“Hacer
cine es muy costoso económicamente, es bastante complicado conseguir recuperar
los costos”
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| Imagen referencial / Sala de cine. Crédito: Julien Andrieux / Unsplash. |
Mientras
algunas personas creen que recurrir a la piratería de películas católicas es
válido o exigen que los productos cinematográficos cristianos sean distribuidos
gratuitamente, una conocedora de la industria explica por qué es importante que
las personas reconozcan el valor y el costo del cine de fe y de valores.
Lucía
González-Barandiarán, creadora y directora ejecutiva en Bosco Films, que ha
distribuido en el mundo hispanohablante importantes películas sobre la vida de
santos como San Maximiliano Kolbe y otros importantes personajes católicos,
asegura a ACI Prensa que es importante “concienciar a la gente de la
importancia” de valorar y estar dispuesto a pagar por ver cine católico.
Al
responder a quienes dicen que el contenido católico debe ser distribuido
gratuitamente, González-Barandiarán propuso un “ejemplo visual”.
“Cuando
vamos a Misa, el sacerdote tiene un cáliz, un sagrario, tiene unas albas, unas
vestimentas, una serie de cosas. Y es para hacer lo mejor y lo más hermoso que
se puede hacer por una persona, que es celebrar la Eucaristía. Pero eso no
implica que él no tenga que pagar por el cáliz o por el alba”, indicó.
Ni
el sacerdote ni nadie, indicó, puede entrar a robar una tienda de artículos
religiosos argumentando que “va a ser para algo bueno. Tampoco implica que el
que no se ponga el precio en el escaparate, es gratis”.
“Las
cosas que van para Dios tienen su coste y para que se sigan haciendo hay que
pagarlas, como en el resto de las cosas”, señaló.
La
directora ejecutiva de Bosco Films precisó que “hacer cine es muy costoso
económicamente, y quienes quieren apostar por mensajes con valores y trasfondo
católico saben en lo que se meten, saben que es bastante complicado conseguir
recuperar los costos”.
“Lo
normal en una película de ficción católica, es entre 1 y 4 millones de dólares
las más pequeñas, y en torno a los 5 y 10 de producción intermedia”, señaló.
González-Barandiarán
remarcó que “para aquellos que invierten su dinero en querer llevar las grandes
historias, nuestras historias, resulta un esfuerzo grande poder hacerlo”, y lo
hacen porque confían “en que son películas que no solo te entretienen sino que
te transforman por dentro, que te ayudan, que pueden llevar a la salvación de
muchas personas y también a la conversión de muchas otras”.
“Desde
que estoy dentro de la industria te puedo decir que veo que las tendencias
las marca el espectador, diciendo qué es lo que quiere ver. ¿Y cómo lo dice?
Con lo que consume. Cada vez que una persona paga un ticket en cine, o paga el
alquiler de una película online, lo que está diciendo es qué es lo que quiere
ver. Y lo que quiere ver es lo que se hará”.
“Si
triunfan series que hablan de los narcotraficantes y que incluso los humanizan,
se van a seguir haciendo cada vez más series de narcos o de terroristas que
cambian su punto de vista hasta el punto en que se conviertan en héroes, porque
es lo que vende”, indicó.
Sin
embargo, dijo, se obtendrá otro resultado “si resulta que la gente hace click o
compra una entrada para ver una historia de un santo, o una historia repleta de
valores, que no tienen por qué ser siempre religiosos. Por ejemplo, una
película provida, o una película que te habla del valor de cada momento desde
el principio hasta el final, o de la importancia de la inclusión de personas con
discapacidad. Ese tipo de cosas también son valores católicos, valores humanos,
valores cristianos”.
González-Barandiarán
lamentó que hay quienes piensan que como “esto se ha producido para
evangelizar, ‘yo tengo el derecho de verlo, de compartirlo, de subirlo a mi
YouTube y de pasar un enlace directo en mi grupo de WhatsApp’”.
Indicó
que por esta forma de actuar “los productores no van a poder recuperar lo que
les ha supuesto contar estas historias, ni recibir lo que les toca por haber
arriesgado”.
Además,
señaló, “quien lo sube a YouTube recibe ingresos por publicidad. Es decir, no
va a recibir los ingresos quien ha hecho esa película y tiene que recuperar,
pero sí una persona que la ha robado, la ha subido y que va a recibir
publicidad en YouTube sin ser su propiedad”.
También
ocurre que las plataformas que permiten la difusión de contenido pirata ayudan
al financiamiento de la producción de pornografía, advirtió.
“Esto
es una realidad”, dijo, y apuntó a los anuncios que suelen aparecer en los
sitios web de contenido pirata.
Ya
en septiembre de 2019, con ocasión del estreno en México de la película provida
Inesperado (“Unplanned”, en inglés), el P. Mario Arroyo, doctor en Filosofía
por la Universidad de la Santa Cruz de Roma y catedrático de la Universidad
Panamericana en Ciudad de México, advirtió que lamentablemente lo común de la
piratería “nos puede anestesiar la conciencia”.
Sin
embargo, precisó, “es una falta contra el séptimo mandamiento, una falta contra
la justicia, no darle a cada uno lo suyo”.
“Los
que estamos de acuerdo con el contenido de este tipo de películas de alguna
manera tenemos también la responsabilidad de mantenerlas, la responsabilidad de
que a través de nuestra pequeña contribución este tipo de actividades se sigan
realizando”, dijo el P. Arroyo en esa ocasión.
Por David Ramos
Fuente:
ACI Prensa






