Unión
con el ministerio petrino
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Palios Arzobispales frente a la tumba de San Pedro (C) Vatican Media |
Quienes
serían las columnas del edificio espiritual de la Iglesia, los santos Pedro y Pablo, son auténtico
testimonio de una misión con la que se indentificaron, y a la que consagraron
sus vidas hasta el martirio.
Testigos
de vida entregados a una causa: el amor de Dios. Testigos de perdón
reconciliados con el Amor cuando debieron volver a su Amor: San Pedro tras
negar a Jesús antes de su patíbulo, san Pablo cuando se apercibió de la
atrocidad de su pecado de odio y persecución de quienes se sentían hijos de
Dios.
Ministerio petrino
San
Pedro y san Pablo son fundadores de la Iglesia
de Roma, y, en palabras del Papa Francisco, “son nuestros compañeros
de viaje en la búsqueda de Dios, son nuestra guía en el camino de la fe y de la
santidad; ellos nos empujan hacia Jesús, para hacer todo aquello que Él nos
pide”.
¿Qué
mejor definición de la misión del Sumo Pontífice, la que refleja un Pedro que
profesa la Fe y un Pablo, apóstol de los gentiles, que asume gozoso el anuncio
de la palabra de Dios a las gentes? Ello sumado a lo que referíamos acerca del
testimonio de vida.
Benedicto
XVI los proclamó “patronos principales de la Iglesia de Roma”, y subrayó que
ambos concentran el mensaje del santo Evangelio.
El
primer Papa de Roma sería san Pedro, en quien descansó el gobierno de la
Iglesia por institución del mismo Jesús. Y tras él sería Sumo Pontífice quien
designase el Espíritu Santo para desempeñar lo que ha venido significando el
ministerio “petrino”, precisamente por haber sido el apóstol Pedro su
iniciador.
29
de junio
Esa
función o ministerio petrino necesita unos colaboradores, para la eficacia del
gobierno de la Iglesia. Máxime en una organización, la eclesial, de ámbito
universal. Parte esencial de esa colaboración la prestan los arzobispos
–obispos al frente de diócesis particularmente importantes–. Entre ellos hay
algunos denominados “arzobispos metropolitanos” por estar al cargo de la
provincia eclesiástica en la que se encuentran sus archidiócesis.
Pues
bien, cada 29 de junio, por ser la solemnidad de los apóstoles Pedro y Pablo,
el Papa bendice los “palios” destinados a los arzobispos metropolitanos.
¿Qué es un palio
arzobispal?
¿Qué
es un palio arzobispal? Es un ornamento de lana blanca con forma de faja
circular que carga sobre los hombros, de la cual penden ante el pecho y en la
espalda dos tiras rectangulares con cruces negras o rojas de seda. Simboliza la
potestad que tienen los arzobispos en su ámbito, y también el lazo de comunión
con el Romano Pontífice.
Hasta
san Juan Pablo II, tras bendecirlo, el Papa enviaba un palio a cada uno de los
arzobispos metropolitanos nombrados en el año inmediato anterior, a quienes se
les imponía en sus archidiócesis.
Con
el papa polaco se inició un nuevo período, al invitar a los nuevos
metropolitanos a concelebrar con él en la basílica de San Pedro, e imponerles
el palio durante la Misa. Esta costumbre permaneció también durante el
pontificado de Benedicto XVI y los dos primeros años del Papa Francisco.
Imposición de los palios
Desde
2015 los nuevos metropolitanos estarían en Roma, concelebrarían la Eucaristía
con el Santo Padre, participarían en el rito de bendición de los palios, pero
no habría imposición: simplemente recibirán el palio designado para ellos de
parte del Santo Padre de forma más sencilla y privada –queriendo así significar
su comunión jerárquica–.
La
imposición, así, a fecha de hoy se efectúa en las respectivas archidiócesis por
parte de los nuncios apostólicos –representantes de la Santa Sede en cada
Estado–, para reforzar así la relación de los metropolitanos con su iglesia
local y posibilitar a sus fieles participar en la ceremonia.
Alejandro
Vázquez-Dodero
Doctor en Derecho Canónico
Doctor en Derecho Canónico
Fuente:
Zenit