Un
desafío diario, una prueba de amor
El cónyuge cristiano intenta acercar a su amor terreno y su su Amor divino... ha de hacerlo
con paciencia y oración, los ritmos los marca Dios -Foto Yoann Boyer
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Los
matrimonios se enfrentan a desafíos diarios durante toda su vida: discusiones,
reconciliaciones, enfrentarse a una hipoteca, educar a los hijos, elegir su
educación, conciliar los trabajos con la vida familiar o simplemente cuadrar
las cuentas mensuales. No siempre en el matrimonio se está de acuerdo en todos
estos temas, pero de la entrega de cada uno depende que al final no sean puntos
que acaben separando.
Pero
a la vez se dan casos en los que en un matrimonio la fe no es compartida. ¿Qué
hay que hacer cuando uno de los cónyuges es creyente y otro no? Que el
aspecto más importante para uno no sea compartido por la persona con la que
pasará el resto de su vida es un aspecto a cuidar y a trabajar para que el
matrimonio no se resienta.
Susan
Ciancio ofrece en Human Life Internacional cinco
sugerencias para ayudar al cónyuge no creyente, y por tanto al matrimonio:
1. Las acciones hablan más
que las palabras
Abre
un diálogo con tu cónyuge, pero habla de una manera amorosa, nunca
acusando o menospreciando. Hay que irradiar la alegría de Cristo. Deja que él o
ella vean el amor que tienes por tu fe y por Cristo. Comparte los pensamientos
que tengas, tal como lo harías con lo que opinas sobre un libro interesante o
una película que hayas visto, pero sin presionar.
Sobre
todo, es importante que el cónyuge sea testigo de cómo vives la fe en la forma
en la que tratas a los demás, al leer la Biblia, rezar el rosario, rezar antes
de las comidas, asistir a misa haciendo todas estas cosas con un corazón
feliz. La alegría que transmitas puede ser contagiosa.
2. Recuerda a tu cónyuge
que él o ella es la persona número uno en tu vida
Hazle
saber que, aunque no comparta la fe contigo, el vínculo que tienes en el
matrimonio no se romperá y que tu matrimonio es sagrado para ti. Apóyale
en las cosas que le gustan. Ten en cuenta que un cónyuge no creyente puede
sentirse excluido o incluso resentido o celoso por el tiempo que pasas haciendo
cosas relacionadas con tu vida de fe.
Habla
abiertamente y con honestidad y explica que, si bien esta es una parte integral
de tu vida, comprendes que para él o ella no sea así. Pero nunca hagas que
tu cónyuge no creyente se sienta mal por su falta de fe. Hacerle daño a alguien
para que crea en Dios no funcionará y solo causará más resentimiento. Amalo
incondicionalmente, así como Cristo nos ama.
3. Permite que el Espíritu
Santo haga su obra
Es
difícil vivir viendo cómo pasan los años sin que parezca que se esté
produciendo cambio alguno. Recuerda que Dios trabaja de muchas formas y a
través de muchas personas diferentes. Probablemente está trabajando a
través de ti en este momento.
4. Lee sobre Santa Mónica
y pide su intercesión
Santa
Mónica entiende por lo que estás pasando porque ella pasó por lo mismo.
Mónica se casó con un pagano y oró diariamente por su conversión. También fue
la madre de San Agustín, quien llevó una vida alejada hasta su conversión.
Mónica puso su fe en Dios y rezó continuamente por los dos.
5. Reza cada día, reza sin
cesar
La
oración ofrece paz, una paz que solo puede venir de un Cristo que sabemos que
está de nuestro lado, no al margen de nuestros sufrimientos. Sin embargo, debes
darte cuenta de que los tiempos de Dios y los nuestros a menudo no coinciden. Puede
parecer que Dios no está escuchando. Incluso puedes comenzar a pensar que la
oración no tiene sentido porque no estás viendo los resultados que deseas. Eso
es comprensible.
Pero
ten por seguro que están trabajando. Dios te escucha. Él conoce tu dolor, y Él
conoce tu amor. En esos momentos, redobla tus esfuerzos. Dile a Dios que estás
frustrado pero que confías en Él. Luego haz una oración de agradecimiento o una
oración pidiendo fortaleza. El Padre Pío dijo una vez: “Reza, espera, y no te
preocupes”.
Fuente:
ReL