La llamada del Pontífice al obispo Beschi: dolido por las
tantas muertes y por las familias desconsoladas por la pérdida de sus seres
queridos por el Covid-19
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| PIERO CRUCIATTI/AFP/East News |
En estos momentos difíciles debido a la pandemia
del Coronavirus, el papa Francisco está cerca a las personas que sufren por el
fallecimiento de sus seres queridos. Así, el Papa ha llamado al obispo de Bérgamo,
una zona particularmente afectada por la emergencia del Covid-19.
Monseñor Francesco Beschi, el miércoles por
la mañana recibió la inesperada llamada del obispo de Roma. “El Santo Padre ha sido muy cariñoso
mostrando su cercanía paternal, conmigo, con los sacerdotes, con los enfermos,
con los que los cuidan y con toda nuestra Comunidad. Quería preguntar detalles
sobre la situación que vive Bérgamo, sobre la que estaba muy bien informado”.
El Obispo italiano dijo que el Papa estaba
muy impresionado por “el sufrimiento por los muchos muertos y del desasosiego
que las familias se ven obligadas a vivir de forma tan dolorosa. Me rogó que
llevara a todos y cada uno su bendición reconfortante y portadora de gracia,
luz y fuerza”.
De manera especial, el Pontífice pidió a
monseñor Beschi “que llevara su cercanía a los enfermos y a todos aquellos que
de diferentes maneras están haciendo un trabajo heroico por el bien de los
demás: médicos, enfermeras, autoridades civiles y sanitarias, organismos de
seguridad”.
Además, durante la llamada
telefónica, el Papa
manifestó su profunda satisfacción por la misión heroica también de los
sacerdotes, impresionado “por el número de muertos y hospitalizados”, pero
también conmovido de manera positiva por la “imaginación pastoral con la que se
inventan toda forma posible de cercanía a las familias, los ancianos y los
niños, un signo de la propia cercanía de Dios”.
Francisco prometió llevar en su corazón a
los sacerdotes y misioneros de Bérgamo igualmente de encomendarlos en sus
oraciones diarias. “Este gesto de Su Santidad, tan delicado y con su bendición
como padre, ha sido un eco, una continuación, una realización concreta para mí
y yo estoy convencido para toda la diócesis y para cada uno de nosotros de esa
caricia de nuestro santo Juan XXIII que invocamos ayer en la oración”.
En efecto, la diócesis de Bergamo ha pagado
un alto costo humano; 20 de sus sacerdotes se han contagiado de coronavirus
cumpliendo su misión, algunos de ellos están en el hospital y otros más se recuperan
en casa canónica. Seis en esta semana fueran víctimas fatales de Covid-19. El
obispo Beschi, lo contó casi en lágrimas a los medios de comunicación.
En este cuadro, en Bérgamo hay iglesias
transformadas en cementerios, como la la iglesia Ognissanti, que se encuentra
dentro del cementerio central de la ciudad, ubicada en la región italiana de
Lombardía, donde los números de pacientes y fallecidos no cesan: 1.493 casos y
319 muertos más que este martes. Las autoridades lombardas piden médicos a
China para enfrentar la escasez de personal sanitario.
Respecto a la creatividad pastoral
subrayada por el Papa respecto a los misioneros y sacerdotes en Bergamo, es
sorprendente la historia de fray
Aquilino Apassiti, sacerdote en el hospital Juan XXIII, donde cada
día hay decenas de fallecidos por la pandemia y sus familiares en cuarentena,
no pueden ir a visitarles.
“Los familiares de los fallecidos me
llaman, pongo mi móvil sobre los cuerpos de sus seres queridos y rezamos
juntos.”, contó fray Apassiti, 84 años, en una
entrevista con InBlu Radio, la cadena de radio católica de la Conferencia
Episcopal Italiana. Además explicó cómo es capaz de dar consuelo a los
familiares de las víctimas en este momento de emergencia sanitaria.
Fray Apassiti es un misionero que regresó a
Dalmine (Bérgamo) hace cinco años desde Brasil, dando consuelo al personal
sanitario, a los pacientes y a los familiares, obviamente en cumplimiento de
las medidas de seguridad. El
fraile se aloja en la capilla del Hospital Juan XXIII de Bérgamo, y también
hace visitas en la puerta de los pabellones donde está permitido.
Padre Aquilino, como le llaman cariñosos
los fieles que no puede ver porque está bajo diálisis, contó un episodio terrible, la
bendición de los cadáveres sin familiares, a menudo en cuarentena. “El otro día
una señora, incapaz de despedirse de su difunto marido, me pidió que hiciera
este gesto. Bendije el cuerpo de su esposo, hice una oración, y luego ambos
comenzamos a llorar por teléfono. Uno experimenta dolor en el dolor. Es un
momento de gran prueba”.
Ary Waldir Ramos
Díaz
Fuente: Aleteia






