En el cuarto domingo de Cuaresma, el Papa Francisco invitó a estar alegres y recibir la misericordia de Dios para encontrar “el gozo verdadero” gracias al “perdón de Dios que regenera y da vida”

El Papa Francisco en el rezo del Ángelus. Foto: Vatican Media
Así lo dijo el Santo Padre este 14 de marzo antes del rezo del Ángelus
que dirigió ante los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.
El Papa recordó
que este cuarto domingo de Cuaresma es conocido como “el domingo ‘Laetare’, es
decir, ‘Alégrate’” por lo que la liturgia eucarística comienza con esta
invitación “Alégrate, Jerusalén...” y añadió que el motivo de esta alegría
está explicado en el Evangelio de San Juan de este domingo que dice “tanto amó
Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no
perezca, sino que tenga vida eterna”.
“Este mensaje
gozoso es el corazón de la fe cristiana: el amor de Dios ha encontrado la cima
en el don del Hijo a una humanidad débil y pecadora”, advirtió.
En esta línea, el Santo Padre explicó que “quien camina en la luz, quien se acerca a la luz, no puede hacer nada más que obras buenas”.
“Es lo que
estamos llamados a hacer con mayor empeño durante la Cuaresma: acoger la luz
en nuestra conciencia, para abrir nuestros corazones al amor infinito de Dios,
a su misericordia llena de ternura y bondad, a su perdón. No se olviden que
Dios perdona siempre, siempre, si nosotros con humildad pedimos el perdón.
Basta solamente pedir el perdón, y Él perdona. Así encontraremos el gozo
verdadero y podremos alegrarnos del perdón de Dios que regenera y da vida”,
afirmó.
Al comentar el
pasaje del Evangelio que describe el diálogo nocturno entre Jesús y Nicodemo
(Jn 3,14-21), el Santo Padre destacó tres aspectos de Jesucristo como mesías:
el “Hijo del hombre” exaltado en la cruz; el del “Hijo de Dios” enviado al mundo
para la salvación; y el de la “luz” que distingue a los que siguen la verdad
de los que siguen la mentira.
El Pontífice
recordó que El “Dios Padre ama a los hombres hasta el punto de ‘dar’ a su Hijo:
lo dio en la Encarnación y lo dio al entregarlo a la muerte. El propósito del
don de Dios es la vida eterna de los hombres: en efecto, Dios envía a su Hijo
al mundo no para condenarlo, sino para que el mundo se salve por medio de
Jesús” y subrayó que “la misión de Jesús es misión de salvación, para
todos”.
Luego, el Santo
Padre indicó que “la venida de Jesús al mundo provoca una elección: quien
elige las tinieblas va al encuentro de un juicio de condenación, quien elige
la luz tendrá un juicio de salvación. El juicio es la consecuencia de la libre
elección de cada uno: quien practica el mal busca las tinieblas, quien hace la
verdad, es decir, practica el bien, llega a la luz”.
“Que María
Santísima nos ayude a no tener miedo de dejarnos ‘poner en crisis’ por Jesús.
Es una crisis saludable, para nuestra curación; para que nuestra alegría sea
plena”, dijo el Papa antes de la oración mariana.
Fuente: ACI
Prensa





