Ante el coronavirus, el
movimiento apela a la Virgen
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Schoenstatt Corona Internacionalmente A María Como Reina De La Salud © Enrique Soros |
La
coronación a María es una tradición en la Iglesia Católica. A través de este
acto, se la honra como Madre de Dios y como reina. Y como tal, tiene todo el
poder intercesor, otorgado por Dios omnipotente.
El
Apocalipsis, en su capítulo 12, relata que “apareció en el cielo una gran señal:
una mujer vestida del sol, con la luna bajo de sus pies, y sobre su cabeza una
corona de doce estrellas”, quien “dio a luz un hijo varón, que regirá con vara
de hierro a todas las naciones”. El Rosario, en su quinto misterio glorioso,
reconoce a María como Reina y Madre de todo lo creado.
El
Movimiento de Schoenstatt está caracterizado por una espiritualidad mariana, la
cual abre naturalmente a una relación profunda con Dios Padre, con Jesús y con
el Espíritu Santo.
Se
trata de una vivencia orgánica, tanto de la teología como de la espiritualidad.
Ambas aportan también una natural relación con vínculos humanos, que cuando son
sanos no separan, sino que fortalecen la relación con Dios y ayudan a
profundizarla.
Por qué el P. Kentenich
coronaba a María
En
la historia de Schoenstatt, la coronación de María tiene un significado muy
especial. Su fundador, el P. Kentenich, coronó a María por primera vez en el
Santuario Original, en Schoenstatt, Alemania, en 1939, cuando el nazismo
causaba tremendos estragos y amenazaba con destruirlo todo.
Se
desató la guerra mundial, pero la Virgen protegió el Santuario Original de las
bombas que pasaron a pocos metros; protegió a Schoenstatt, que no desapareció,
a pesar de que sus líderes fueran confinados a campos de concentración,
incluyendo al fundador; protegió al mismo P. Kentenich, que luego de
indescriptibles penurias y peligros, fuera liberado del campo de Dachau en
1945; y a partir de allí, expandió el Movimiento por todo el mundo.
En el campo de
concentración
En
1942, se desató una hambruna sin precedentes en Dachau. Los enfermos y muertos
aumentaban en forma alarmante. En estas circunstancias, el P. Kentenich decidió
nombrar a María como Madre del Campo y del Pan y Protectora y Reina del Campo.
Muchos sacerdotes lo acompañaron en este nombramiento y consagración especial.
El
P. Kentenich estaba convencido de que María no puede permanecer indiferente
ante las necesidades corporales de sus hijos, y que es su tarea, según el
ejemplo de Jesús, el asistir a sus hijos en todas sus necesidades, tanto
físicas como espirituales. Pocas semanas después de esta consagración, los
nazis permitirían el envío de paquetes de comida a los prisioneros del campo,
preservando así la vida de muchos reclusos.
En el exilio
En
el tiempo en que el P. Kentenich vivió exiliado en Milwaukee, se le vio siempre
alegre y entregado, irradiando una profunda paternidad a quienes se acercaban a
él. Nadie siquiera intuía sus sufrimientos, porque confiaba con una fe
inquebrantable en el poder de María.
Siempre
se coronaba a María en un cuadro, en una imagen, pero había una corona
desprovista de imagen, que se encontraba sobre el escritorio del P. Kentenich.
Esto se debe a que a menudo el sacerdote tomaba la corona en la mano, y se la
ofrecía a María, expresándole como un niño desvalido, todo su amor y su total
confianza en su poder intercesor.
No
se trataba de una teología perfectamente aprendida y practicada, sino de una
experiencia personal, de una vivencia que le caló muy hondo desde su
consagración a María a los nueve años, y que creció conforme avanzaba el
tiempo.
En
una época en que la Iglesia entendía de estructuras cerradas y no de corrientes
vitales, el P. Kentenich no fue comprendido y fue enviado al exilio. Luego de
14 años, fue uno de los primeros exiliados de la Iglesia en ser liberado. Fue
recibido por Pablo VI y es hoy una de las grandes personalidades de la Iglesia
del siglo 20. María se manifestó vencedora en su impotencia y su confianza
filial.
