El cardenal Marc Ouellet traza claramente el perfil de un candidato al ministerio de obispo
Les
contamos los dicasterios de la Santa Sede desde dentro para conocer su
historia, objetivos y "declaración de misión", y así entender cómo
funcionan las estructuras que apoyan el ministerio del Papa. El prefecto,
cardenal Marc Ouellet, describe en esta entrevista la Congregación para los
Obispos.
El criterio no es la búsqueda de
la perfección, de "santos" de altar, sino de hombres en posesión de
virtudes humanas y espirituales, en primer lugar la prudencia, que no significa
"reticencia o timidez", sino "equilibrio entre acción y
reflexión en el ejercicio de una responsabilidad que requiere mucho compromiso
y valor". El cardenal Marc Ouellet traza claramente el perfil de
un candidato al ministerio de obispo. La Congregación vaticana que dirige desde
hace años tiene esta responsabilidad -que ejerce según normas y prácticas bien
definidas- cuyo objetivo es el de ayudar al Papa a elegir a los pastores a los
que se confiarán las comunidades eclesiales en el mundo. Una tarea, explica,
realizada de forma colegiada y "con espíritu de fe y no de cálculo".
La tarea que la Iglesia confía a
este dicasterio es la de ayudar al Santo Padre a decidir. El nuestro es, pues,
un discernimiento previo. En cuanto a esta "primera etapa", puedo
resumir esta enorme trabajo en tres verbos: orar, consultar, verificar. Orar:
la oración como primera y última acción, como acto inicial y final de confiar
nuestras intenciones al Padre Celestial; no es casualidad que al centro de las
oficinas de la Congregación esté la Capilla con el Santísimo Sacramento. Cada
vez que caminamos por los pasillos, nos encontramos ante esta misteriosa
Presencia a la que hay que remitir toda acción. Consultar: la fase preparatoria
de la que nos ocupamos llega a su punto álgido después de un intenso trabajo
con método sinodal: consultas al pueblo de Dios, a los nuncios, a los miembros
de la Asamblea Plenaria; es la síntesis de todo ello lo que llega a la mesa del
Papa. Verificar: es decir, intentar llegar a la mayor certeza posible de que la
persona identificada tenga las características requeridas.
Detrás de cada nombramiento
episcopal hay un trabajo de discernimiento por parte de la Congregación, pero
también de consulta y participación de las nunciaturas apostólicas y de las
Iglesias locales. ¿Cómo se hace esto y qué uso de recursos supone en relación
con el presupuesto de su misión?
La identificación y el estudio de
un candidato son el fruto de una acción conjunta entre varios sujetos. Cada
tres años los obispos metropolitanos elaboran una lista de promovendis, es
decir, una lista de presbíteros que podrían ser aptos para el oficio episcopal,
según las indicaciones de los obispos de la metrópoli. La Nunciatura examina
estas candidaturas a través de un proceso de consulta con el pueblo de Dios,
que tiene la característica de la máxima confidencialidad. En el proceso de
consulta se pide estricta confidencialidad a las personas consultadas para
garantizar la veracidad de la información y, sobre todo, para proteger la
reputación de la persona estudiada. Una vez identificados los mejores perfiles
para atender las necesidades del momento, los transmite a la Santa Sede. Ella,
a través de la Congregación para los Obispos, examina las candidaturas a la luz
de los criterios generales y, con la ayuda de una asamblea de miembros
designados por el Santo Padre, actualmente 23 cardenales y obispos de todo el
mundo, realiza la evaluación final que será ofrecida al Papa para su decisión
definitiva.
¿No existe el riesgo de que la
pertenencia o los condicionamientos de carácter particular pesen en el proceso
de selección de los prelados? ¿Cómo se puede evitar?
Como en todos los asuntos
humanos, las ambiciones, envidias e intereses personales pueden encontrarse en
los informadores. Para evitarlo, se debería cultivar un espíritu de
desprendimiento en el pueblo de Dios y en la formación de los sacerdotes. La
Iglesia no necesita "trepadores sociales", personas que busquen los
primeros puestos, sino hombres que quieran sinceramente servir a sus hermanos y
mostrarles el camino de la fe y la conversión.
