Respeto
y comprensión para todos, ecumenismo con los que buscan la unidad y
colaboración con todos los hombres de buena voluntad
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| Abraham Path Initiative |
En nuestras relaciones con los que no comparten
nuestra misma fe, es importante tener presentes dos principios, contenidos en
el documento del Concilio Vaticano II sobre la Libertad Religiosa (Dignitatis
Humanae):
– Libertad de conciencia
Consiste en el derecho y el deber que tiene
cada hombre de buscar la verdad y seguirla según su conciencia. Nadie
tiene el derecho de imponer a otro una determinada creencia,
aunque parezca como la mejor.
– Libertad religiosa
Consiste en el derecho que tiene cada
hombre de profesar públicamente su creencia, a solas o en grupo,
sin que nadie se lo pueda impedir.
Teniendo presentes estos dos principios
básicos, he aquí algunas actitudes frente a los que no comparten nuestra fe:
1. Tolerancia
Consiste
en respetar a todos, sin distinción de credo, raza o ideología.
2. Diálogo
Consiste en hablar y escuchar. Es el método
más adecuado para favorecer el conocimiento y el respeto mutuo. El diálogo
tiene que estar siempre abierto para todos, creyentes y no creyentes, confiando
en el “esplendor de la verdad” y tratando siempre de comprender, más que
juzgar.
3. Ecumenismo
Según el Concilio Ecuménico Vaticano II, “por
Movimiento Ecuménico se entienden las actividades e iniciativas que, según las
variadas necesidades de la Iglesia y las características de la época, se
suscitan y se ordenan a favorecer la unidad de los cristianos” (Unitatis
Redintegratio, n.4).
Por lo tanto,
no se trata de una especie de convivencia pacífica entre los discípulos
de Cristo, aceptando la división como un hecho normal.
Se trata más
bien de un esfuerzo consciente por sanar las divisiones que
se han ido creando a lo largo de la historia y restablecer la unidad,
haciendo realidad el deseo de Cristo en vísperas de su pasión:
“Que
todos sean uno” (Jn 17,21).
Teniendo presente todo esto, no
puede haber ecumenismo y proselitismo al mismo tiempo. Se
trata de dos caminos contrarios.
Afortunadamente
es ya una hermosa realidad el diálogo ecuménico entre la Iglesia católica, las
Iglesias Ortodoxas y las que tuvieron origen a raíz de la reforma protestante.
Ojalá que
algún día pueda darse también con aquellos grupos que actualmente tienen una
actitud sectaria, una vez que tomen conciencia del grave daño que están
provocando a la causa del Evangelio y opten por el camino de la reconciliación
y la unidad.
4. Defensa de la fe (apologética)
Es la actitud frente
a los grupos proselitistas, que tratan por todos los medios de
socavar la fe de los católicos más débiles para llevárselos a sus grupos.
Frente a esta
situación, es preciso fortalecer la fe, conocer la identidad católica y
responder a los ataques que vienen de los grupos proselitistas, “dando razón de
la propia esperanza” (1Pe 3,15).
5. Colaboración
Cuando se trata de amar a los demás, para
cristiano no existen barreras. Dijo Jesús:
“Si
aman a los que los aman, ¿qué premio merecen? ¿No hacen lo mismo también los
paganos?” (Mt 5, 46).
Por lo tanto,
tenemos que esforzarnos por estar presentes en las luchas que se libran
en favor del hombre y la creación entera, colaborando con todos sin distinción de
credo o ideología.
Este esfuerzo
común tiene que dirigirse para remediar los males que afligen nuestra sociedad,
como son “el hambre y las calamidades, el analfabetismo y la miseria, la
escasez de viviendas y la injusta distribución de los bienes” (Unitatis
Redintegratio, n. 12).
Vivimos en
una sociedad plural y hay que respetar a todos, pero al mismo tiempo guardando
nuestra identidad como católicos.
Que la fe, en
lugar de dividir, sea un estímulo más para superarnos como seres humanos y
luchar en favor de las grandes causas de la humanidad.
Flaviano Amatulli Valente
Fuente: Aleteia