Coronación ante la
pandemia del coronavirus
La
pandemia del COVID-19 ha creado una situación mundial que nadie habría
predicho: el que la gente estuviera replegada en sus casas, para evitar el
contagio del microorganismo letal. Ante esta situación en la que mueren tantas
personas, la Coordinación Internacional del Movimiento de Schoenstatt,
comprendida por la Hna. M. Cacilda Becker, brasilera, y el P. Heinrich Walter,
alemán, invitó a todos los interesados a sumarse a la iniciativa de coronar a
la Santísima Virgen como Reina de la Salud, Física y Espiritual.
La
preparación espiritual tomó más de un mes, en el cual la familia de Schoenstatt
ofreció su entrega como ofrenda de amor. Varias hojas contenían impresas
cientos de miles de oraciones y sacrificios enviadas por fieles de todo el
mundo, al ser colocadas en el altar del Santuario Original de Schoenstatt, en
el día 15 de abril, en que se concretó la coronación. A través de redes
sociales, sumado el cómputo de cada una de ellas, se contactaron con la
ceremonia en Schoenstatt 140.000 usuarios. La mayoría de ellos lo hicieron
junto a sus familias.
La
coronación fue precedida por canciones y por una Misa, celebrada por el
brasilero, P. Antonio Bracht. En la misma, se oró y cantó en numerosos idiomas,
representando la internacionalidad del Movimiento, incluyendo español, inglés,
alemán, portugués, tagalo, francés, italiano y húngaro. La iniciativa fue
coordinada por un equipo de jóvenes de Austria, España, México y Estados
Unidos, que trabajó a la par con la Coordinación del Movimiento, organizando la
preparación y la celebración.
Santuario Hogar
Una
de las riquezas de Schoenstatt es el Santuario Hogar. Se trata de invitar a
Jesús y a María a ser los huéspedes principales del hogar. Se elije un rincón
especial de la casa para erigir un pequeño lugar de oración, con los símbolos
personales y de familia, que motivan a la entrega generosa en la relación con
Dios y con la familia.
Desde
estos Santuarios Hogares cada familia se unió al acto, coronando en cada casa a
María, entregándole el corazón a ella y a su Hijo, y pidiéndoles que se
manifiesten con su poder en la salud corporal y espiritual del mundo y de sus
familias.
Como
preparación al acto, Schoenstatt Internacional produjo diversos videos de
motivación. Uno sobre el origen y las gracias del Santuario Hogar, otro sobre
el valor de los aportes de sacrificios y oraciones, como parte humana de
contribución a María y a Jesús, y uno tercero sobre la historia de la
coronación en Schoenstatt y las gracias que regala María a quien la reconoce
como Madre y Reina.
Miles
de imágenes y videos, en los que se comparten fotos de la coronación en cada
casa, inundan las redes y son compartidos como expresión del gozo de cada
persona, de cada familia, de vivir en la presencia del Señor, y de poner en sus
manos y en las de la Santísima Virgen, todo lo que son y poseen, incluyendo su
futuro, tal y como Dios en su inmensa misericordia, lo tenga previsto.
Consagración a la Virgen
de Guadalupe
Esta
coronación mundial se encuentra en el espíritu en que Latinoamérica y el
Caribe, a través del Consejo Episcopal Latinoamericano, fueran consagrados a la
Virgen de Guadalupe en su Santuario en México, el 12 de abril pasado, con la
intención de rogarle a María que se manifieste protegiendo su pueblo del
coronavirus y de todo mal, rogando especialmente por los más necesitados, los
más vulnerables.
Más
información sobre esta coronación especial de Schoenstatt, cuyo espíritu
seguirá en los hogares mientras dure el peligro de coronavirus, y sin duda se
extenderá en el tiempo, se encuentra en la página www.schoenstatt-int.com.
Los videos mencionados pueden ser vistos en Facebook y YouTube,
accediendo por “schoenstattinternational”.
Enrique
Soros
Fuente:
Zenit