y atentamente, nuestro espíritu se beneficiará
enormemente de ello.
Philip
Kosloski
Fuente:
Aleteia