![]() |
Cardenal Pietro Parolin / Crédito: Alan Holdren - ACI Prensa |
“Para que
el diálogo dé frutos más consistentes es necesario continuarlo. De parte
de la Santa Sede, por tanto, existe el deseo de que el acuerdo se prorrogue, ad
experimentum [provisionalmente] como hasta ahora, para comprobar su utilidad”,
dijo el Cardenal durante un evento con motivo del 150 aniversario de la
presencia del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras (PIME) en
China.
Vatican
News informó que el Cardenal Parolin reiteró lo que ya había escrito en febrero
al Cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, de que
Benedicto XVI había aprobado el proyecto de acuerdo sobre los nombramientos de
obispos que “solo podría firmarse en 2018”.
El
Secretario de Estado del Vaticano abordó lo que llamó “malentendidos” sobre el
acuerdo, que ha sido criticado tanto dentro como fuera de la Iglesia. Los
críticos argumentan que representa una traición a los católicos “clandestinos”
que han permanecido leales al Papa Francisco a pesar de la persecución y que ha
impedido que el Vaticano denuncie flagrantes abusos de derechos humanos en
China.
La
República Popular China fue objeto de conversaciones esta
semana entre el Cardenal Parolin y el Secretario de Estado de Estados Unidos,
Mike Pompeo, quien ha argumentado que el acuerdo no ha logrado
proteger a los católicos de China de una ofensiva contra los creyentes
religiosos bajo el presidente Xi Jinping.
El
Purpurado dijo: “Han surgido algunos malentendidos. Muchos de estos surgen
de la atribución al acuerdo provisional entre la Santa Sede y la República
Popular China de objetivos que este acuerdo no tiene. O de dar al acuerdo
hechos ajenos a la vida de la Iglesia católica en China. O incluso
vínculos con temas políticos que nada tienen que ver con este acuerdo”.
“Recuerdo
una vez más, y en este punto la Santa Sede nunca ha dejado lugar a
malentendidos o confusiones, que el acuerdo del 22 de septiembre de 2018 se
refiere exclusivamente al nombramiento de obispos”, dijo,
Reconoció
que había “muchos otros problemas” que enfrenta la Iglesia en China, que
comprende a más de 10 millones de católicos.
“Pero no
ha sido posible abordarlos todos juntos y sabemos que el camino hacia la plena
normalización seguirá siendo largo, como predijo Benedicto XVI en 2007 [el año
en que escribió una carta a los católicos chinos]. Sin embargo, la
cuestión del nombramiento de obispos es de particular importancia. De
hecho, es el problema que más ha hecho sufrir a la Iglesia católica en China en
los últimos 60 años”, dijo.
Un
acuerdo sobre los nombramientos era vital para evitar nuevas ordenaciones
episcopales ilícitas, dijo el cardenal, y explicó que el Vaticano decidió
“enfrentar y resolver este delicado problema de una vez por todas”.
“Pero la
experiencia de tantas décadas mostró (y muestra) que tal solución
necesariamente pasó (y pasa) por un acuerdo entre la Santa Sede y las
autoridades de la República Popular China. Por eso, la Santa Sede ha
subrayado repetidamente que el objetivo del acuerdo es principalmente eclesial
y pastoral”, dijo.
Dijo que
la Iglesia esperaba que ahora pudiera “definitivamente” evitar futuras
consagraciones ilícitas, y destacó que hoy todos los obispos chinos están en
comunión con el Papa.
El
objetivo pastoral, continuó, era “ayudar a las Iglesias locales a disfrutar de
condiciones de mayor libertad, autonomía y organización, para que puedan
dedicarse a la misión de anunciar el Evangelio y contribuir al desarrollo
integral de la persona y la sociedad”.
En su
discurso de apertura de la conferencia titulada “Otra
China. Tiempo de crisis, tiempo de cambio”, el Cardenal Parolin trazó la
historia de las relaciones de la Iglesia católica con China, comenzando con la
misión del jesuita italiano Matteo Ricci en el siglo XVI.
Señaló
que en 1951, el año en que la República Popular Comunista de China rompió
relaciones con la Santa Sede, las autoridades chinas y los líderes de la
Iglesia intentaron forjar un acuerdo que permitiera a los católicos locales
continuar reconociendo al Papa como su autoridad religiosa, mientras seguían el
dictado del gobierno.
“Esto
demuestra que desde la época de Pío XII, la Santa Sede sintió la necesidad del
diálogo, aunque las circunstancias de la época lo hacían muy difícil”, dijo.
Pero
luego de cuatro borradores de un posible acuerdo, el intento fue abandonado,
generando “desconfianza mutua”. “Es un fracaso que ha marcado toda la historia
posterior”, agregó
Solo
décadas después pudo comenzar el diálogo nuevamente, dijo el Cardenal Parolin,
recordando un viaje exploratorio a China que hizo el cardenal francés Roger
Echegaray en 1980.
“Desde
entonces, ha comenzado un camino que, en medio de altibajos, ha llevado al
presente”, dijo.
El
cardenal agregó que vio señales de que el acuerdo estaba comenzando a superar
las divisiones entre los católicos pertenecientes a las iglesias
"clandestinas" y sancionadas por el Estado de China, lo que enfatizó
que era un objetivo fundamental del acuerdo.
El
acuerdo también buscaba consolidar “un horizonte internacional de paz, en este
momento en el que vivimos tantas tensiones a nivel mundial”.
El
Cardenal Parolin concluyó que el acuerdo siguió una línea que “de Benedicto XVI
conduce al Papa Francisco, una línea dirigida más al futuro que al presente,
más a la Iglesia que debe crecer en China que a las disputas de ayer y hoy”.
Traducido y
adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en CNA.
Fuente: ACI
Prensa