12.10.20

EVANGELIO DEL DÍA

12 Lunes. Bienaventurada Virgen María del Pilar

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 27-28

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío, levantando la voz, le dijo:
    «Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron».

Pero él dijo:
    «Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».

Comentario

La expresión de la mujer es como una brisa llena de gozo que cruza todas las escenas y que expresan toda la belleza que ella ha captado de toda la persona de Jesús. ¿No podemos imaginar su rostro risueño, radiante de luz por la cautivadora belleza del Nazareno? ¿No podemos percibir a la vez la mirada de Jesús mirando con rostro alegre e iluminado mientras le responde a la mujer con una doble bienaventuranza: «Dichosos más bien los que oyen la palabra de Dios y la guardan.»?

Nos vamos dando cuenta que la doble bienaventuranza proclamada por Jesús nos pone en el centro más nuclear de ser o no  creyentes. De aceptar ser discípulos o ser de los que piden signos como fruto de su duda o falta de fe. Me buscáis les dirá Jesús, no porque habéis visto signos, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. La obra de Dios es que creáis en quien él ha enviado.

Dichosos más bien los que oyen la palabra de Dios y la guardan: Escuchar la palabra de Dios es como el tema principal, sinfonía grandiosa que abarca toda la historia de la humanidad.

No nombró a la mujer que lo llevó en su seno y lo crió  a sus pechos, no. Sin embargo, todo hace pensar que quizás sí se refería a ella, a esa mujer que lo acogió en su corazón y en su fe inquebrantable en el Dios de Abrahán, de Isaac y Jacob, al que ella le abrió su vida y su ser para que obrara en ella según el poder de su palabra…. ¿Qué tiene su palabra? Nada puede resistir a su voz. Hace todo cuanto dice.Ella así lo había aprendido escuchando en la sinagoga la palabra de Dios. Ella lo sabía y lo creía, y se lo comunicó a Gabriel emisario de Dios: Hágase en mí según tu palabra. Según la palabra del que te ha enviado.

Ella acogió la palabra haciéndola carne y vida de su vida. La escuchó, la contempló creciendo, la guardó rumiándola toda su vida, hasta en las horas más negras y dolorosas, creyó con el poder del que la guardaba a su sombra. No puso condiciones, sino que abrió su ser para que en ella mostrara su omnipotente poder, el designio salvador de su corazón.

Sor María Rosario Botella O.P.
Monasterio Santo Domingo de Guzmán (Sant Cugat del Vallès)

Fuente: www.dominicos.org 

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