18 Miércoles de la semana XXXIII del Tiempo Ordinario
En aquel tiempo, como ya se
acercaba Jesús a Jerusalén y la gente pensaba que el Reino de Dios iba a
manifestarse de un momento a otro, él les dijo esta parábola:
“Había un hombre de la nobleza que se fue a un país lejano para ser nombrado rey y volver como tal. Antes de irse, mandó llamar a diez empleados suyos, les entregó una moneda de mucho valor a cada uno y les dijo: ‘Inviertan este dinero mientras regreso’. Pero sus compatriotas lo aborrecían y enviaron detrás de él a unos delegados que dijeran: ‘No queremos que éste sea nuestro rey’.
Se presentó el primero y le
dijo: ‘Señor, tu moneda ha producido otras diez monedas’. Él le contestó: ‘Muy
bien. Eres un buen empleado. Puesto que has sido fiel en una cosa pequeña,
serás gobernador de diez ciudades’.
Después les dijo a los
presentes: ‘Quítenle a éste la moneda y dénsela al que tiene diez’. Le respondieron:
‘Señor, ya tiene diez monedas’. Él les dijo: ‘Les aseguro que a todo el que
tenga se le dará con abundancia, y al que no tenga, aun lo que tiene se le
quitará. En cuanto a mis enemigos, que no querían tenerme como rey, tráiganlos
aquí y mátenlos en mi presencia’ ”.
Dicho esto, Jesús prosiguió su
camino hacia Jerusalén al frente de sus discípulos.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
«Sé fiel hasta la muerte, dice
el Señor, y te daré la corona de la vida». Aquí está la solución a nuestros
temores: fidelidad al Señor: y esto no falla. De hecho, si cada uno de nosotros
es fiel al Señor, cuando llegue la muerte, diremos como Francisco: 'hermana
muerte, ven'. No nos asustará. Y también en el día del juicio miraremos al
Señor y podremos decir: «Señor tengo muchos pecados, pero he tratado de ser
fiel». Y como el Señor es bueno, no tendremos miedo en el día del juicio.
(Santa Marta 22 de noviembre de 2016)






