La
figura de Dorothy Day
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| Dorothy Day (C) Dorothy Day Of Canonization Support Network |
El
sacerdote mexicano Mario Arroyo Martínez analiza hoy, en
su artículo de “Teología para Millennials”, la figura de
Dorothy Day, “una mujer feminista, luchadora social, defensora de los
desempleados, las mujeres, las personas de color y los pobres, conversa al
catolicismo, y una apasionada mujer del siglo XX”.
Según,
el sacerdote, “la santidad y el feminismo podrían parecer dos realidades
inconciliables, dado los marcados tonos anticlericales en los que ha derivado
el feminismo contemporáneo”. No obstante, “como dice la Escritura, ‘el Espíritu
sopla donde quiere’ y ejemplos como el de Day “son capaces de reunir lo que en
apariencia es incompatible”.
El
padre Mario, licenciado en Filosofía por la Universidad Panamericana de
México D.F., desarrolla esta idea a continuación.
La
santidad y el feminismo podrían parecer dos realidades inconciliables, dado los
marcados tonos anticlericales en los que ha derivado el feminismo
contemporáneo; sin embargo, un poco de memoria histórica nos ayuda a descubrir
que no siempre ha sido así. Y si, como dice la Escritura, “el Espíritu sopla
donde quiere”, también ahora nos puede sorprender, presentándonos la figura de
santas con una desbordante actualidad, que son capaces de reunir lo que en
apariencia es incompatible. La candidata es Dorothy Day, una mujer feminista,
luchadora social, defensora de los desempleados, las mujeres, las personas de
color y los pobres, conversa al catolicismo, y una apasionada mujer del siglo
XX.
La
vida de Dorothy tiene el encanto de lo auténtico, de lo genuino. El sabor bien
definido de quien es capaz de luchar hasta el sacrificio por un ideal, y quien
es capaz de rectificar el ideal cuando se ha encontrado con la verdad. En su
juventud, durante los albores del siglo XX, fue de las primeras estudiantes
universitarias. Ahí, seducida pronto por los ideales anarquistas, socialistas,
pacifistas y feministas, se convirtió en una activista social a quien no le
tembló la mano para promover el aborto o realizar una huelga de hambre y ser
arrestada por protestar en contra de la entrada de los Estados Unidos a la
Primera Guerra Mundial y promover el voto femenino.
Ella
era una mujer de ideales profundos, no de superficialidades; la huelga de
hambre y el arresto no nos permiten dudar de lo ferviente de sus convicciones.
Sin embargo, en un momento de su vida experimenta una honda conversión al
catolicismo. Tan radical fue su cambio, que se vio orillada a separarse de su
esposo y a afiliarse a una orden religiosa como laica. Pero la conversión no le
exigió el abandono de sus ideales, sino su purificación, pues siguió
comprometida con el activismo social, en una época análoga a la nuestra, porque
su lucha se hizo más viva a partir del crack de la Bolsa en 1929, con
el devastador panorama de desempleo y pobreza que trajo consigo.
Funda
en 1933 el Catholic Worker, periódico que llegó a tirar 150 mil
ejemplares, donde daba voz a los trabajadores, personas de color, desempleados
y oprimidos por condiciones de trabajo onerosas. De la mano del diario surgió
un movimiento social, que se dedicó con pasión a la beneficencia y a la ayuda
de los más desamparados en una época de crisis. Es decir, no se conformó
Dorothy en ejercer una misión profética, denunciando las injusticias sociales
desde una perspectiva cristiana, incomodando con ello, frecuentemente, a los
católicos bien acomodados, sino que pasó de la denuncia a los hechos, poniendo
su granito de arena para remediar las injusticias recurrentes en su sociedad.
Luchaban por remediar necesidades concretas de los trabajadores, al mismo
tiempo que promovían un orden laboral digno.
Más
que un socialismo cristiano, con el tiempo, su trabajo siguió las líneas
marcadas por el distributismo de Chesterton y Belloc en Gran Bretaña. Puso
especial atención al magisterio social pontificio, es decir, a la Doctrina
Social de la Iglesia, que conoció un particular auge por aquellos años. A lo
largo de toda su vida, hasta su muerte a los 83 años de edad, manifestó una
aguda preocupación social y sensibilidad por los pobres y los trabajadores,
ofreciendo una respuesta cristiana, alternativa al marxismo, tan en boga
durante los últimos años de su vida.
San
Juan Pablo II la declaró “Sierva de Dios” en 1996, y en el año 2000 autorizó
iniciar su proceso de canonización. Robert Barron, en su documental
“Catolicismo” la reconoce como un modelo de santidad laical contemporáneo en
los Estados Unidos, resaltando la fecundidad de su legado. Hoy en día reluce su
figura, pues nos ofrece una síntesis superadora de feminismo, lucha social y
catolicismo, que la vuelve rabiosamente atractiva. En efecto, las causas por
las que luchó toda su vida: la mujer, la pobreza, la paz, la justicia social,
las personas de color, gozan de gran actualidad, cautivando el día de hoy a los
corazones juveniles. En Dorothy descubrimos una respuesta católica a esas
aspiraciones, y una muestra de cómo la experiencia de su rica interioridad le
brindó la fuerza necesaria para acometer esa magnánima empresa con eficacia
humana, coherencia de vida, sin sucumbir ante las dificultades.
Mario
Arroyo
Doctor
en Filosofía
Fuente:
Zenit






