27 – Marzo. Sábado
de la V semana de Cuaresma
Evangelio
según Juan 11, 45-56
En aquel
tiempo, muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había
hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les
contaron lo que había hecho Jesús.
Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron:
«¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos
seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar
santo y la nación».
Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo:
«Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os
conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera».
Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año,
habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no solo
por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos.
Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente
entre los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una
ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos.
Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a
Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en
el templo, se preguntaban:
«¿Qué os parece? ¿Vendrá a la fiesta?».
Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde
estaba les avisara para prenderlo.
PALABRAS DEL
SANTO PADRE
Este modo de
proceder de los doctores de la ley es precisamente una figura de cómo actúa la
tentación en nosotros, porque detrás de ella estaba obviamente el diablo que
quería destruir a Jesús y la tentación en nosotros generalmente actúa así:
comienza con poco, con un deseo, una idea, crece, contagia a otros y, al final
se justifica. Estos son los tres pasos de la tentación del diablo en nosotros,
y aquí están los tres pasos que dió la tentación del diablo en la persona del
doctor de la ley. Empezó con poco, pero creció, creció, luego contagió a otros,
tomó cuerpo y al final se justificó: “Es necesario que uno muera por el pueblo”
(cf. Jn 11,50), la justificación total. Y todos se fueron a casa
tranquilamente. HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO "El proceso de la
tentación" 4 de abril de 2020
Vatican News