Mensaje del Santo Padre
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| Francisco Junto Con Maria Voce, Presidenta De Los Movimiento Focolares © Vatican Media |
Para
el Papa Francisco el carisma de la unidad “es una de estas gracias para nuestro
tiempo, que experimenta un cambio de envergadura epocal e invoca una reforma
espiritual y pastoral simple y radical que haga regresar a la Iglesia a la
fuente siempre nueva y actual del Evangelio de Jesús”.
Ayer,
10 de febrero de 2020, la Oficina de Prensa de la Santa Sede ha difundido el
mensaje a los obispos amigos del Movimiento de los Focolares que participan en
la Conferencia Internacional “Un carisma al servicio de la Iglesia y del
hombre”.
Esta
reunión es promovida y organizada con ocasión del centenario del nacimiento de
la sierva de Dios Chiara Lubich, en las localidades italianas de Trento (8-9
febrero) y Loppiano, (10-12 febrero).
Escuela del Espíritu Santo
El
Santo Padre recomendó a los obispos ponerse siempre de nuevo en la escuela del
Espíritu Santo, “para caminar en el fuego de Pentecostés con todo el Pueblo de
Dios por los caminos de la misión”, pues “su luz y su fuerza llevan a encontrar
con misericordia y ternura a los que viven y sufren en las periferias
existenciales y sociales, anunciando y testimoniando con alegría, sin miedo,
ricos solamente de fe, de esperanza y de amor el Evangelio de Jesús”.
A
través del carisma de la unidad, el Papa invita a “empezar por los últimos, los
excluidos, los descartados, para llevarles la luz, la alegría y la paz”. El
Espíritu se abre “al diálogo de la caridad y de la verdad con cada hombre y
mujer, de todas las culturas, tradiciones religiosas y convicciones ideales,
para construir en el encuentro la nueva civilización del amor”, apuntó.
“El
Espíritu nos pone en la escuela de María, donde aprendemos que lo que vale y
permanece es el amor. Como María y con ella, estamos llamados a hacer presente
y casi tangible a la vez, para la humanidad de hoy, a Jesús, el Hijo de Dios,
que en su seno se convirtió en el primogénito entre muchos hermanos y hermanas
(cf. Rm 8,29) y que vive resucitado entre los que son uno en su Nombre (cf. Mt
18,20)”, agregó el Obispo de Roma.
A
continuación sigue el mensaje completo del Papa Francisco.
Mensaje del Santo Padre
¡Queridos
hermanos!
Me
alegro vivamente por la celebración de la Conferencia Internacional durante la
cual os reunís, primero en Trento y luego en Loppiano, con ocasión del
centenario del nacimiento de la Sierva de Dios Chiara Lubich, para profundizar
en el significado y la aportación del carisma de la unidad al servicio hoy de
la misión de la Iglesia como comunión evangelizadora.
Los
carismas son «regalos del Espíritu integrados en el cuerpo eclesial, atraídos
hacia el centro que es Cristo, desde donde se encauzan en un impulso
evangelizador» (Exhortación Apostólica Evangelii gaudium, 130). Es bueno
entonces, también para los obispos, ponerse siempre de nuevo en la escuela del
Espíritu Santo, que hace salir del Cenáculo – donde el Señor Jesús los reunió
en unidad con Pedro y María, Madre de Dios y Madre de la Iglesia – para caminar
en el fuego de Pentecostés con todo el Pueblo de Dios por los caminos de la
misión. Su luz y su fuerza llevan a encontrar con misericordia y ternura a los
que viven y sufren en las periferias existenciales y sociales, anunciando y
testimoniando con alegría, sin miedo, ricos solamente de fe, de esperanza y de
amor el Evangelio de Jesús.
Los
dones carismáticos son coesenciales, junto con los dones jerárquicos, en la
misión de la Iglesia [1], y los Pastores están
investidos del don específico de reconocer y promover la acción del Espíritu
Santo que distribuye en el seno del Pueblo de Dios, entre los fieles de
cualquier vocación, «gracias especiales con las que los hace aptos y prontos
para ejercer las diversas obras y deberes que sean útiles para la renovación y
la mayor edificación de la Iglesia» (Lumen Gentium, 12). El carisma de la
unidad es una de estas gracias para nuestro tiempo, que experimenta un
cambio de envergadura epocal e invoca una reforma espiritual y pastoral simple
y radical que haga regresar a la Iglesia a la fuente siempre nueva y actual del
Evangelio de Jesús.
A
través del carisma de la unidad, en plena sintonía con el magisterio del
Concilio Ecuménico Vaticano II, el Espíritu Santo nos enseña concretamente a
vivir la gracia de la unidad según la oración que Jesús dirigió al Padre en la
víspera de su Pascua de muerte y resurrección (cf. Jn 17,21). El Espíritu nos
invita a elegir como la única totalidad de nuestro seguimiento y como la única
brújula de nuestro ministerio a Jesús crucificado -Chiara Lubich añadiría
«abandonado» (cf. Mc 15,34; Mt 27,46)- haciéndose uno con
todos, empezando por los últimos, los excluidos, los descartados, para
llevarles la luz, la alegría y la paz. El Espíritu se abre al diálogo de la
caridad y de la verdad con cada hombre y mujer, de todas las culturas,
tradiciones religiosas y convicciones ideales, para construir en el encuentro
la nueva civilización del amor. El Espíritu nos pone en la escuela de María, donde
aprendemos que lo que vale y permanece es el amor. Como María y con ella,
estamos llamados a hacer presente y casi tangible a la vez, para la humanidad
de hoy, a Jesús, el Hijo de Dios, que en su seno se convirtió en el primogénito
entre muchos hermanos y hermanas (cf. Rm 8,29) y que vive resucitado entre los
que son uno en su Nombre (cf. Mt 18,20).
Con
vosotros, pues, queridos hermanos obispos, expreso mi gratitud a Dios por el
don del carisma de la unidad a través del testimonio y la enseñanza de la Sierva
de Dios Chiara Lubich y, con renovada comunión y bajo la mirada materna de
María, «invoco […] al Espíritu Santo, le ruego que venga a renovar, a sacudir, a
impulsar a la Iglesia en una audaz salida fuera de sí para evangelizar a todos
los pueblos» (Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, 261).
Bendigo
a cada uno de vosotros y a las comunidades que os han sido confiadas, y os pido
por favor que recéis por mí.
Roma,
en San Juan de Letrán, 29 de enero 2020
[1]
Congregación para la Doctrina de la Fe, Cart. Iuvenescit Ecclesia sobre
la relación entre dones jerárquicos y carismáticos para la vida y la
misión de la Iglesia, 15 mayo 2016.
Larissa
I. López
©
Librería Editorial Vaticana
Fuente:
Zenit