¿En el perfil pastoral de un
obispo cuentan más las cualidades humanas, las virtudes espirituales o la
capacidad de gobernar una diócesis?
La Congregación para los Obispos,
a diferencia de la Congregación para los Santos, se ocupa de los perfiles
pastorales de los candidatos que aún no son perfectos, sino de hombres en
camino de perfección. En un sacerdote que va a ser propuesto al episcopado
cuentan ciertamente las virtudes teologales y cardinales, las llamadas
principales virtudes humanas, pero entre todas, la más importante para este
oficio es la prudencia. Esta no debe entenderse como reticencia o timidez, sino
como un equilibrio entre acción y reflexión en el ejercicio de una responsabilidad
que requiere mucho compromiso y valor.
¿Cómo influyen las personalidades
y sensibilidades de los distintos Pontífices en los criterios de elección?
La sensibilidad de un pontificado
influye sin duda notablemente en las elecciones. Cada Papa recibe del Espíritu
Santo una "visión" particular sobre los problemas de la Iglesia y las
prioridades que hay que tener. Los que colaboran con Él están llamados a entrar
en la perspectiva del Primer Pastor con un espíritu de fe y no de
cálculo.
Las visitas ad limina que
el episcopado de todo el mundo realiza cada cinco años son un importante
momento de intercambio entre las Iglesias locales, el Papa y la Curia Romana.
¿Cómo se pueden potenciar para que sean también una ocasión de conocimiento y
enriquecimiento para los fieles laicos y las comunidades parroquiales?
Las visitas ad limina son
un momento de sinodalidad concreta que los episcopados de todo el mundo viven
con el Papa y los dicasterios que asisten a su labor. Las
"presentaciones" que las Conferencias Episcopales hacen de sus
territorios conforman un mosaico fascinante en el que se puede ver la actuación
de Dios en todas las latitudes. Cada uno de los obispos debería haber escuchado
a su pueblo antes de la visita y volver a su diócesis después de esta intensa
serie de encuentros, que culminan con la celebración de la Eucaristía con el
Santo Padre en la tumba de Pedro, para contar la experiencia que ha tenido,
para compartir con todos lo que ha recibido.
Usted también es presidente de la
Pontificia Comisión para América Latina, creada por Pío XII en 1958. ¿Por qué
se incluyó en la Congregación para los Obispos y qué papel tiene hoy en el
contexto del pontificado del primer Papa latinoamericano de la historia?
La Comisión Pontificia para
América Latina (C.A.L.) nació históricamente como un organismo encargado de
facilitar el envío de misioneros desde Europa a Sudamérica. A lo largo de los
años, su fisonomía se ha modificado según el rostro cambiante de la Iglesia. En
la actualidad, el flujo misionero tiene también un sentido inverso, de modo que
los sacerdotes del continente latinoamericano recorren en dirección contraria
los caminos de los primeros misioneros para llevar el anuncio del Evangelio a
muchos países europeos. Hoy la C.A.L. es una entidad dinámica, que promueve el
conocimiento del Continente en la Curia y viceversa, y sobre todo el encuentro
con las necesidades de esas tierras ofreciendo disponibilidad; también sigue en
primera persona y promueve pequeñas intervenciones directas. En los últimos
años, la Comisión se ha centrado especialmente en el diálogo y la promoción,
para estimular la reflexión sobre las prioridades y el futuro del Continente
católico bajo el impulso del Papa Francisco.
Colabora con la C.A.L. una
asamblea de 20 miembros que participan en las Plenarias de reflexión y
orientación sobre el futuro de la zona. Quiero recordar especialmente la
Asamblea Plenaria de 2018 con el tema: La mujer pilar de la edificación de
la Iglesia y de la sociedad en América Latina. Fue un momento muy hermoso, un
paso del Espíritu Santo.
Benedetta Capelli – Ciudad del Vaticano
Vatican News