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Misa en la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, 12 dic. 2020 (C) Vatican Media |
A lo largo de la misma, el Santo Padre ha destacado
que en la liturgia de hoy “se evidencian, principalmente, tres palabras, tres
ideas: abundancia, bendición y don”. y como “mirando la imagen de
la Virgen de Guadalupe, tenemos de alguna manera también el reflejo de estas
tres realidades”.
A continuación, sigue la homilía completa del Papa
Francisco.
***
Homilía del Santo Padre
La abundancia porque
Dios siempre se ofrece en abundancia; siempre da en abundancia. Él no conoce la
dosis. Se deja “dosificar” por su paciencia. Somos nosotros los que conocemos,
por nuestra naturaleza misma, por nuestros límites, la necesidad de las cómodas
cuotas. Pero Él se da en abundancia, totalmente. Y donde está Dios, hay
abundancia.
Pensando
en el misterio de Navidad, la liturgia de Adviento toma del profeta Isaías
mucho de esta idea de la abundancia. Dios se da entero, como es, totalmente.
Generosidad puede ser —a mí me gusta pensar que es— un “límite” que tiene Dios,
al menos uno: la imposibilidad de darse de otro modo que no sea en abundancia.
La segunda palabra es la bendición. El encuentro de
María con Isabel es una bendición, una bendición. Bendecir, es “decir-bien”. Y
Dios desde la primera página del Génesis nos acostumbró a este estilo suyo de
decir bien. La segunda palabra que pronuncia, según el relato bíblico, es: “Y
era bueno”, y “está bien”, “era muy bueno”. El estilo de Dios es siempre decir
bien, por eso la maldición va a ser el estilo del diablo, del enemigo. El
estilo de la mezquindad, de la incapacidad de donarse totalmente, el “decir
mal”. Dios siempre dice bien. Y lo dice con gusto, lo dice dándose. Bien. Se da
en abundancia, diciendo bien,
La
tercera palabra el don. Y esta abundancia, este decir-bien, es un
regalo, es un don. Un don que se nos da en el que es “toda gracia”, que es todo
Él, que es todo divinidad, en “el bendito”. Un don que se nos da en la que está
“llena de gracia”, la “bendita”. El bendito por naturaleza y la bendita por
gracia. Son dos referencias que la Escritura las marca. A Ella se le dice
“bendita tú entre las mujeres”, “llena de gracia”. Jesús es el “bendito”, el
que traerá la bendición.
Y
mirando la imagen de nuestra Madre esperando al bendito, la llena de gracia
espera al bendito, entendemos un poco esto de la abundancia, del decir bien,
del “ben-decir”. Entendemos esto del don, el don de Dios se nos presentó en la
abundancia de su Hijo por naturaleza, en la abundancia de su Madre por gracia.
El don de Dios se nos presentó como una bendición, en el bendito por naturaleza
y en la bendita por gracia. Este es el regalo que Dios nos presenta y que ha
querido continuamente subrayarlo, volver a despertarlo a lo largo de la
revelación.
“Bendita
tú eres entre las mujeres, porque nos trajiste al bendito”. “Yo soy la Madre de
Dios por quien se vive, el que da vida, el bendito”.
Y
que, contemplando la imagen de nuestra madre hoy, le “robemos” a Dios un poco
de este estilo que tiene: la generosidad, la abundancia, el bendecir, nunca
maldecir, y transformar nuestra vida en un don, un don para todos. Que así sea.
© Librería Editora Vaticana
Fuente: Zenit






