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Es difícil ver su presencia en la aflicción y la
mayoría de las veces pensamos que Dios de alguna manera está ausente.
Sin embargo, con la ayuda de Dios, podemos ver el
sufrimiento como un regalo.
El sufrimiento, por
supuesto, no estaba en el plan original de Dios. Entró al mundo con el pecado
de nuestros primeros padres. Dios no lo desea, pero lo permite, y en su
omnipotencia, San Pablo dice que es capaz de hacer que todo funcione para bien (ver Romanos 8,28).
Dios puede usar los sufrimientos que son parte de
nuestro viaje a través de este mundo caído, e incluso nuestros pecados, para
producir el bien. El papa Francisco lo mencionó en la fiesta de la Epifanía:
El libro del siglo XIX The Catholic Monitor reflexiona
sobre esta verdad fundamental.
Todo el pueblo de Dios es llevado a la escuela del
sufrimiento. Les enseña muchas lecciones útiles en esa escuela. Aprenden más sobre el valor,
la dulzura y la idoneidad de la palabra de Dios como apoyo y consuelo
bajo la presión de la aflicción. Se les enseña a observar la mano de Dios en la
aflicción y a someterse con paciente resignación como sabiendo de dónde viene.
De la dulce experiencia aprenden más sobre la bondad y el amor de Dios,
cuya presencia llena de gracia los ilumina y alegra en las estaciones más
oscuras y tristes.
En particular, el sufrimiento puede enseñarnos a confiar
más en Dios y a buscar las cosas celestiales, dándonos cuenta
de que el mundo no satisface el dolor de nuestro corazón.
Así, por la gracia de Dios adquieren una mayor humildad. Al mismo tiempo, el Señor Jesucristo se vuelve más precioso para ellos y ellos perciben más Su belleza y excelencia. Sus impresiones sobre la realidad y la enorme importancia de la eternidad se hacen más profundas y, en su visión de la misma, se ven inducidos a depositar una dependencia más firme en el Señor Jesús, descansando en quien se sienten seguros y felices. Se les enseña a percibir más la vanidad del mundo presente y a darse cuenta más de la gloria y la bendición sustancial del cielo. Así sus mentes se vuelven más espirituales y sus corazones están más fijos en las cosas de arriba donde Cristo se sienta a la derecha de Dios.
Quizás más adelante…
Cuando esto sea difícil de hacer, pide a Dios la
gracia de ver su mano guiándote, incluso en el sufrimiento. Es posible que no
podamos verlo en ese momento, pero días, meses o años después, miraremos hacia
atrás y veremos claramente cómo Dios nos guió a través de las sombras de este
mundo y llevó nuestra alma a un lugar mucho mejor.
Aquí
algunas frases de la Biblia que pueden ayudarte en tiempos de crisis:
Salmo 23
"El
Señor es mi pastor, nada me puede faltar. Él me hace descansar en verdes
praderas, me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas; (...) Aunque
cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal porque Tú estás conmigo
(...). Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida".
Isaías, 49
"¿Se olvida una madre de su criatura, no se compadece del hijo de sus entrañas? ¡Pero aunque ella se olvide, yo no te olvidaré! (...) Mira, te llevo tatuada en mis palmas…”.
Ezequiel, 39
"(...)Ustedes, en cambio, montañas de Israel, echarán ramas y producirán frutos para mi pueblo Israel, que ya está a punto de llegar. ¡Sí, yo voy hacia ustedes, me vuelvo hacia ustedes! Serán cultivadas y sembradas, y multiplicaré sobre ustedes a los hombres de todo el pueblo de Israel. Las ciudades serán habitadas y las ruinas reconstruidas. Multiplicaré sobre ustedes a hombres y animales, y ellos serán numerosos y fecundos. Haré que ustedes vuelvan a poblarse como en los tiempos antiguos y las haré más prósperas que al comienzo. Así sabrán que yo soy el Señor"
Oseas, 2
"(...) Por eso, yo la seduciré, la llevaré al desierto y le hablaré a su corazón. (...) Yo te desposaré para siempre, te desposaré en la justicia y el derecho, en el amor y la misericordia; te desposaré en la fidelidad, y tú conocerás al Señor".
Salmo 8
Del maestro de coro. Con la cítara de Gat. Salmo de
David. ¡Señor, nuestro Dios, qué admirable es tu Nombre
en toda la tierra! Quiero adorar tu majestad sobre el cielo: con la
alabanza de los niños y de los más pequeños, erigiste una fortaleza contra tus
adversarios para reprimir al enemigo y al rebelde. Al ver el cielo, obra de tus
manos, la luna y la estrellas que has creado: ¿qué es el hombre para que
pienses en él, el ser humano para que lo cuides? Lo hiciste poco inferior
a los ángeles, lo coronaste de gloria y esplendor; le diste dominio sobre
la obra de tus manos, todo lo pusiste bajo sus pies: todos los rebaños y
ganados, y hasta los animales salvajes; las aves del cielo, los peces del mar y
cuanto surca los senderos de las aguas. ¡Señor, nuestro Dios, qué admirable es
tu Nombre en toda la tierra!
Philip Kosloski
Fuente:
Aleteia






