26 – Marzo. Viernes de la V semana de Cuaresma
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Evangelio
según Juan 10, 31-42
En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras
para apedrear a Jesús.
Elles replicó:
«Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi
Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?».
Los judíos le contestaron:
«No te apedreamos por una obra buena, sino por una
blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios».
Jesús les replicó:
«¿No está escrito en vuestra ley: “Yo os digo: sois
dioses”? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de
Dios, y no puede fallar la Escritura, a quien el Padre consagró y envió al
mundo, ¿decís vosotros: “¡Blasfemas!” Porque he dicho: “Soy Hijo de Dios”? Si
no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me
creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está
en mí, y yo en el Padre».
Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de
nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se
quedó allí.
Muchos acudieron a él y decían:
«Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de
este era verdad».
Y muchos creyeron en él allí.
PALABRAS DEL
SANTO PADRE
¡Es Él! Es el
Hijo de Dios hecho cordero, inmolado por amor. Él, sólo Él ha cargado, sólo Él
ha sufrido, sólo Él ha expiado el pecado de cada uno de nosotros, el pecado del
mundo, y también mis pecados. Todos ellos. Los cargó todos sobre sí mismo y los
quitó de nosotros, para que finalmente fuéramos libres, no más esclavos del
mal. Sí, todavía somos pobres pecadores, pero no esclavos, no, no somos
esclavos: ¡somos hijos, hijos de Dios! ÁNGELUS 19 de enero de 2020
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