Origen de la fiesta:
Victoria en la batalla de Viena, 1683
En
1682 el Sultán Mehmet IV declaró la guerra y escribió al emperador Leopoldo I:
"Primero nosotros le ordenamos a que nos espere en su ciudad de
residencia, Viena, para que le podamos decapitar... (...) Nosotros lo
exterminaremos a usted y a todos sus seguidores... (...) Los niños y los
adultos serán expuestos a las mas atroces torturas antes de ultimarlos en la
manera mas ignominiosa imaginable..."
Kara
Mustafa Pasha, frente al ejército Otomano del Sultán, llegó a las puertas de
Viena y la sitió el 14 de julio de 1683. El emperador Leopoldo y la mayoría de
las tropas y ciudadanos huyeron de la ciudad, quedando en ella solo 5000
civiles y 11,000 soldados al mando de Ernst Rüdiger von Starhemberg. El número
de invasores era superior a los defensores, 20:1. Se propusieron destruir sus
murallas socavándolas y dinamitándolas. En septiembre, los defensores estaban
sin comida y extenuados. Los turcos lograron abrir boquetes en la muralla y la
ciudad estaba al borde de la derrota cuando providencialmente les llegó auxilio.
Juan
Sobieski n.1629, coronado rey de Polonia en 1674, bien llamado el "León
del Norte" vino al rescate. Partió de Cracovia el 15 de agosto. En camino
las tropas visitaron el santuario de la Virgen de Cñestochowa, patrona de
Polonia, se consagraron a ella y Sobieski puso a Polonia bajo su protección. El
6 de septiembre, los polacos cruzaron el Danubio 30km, N.O. de Viena y se
unieron con las fuerzas imperiales y otras que habían respondido a la llamada
de formar una Liga Santa de defensa con el respaldo del Papa Inocencio XI.
(Luis XIV de Francia no respondió y mas bien aprovechó la oportunidad para
atacar ciudades alemanas).
El
11 de septiembre las tropas de Sobieski llegaron a Viena. Aunque los turcos les
superaban en número (según cálculos de Sobieski, 76,000 vs 300,000), sabían que
el futuro de Europa y de la cristiandad estaban en juego. El 12 de septiembre,
temprano en la mañana, Sobieski fue a Misa y se puso en manos de Dios.
La
victoria salvó a Europa y frustró el plan de conquista islámica de Europa.
Sobieski dio todo el crédito por la victoria a Dios. Dijo: "Veni, vidi,
Deus vicit". En agradecimiento a Nuestra Señora por la victoria
obtenida, el Papa Inocencio XI extendió la fiesta del Dulce Nombre de María a
la Iglesia Universal, el 12 de septiembre.
El Nombre
Ha
sido Lucas en su evangelio quien nos ha dicho el nombre de la doncella que va a
ser la Madre de Dios: "Y su nombre era María". El nombre de María,
traducido del hebreo "Miriam", significa, Doncella, Señora, Princesa.
Estrella
del Mar, feliz Puerta del cielo, como canta el himno Ave maris stella. El
nombre de María está relacionado con el mar pues las tres letras de mar guardan
semejanza fonética con María. También tiene relación con "mirra", que
proviene de un idioma semita. La mirra es una hierba de África que produce
incienso y perfume.
En
el Cantar de los Cantares, el esposo visita a la esposa, que le espera con las
manos humedecidas por la mirra. "Yo vengo a mi jardín, hermana y novia
mía, a recoger el bálsamo y la mirra". "He mezclado la mirra con mis
aromas. Me levanté para abrir a mi amado: mis manos gotean perfume de mirra, y
mis dedos mirra que fluye por la manilla de la cerradura".
Los
Magos regalan mirra a María como ofrenda de adoración. "Y entrando a la
casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron y
abriendo sus cofres, le ofrecieron oro, incienso y mirra". La mirra, como
María, es el símbolo de la unión de los hombres con Dios, que se hace en el
seno de María. María es pues, el centro de unión de Dios con los hombres. Los
lingüistas y los biblistas desentrañan las raíces de un nombre tan hermoso como
María, que ya llevaba la hermana de Moisés, y muy común en Israel. Y que para
los filólogos significa hermosa, señora, princesa, excelsa, calificativos todos
bellos y sugerentes.
La Misión
En
la Historia de la Salvación es Dios quien impone o cambia el nombre a los
personajes a quienes destina a una misión importante. A Simón, Jesús le dice:
"Tú te llamas Simón. En adelante te llamarás Kefá, Pedro, piedra, roca,
porque sobre esta roca edificaré mi Iglesia". María venía al mundo con la
misión más alta, ser Madre de Dios, y, sin embargo, no le cambia el nombre. Se
llamará, simplemente, MARIA, el nombre que tenía, y cumple todos esos significados,
pues como Reina y Señora la llamarán todas las generaciones.
María,
joven, mujer, virgen, ciudadana de su pueblo, esposa y madre, esclava del
Señor. Dulce mujer que recibe a su niño en las condiciones más pobres, pero que
con su calor lo envuelve en pañales y lo acuna. María valiente que no teme huir
a Egipto para salvar a su hijo. Compañera del camino, firme en interceder ante
su hijo cuando ve el apuro de los novios en Caná, mujer fuerte con el corazón
traspasado por la espada del dolor de la Cruz de su Hijo y recibiendo en sus
brazos su Cuerpo muerto. Sostén de la Iglesia en sus primeros pasos con su
maternidad abierta a toda la humanidad. María, humana. María, decidida y
generosa. María, fiel y amiga. María fuerte y confiada. María, Inmaculada,
Madre, Estrella de la Evangelización.
Por:
Jesús Marí Ballester






