COMENTARIO AL EVANGELIO
El evangelio que la Iglesia nos
invita a considerar hoy es la continuación del que se proponía para ayer. El
Señor continúa llamando a sus apóstoles y hoy es el turno de Felipe y de
Natanael, que luego será conocido como Bartolomé.
Al igual que sucedió con Andrés,
que fue enseguida a contar a su hermano Pedro su encuentro con Jesús, hoy es
Felipe quien, después de ser amado y llamado por el Maestro, corre a decírselo
a su amigo Natanael. Y es que la Sagrada Escritura está llena de ejemplos de
personas que ejercieron de mediadores para el encuentro de otros con el Señor.
En una sociedad como la actual,
estos ejemplos de mediadores entre el mismo Dios y las personas nos pueden
ayudar a llenarnos de confianza en la fuerza salvadora que tiene Dios sobre el
mundo y sobre cada persona.
Todos los cristianos estamos
llamados a amar a Dios sobre todas las cosas y, en consecuencia, a mostrar a
los demás la belleza de este don que nos invade y nos llena. Pero no podemos
olvidar que es el Señor el único que puede mover los corazones de las personas
y que lo hace como quiere y cuando quiere, contando siempre con la libertad de
cada uno.
Con
Natanael, “un verdadero israelita en quien no hay doblez” (v. 47), el Señor lo
logra gracias a un comentario misterioso que llega a lo más profundo de su ser.
No sabemos qué ocurrió debajo de la higuera –Felipe probablemente tampoco lo
sabría– pero Natanael sí. El Señor nos conoce mejor que a nosotros mismos y Él,
Señor del tiempo, sabe cuándo y de qué manera tocar el corazón de cada persona.
Pablo Erdozáin
Fuente: Opus Dei