Así lo indicó el Santo Padre en un video mensaje enviado a los
participantes del Encuentro nacional de obispos y sacerdotes de Venezuela que
se lleva a cabo en línea este 19 y 20 de enero con el tema: “Nuestros
presbíteros en la pandemia: Su vivencia y ejercicio ministerial durante este
tiempo”.
Además, el Pontífice destacó que este encuentro virtual “teniendo
en cuenta las dificultades que agobian también a tantos de nuestros hermanos y
hermanas en Venezuela y en el mundo entero, es una ocasión para compartir, en espíritu de fraternidad
ministerial, sus experiencias sacerdotales, sus cansancios, sus
incertidumbres, como también sus anhelos y su convicción de llevar adelante
la obra de la Iglesia, que es la obra del Señor”.
En este sentido, el Santo Padre reflexionó en el pasaje del
Evangelio de San Marcos (Mc 6,30-31) en que que se relata “cómo los apóstoles
al regresar de la misión, a la que Jesús los había enviado, volvieron a
reunirse con Él. Le contaron todo lo que habían hecho, todo lo que habían
enseñado. Luego, Jesús los invitó a irse, solos con Él, a un lugar desierto
a descansar un poco”.
Volver a Jesús
“Nuestro ser Pastores de la Iglesia, también en el contexto
actual, nos pide actuar de esta manera. No podemos actuar solos, aislados, autosuficientes, con
agendas encubiertas. Es indispensable que volvamos siempre a
Jesús, que nos reunamos en fraternidad sacramental, para contarle y contarnos
entre nosotros ‘todo lo que hemos hecho y enseñado’, con la convicción de que
no es obra nuestra sino de Dios. Él
es quien nos salva, nosotros solo somos instrumentos en sus manos”,
afirmó el Papa.
De este modo, el Santo Padre recordó que “esta asamblea, que se
está llevando a cabo virtualmente a causa de la pandemia del COVID-19, tiene
como objetivo permitir el encuentro de quienes han recibido la misión de
testimoniar y extender la paternidad del Señor en el pueblo santo fiel de
Dios”.
Para ello, el Papa Francisco indicó “dos principios que nunca se
deberían perder de vista y que garantizan el crecimiento de la Iglesia si
nosotros somos fieles: el
amor al prójimo y el servicio de los unos a los otros” y
añadió que estos dos principios “se anclan en las dos instituciones que Jesús
lleva a cabo en la Última Cena, y que son el fundamento, por decirlo así, de
su mensaje: la Eucaristía, para enseñar el amor, y el lavatorio de pies, para
enseñar el servicio. Amor y servicio juntos, si no, no va”, advirtió.
En esta línea, el Santo Padre dijo que el Señor quiere que seamos
“especialistas en la
tarea de amar a los demás, siendo capaces de mostrarles en la
sencillez de pequeños gestos cotidianos de cariño y atención, la caricia de
la ternura divina” y añadió que “nos quiere también servidores de nuestros
hermanos, pero servidores
humildes, porque es Jesús quien nos envía y nos recuerda que
el siervo no es más grande que su Señor, ni el enviado es más grande de
quien lo ha mandado”.
“Hay que reavivar en la vida el deseo de imitar al Buen Pastor y
aprender a ser ‘siervos’ de todos, particularmente de los hermanos y hermanas
menos afortunados y tantas veces descartados, y que, en este tiempo de crisis,
ellos se sientan acompañados, sostenidos, amados”, invitó el Papa.
Finalmente, el Santo Padre les manifestó su gratitud y aseguró su
cercanía y su oración “a todos ustedes, que llevan adelante la misión de la
Iglesia en Venezuela, en el anuncio
del Evangelio y en las numerosas iniciativas de caridad hacia
los hermanos extremados por causa de la pobreza y la crisis sanitaria. A todos
los encomiendo a la intención de Nuestra Señora de Coromoto y de san José”.
“Que el Señor bendiga y acompañe; bendiga y acompañe el trabajo
de ustedes, el corazón de ustedes, las manos de ustedes, las rodillas de
ustedes cuando rezan. Bendiga y acompañe las ilusiones de ustedes, los buenos
deseos y, sobre todo, bendiga y acompañe la unidad de ustedes”, expresó.
Por último, el Papa destacó la importancia de la unidad y les
aconsejó: “no se fracturen hermanos. No se fracturen. Siempre hay una
posibilidad de unirse. Como siempre hay una posibilidad de aislarse y crear una
actitud del corazón sectaria, fuera de la unidad de la Iglesia” y concluyó
“que el Señor los bendiga, que los acompañe. Y, por favor, les pido que recen
por mí. Gracias”.
Por Mercedes de la Torre