3 imperdibles testimonios sobre la vocación
Toda
vocación es un don inmerecido y la acción de Dios siempre
se deja ver en las situaciones más inesperadas. Acá tres ejemplos de ello.
Hna. Clare Crockett
La Hna. Clare nació el 14 de noviembre de 1982 en Derry (Irlanda del Norte). Entró como candidata de las Siervas del Hogar de la Madre con 18 años.
Poco después hizo sus votos eligiendo el
nombre de Hna. Clare María de la Trinidad y del Corazón de María. Sirvió en varias de las fundaciones
de su comunidad durante 15 años. Murió en Playa Prieta (Ecuador) a causa del
terremoto del 16 de abril de 2016.
“La verdad es que nunca
pensé en ser monja. Miles de otras cosas sí, pero… monja, ¡jamás! Soy de una
pequeña, pero muy valiosa ciudad del Norte de Irlanda llamada Derry. Por
razones políticas hay una gran división en el Norte entre protestantes y
católicos. Cuando vivía en mi país, este conflicto y discordia se podían palpar
claramente. Siempre he vivido en una zona y en una familia predominantemente
nacionalista, luchamos por una Irlanda libre que consistía en una ruptura
radical con Gran Bretaña. Quizás es por el hecho de venir de una familia y un entorno
tan radical y guerrero que yo siempre he sido muy “todo
o nada”.
Aunque éramos católicos nunca hemos sido fervientes. Recibí los sacramentos de
bautismo, comunión, confirmación, confesión, pero nunca entendí (tampoco tenía
mucho interés) lo que estaba recibiendo”.
A los 16 años empezó a experimentar un
vacío que no entendía. Por esa época una amiga la invitó a ir España a un viaje
gratis. Ella pensaba que iba a ir a una isla turística como Ibiza, pero este
viaje resultó ser un encuentro de Semana Santa en un pueblito de España donde
no había nada de playa, ni de sol, ni de fiesta.
“La verdad es que no sé por
qué pensaron en mí ya que era muy superficial y cabra loca de las montañas.
Cuando me enteré que iba a ser un encuentro de Semana Santa y que iba a ser en
un monasterio con monjas y sacerdotes, por supuesto no me hizo ni pizca de
gracia, pero tenía que ir porque mi nombre estaba en el billete de avión”.
Allí en el
momento de la adoración de la Cruz sintió una llamada especial:
“Llegó un momento en el que
todos los que estaban en la iglesia se pusieron en fila en el pasillo central
para la adoración de la cruz. Yo veía que algunos hacían la genuflexión y
después besaban los pies de Jesús clavado en la cruz. Era la primera vez que
veía algo así. Yo también me puse en la fila, no movida por ningún impulso
piadoso ni ferviente, simplemente lo hice porque es lo que tocaba hacer. Cuando
llegó mi turno, me puse de rodillas y besé los pies de Jesús. Aquel sencillo
acto no duró más de unos diez segundos, besar
la cruz… algo aparentemente trivial tuvo un impacto muy fuerte dentro de mí. Tertuliano escribió
que “en la acción de Dios no hay nada que desconcierte la mente humana como la
desproporción entre la sencillez de los medios usados y la grandiosidad de los
efectos obtenidos”. Yo no sé explicar exactamente lo que pasó, no vi ningún
coro de ángeles ni vi ninguna paloma blanca que venía desde el techo hacia mí,
pero tuve la certeza de que por mí el
Señor estaba en la cruz y junto con esta convicción, me acompañó un vivo dolor. Al regresar a mi
banco, yo ya tenía una huella dentro que no tenía antes. Yo tenía que hacer
algo por Él, que había dado su vida por mí”.
Fue al encuentro de los jóvenes en Roma en
el año 2000 y escuchó que Dios la llamaba a ser monja, pero, cuando regresó a
su país, siguió viviendo una vida como si nada y comenzó a hacer audiciones
para ser actriz, hasta que…
“Una
noche cuando estaba de fiesta con mis amigos el Señor me dijo: «¿Por qué me
sigues hiriendo?»
Yo entendí que mi manera de vivir y mi falta de respuesta a lo que el Señor me
estaba pidiendo me hacían mucho daño a mí misma y a Dios también. (…) Todo lo
que yo pensaba que me iba a hacer feliz y libre me ataba y me engañaba. Fue
entonces que dije a Dios: «¡Se acabó!, la paz que yo he encontrado
contigo y en el Hogar no la encuentro en ningún otro sitio; yo tengo que dar
este paso y es ahora o nunca».
Y es así que llegó el día en que Clare
abrazó su vocación y no la soltó hasta el momento de su muerte.
Karol Wojtyla
Todos
conocemos a Karol como san Juan Pablo II. Pero quizá lo conocemos más como Papa
y no tanto como Karol, un joven polaco que descubrió
su vocación al sacerdocio tras la muerte
inesperada de su padre en 1941.
En el libro Del
temor a la esperanza,
Juan Pablo II recuerda los primeros pasos de su vocación sacerdotal en el
complicado contexto de la Segunda Guerra Mundial:
“Poco a poco fui tomando
conciencia de mi verdadero camino. Yo
trabajaba en la fábrica y, en la medida en que lo permitía el
terror de la ocupación, cultivaba mi afición a
las letras y al arte dramático. Mi vocación
sacerdotal tomó
cuerpo en medio de todo esto, como un
hecho interior de una transparencia indiscutible y absoluta. Al año siguiente, en
otoño, sabía que había sido llamado. Veía claramente lo que debía abandonar y
el objetivo que debía alcanzar sin volver la vista atrás. Sería sacerdote”.
Wojtyla compatibilizó sus
estudios en un seminario clandestino con su trabajo en una fábrica química hasta
la liberación de Cracovia por el Ejército Rojo en noviembre de 1945. El 1 de
noviembre de 1946, recibió la ordenación sacerdotal.
Antes de ser obispo fue capellán de los
emigrantes polacos de Francia, Bélgica y Holanda; párroco y profesor de
teología.
Los cardenales reunidos en Cónclave le
eligieron Papa el 16 de octubre de 1978. Tomó el nombre de Juan Pablo II y el
22 de octubre comenzó solemnemente su ministerio como 263 sucesor del Apóstol
Pedro. Su pontificado ha sido uno de los más largos de la historia de la
Iglesia.
Arjan Dodaj
Nació
en Laç-Kurbin en la costa de Albania. Llegó a Italia con dieciséis años como migrante después de cruzar el
mar Adriático en un barco.
Huyó de su país en 1993, buscando un futuro
y la forma de ayudar a su pobre familia. Trabajó como soldador, jardinero
y constructor por más de diez horas al día.
Entonces descubrió la fe cristiana, de
la que ya tenía algunos recuerdos gracias a las canciones que le susurró su abuela. Diez años más tarde
fue ordenado sacerdote por Juan Pablo II para la
Fraternidad Sacerdotal de los Hijos de la Cruz.
En 2017 regresó a su país como sacerdote fidei donum (diocesano
con destino misionero). El 9 de abril, el papa Francisco lo nombró obispo auxiliar de la
arquidiócesis de Tirana-Durres.
Arjan nació y creció en una familia
comunista albanesa y fue educado en el ateísmo:
“Nací en un contexto donde
desafortunadamente todas las señales que recordaban la fe fueron prohibidas. En los
primeros años de mi vida, nunca escuché de la existencia de Dios. Desafortunadamente,
mis padres se vieron terriblemente afectados por el efecto del comunismo. Pero
los abuelos rezaban al Señor”.
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Fue su abuela materna la que le
inculcó la fe:
“Mi primer encuentro con las
cosas de Dios es como un estribillo dentro de mi cabeza, dentro de mi alma. Mi
abuela era totalmente libre a pesar de las amenazas y vivió la experiencia de
la oración. En su época, sin saber escribir, aprendieron las oraciones
cantando. Por tanto, sabían las oraciones con rima, conocían la doctrina. Solo
cuando llegué a Italia descubrí que muchas cosas, sobre los sacramentos, por ejemplo,
ella me las decía cantando en casa, mientras trabajaba, mientras limpiaba. Cantaba.
Gracias a eso yo también lo aprendí. Aprendí la segunda parte del Ave
María. Siempre me hacía decir el segundo verso. Así es como me transmitía a
Dios”.
Gracias a los amigos que emigraron a Italia
antes que él, Arjan encuentra refugio en el área de Cuneo (Piamonte), en
Dronero. Es allí donde algunos de sus amigos lo invitan a un encuentro en la
parroquia y allí encontró su verdadero hogar.
Arjan fue bautizado y en 1997 pidió ser
aceptado en la Fraternidad Sacerdotal de los Hijos de la Cruz, Comunidad Casa
de María, en Roma, donde se preparó para ser sacerdote. Diez años después de su
desembarco en Italia, el papa Wojtyla puso sus manos sobre su cabeza en San
Pedro.
Don Dodaj trabaja en varias parroquias y se
convierte en capellán de la comunidad albanesa en Roma. En 2017, el
arzobispo de Tirana pidió que Don Arjan pudiera servir en la diócesis. El
sacerdote regresa a su país como fidei
donum y pronto será el obispo auxiliar de Tirana-Durres.
Luisa Restrepo
Fuente: Aleteia